Cuando el barro lo llenó todo de porquería – por Francesc Sánchez

Voluntarios de vuelta a la ciudad de Valencia - Pacopac - Wikimedia Commons

He de reconocer que con la tragedia de la gota fría y sus consecuencias en tierras valencianas me he intoxicado. Hacia mucho tiempo que no le dedicaba tantas horas a informarme sobre un mismo tema y con tanta intensidad. Y lo he hecho a través de los medios de información convencionales y los más alternativos en Internet. Pero también con amigos y conocidos que o bien son valencianos o se han encontrado fortuitamente allí con toda esta historia. El caso es que prometí un artículo y hasta en cuatro ocasiones lo he empezado y casi terminado, un reportaje contando someramente cómo se inició todo y lo que ha pasado desde entonces, pero lo he tenido que dejar porque no me parecía del todo completo y adecuado, un texto en el que denunciara también lo evidente, que desde las instituciones se han hecho las cosas mal. Pero la trifurca política, y no sólo desde la clase política, sino también la periodística, y esta nueva clase surgida desde el anonimato de las redes sociales, lo ha ensuciado todo más, añadiendo una capa más de suciedad que -ojala me equivoque- no va a limpiarse jamás. Por esa razón desde esta tribuna me voy a limitar a dar mi opinión, estéis de acuerdo, o no lo estéis. Ya os he hecho un adelanto. Y eso puede que a quién lo tenga todo claro -suerte que tiene él- ya le haya hecho dejar de leerme. Pero tampoco se trata de suplicar lectores.

La gota fría, ahora renombrada como DANA, es decir una Depresión Aislada en Niveles Altos, ha provocado una tragedia de más de doscientos muertos, familias destrozadas, y un desastre humano y económico para centenares de miles de valencianos. Esto lo ha provocado la naturaleza pero su alcance, es decir que haya más o menos muertos, más o menos afectados, se debe a la humanidad, podríamos decir a la falta de la misma. Porque es inhumano, no encuentro otra forma de decirlo, que desde el principio, y en la percepción de los afectados que es lo que debería de importarnos, se haya hecho todo mal. En los primeros días pensaba que era un asunto de incompetencia, pero incompetente puede ser alguien que no sabiendo hacer adecuadamente su trabajo, porque no se ha formado bien o porque no tiene la capacidad suficiente, lo termina haciendo mal, aunque tenga buena intención y ponga todo su empeño, pero en toda esta historia, durante todos estos días he visto mala fe. Mucha mala fe. Se ha actuado mal a sabiendas que las decisiones o falta de ellas iban a causar un daño en muchos casos irreparables.

Primero. No se avisó de nada a nadie hasta que el agua llegó como un maremoto arrasando con todo y ahogando a muchas personas que quizá la última comunicación que recibiera en su teléfono móvil fuera la de su verdugo anunciándole su muerte. Por eso yo mantengo que ha habido negligencia. Y no sólo por la puñetera alerta que llegó tarde sino por no haber avisado de nada por ningún otro medio. Y se me ocurren muchos, desde la radio y la televisión, hasta a través de la megafonía y la expresión de la palabra hablada con el despliegue de la Policía Municipal y la Guardia Civil. No es verdad que el Gobierno Regional no supiera nada de la tormenta y sus consecuencias porque fue avisado por suficiente antelación. Lo mismo sucede con la inusitada crecida del cauce de los barrancos que finalmente se desbordaron y provocaron el desastre arrasando con todo. No es verdad que no lo supieran porque fueron avisados. Pero en el caso de que desconocieran esa información, o porque no la entendieron, están afirmando que cuando todos los habitantes que vivían al lado de los barrancos y vieron la crecida de los cauces, fueron incapaces de enviar a nadie a comprobarlo en persona y comunicar en que estado se encontraban.

Segundo. El Gobierno Regional, que era y sigue siendo el competente en la emergencia, no puso en marcha ningún medio para rescatar o asistir a las victimas. Y esto se explica porque o bien no tenía estos medios o no los quiso aplicar. Durante tres días muchas victimas en las localidades afectadas no fueron asistidas por nadie, hay localidades en las que nadie hizo acto de presencia, cuando faltaba la luz eléctrica, agua, y los alimentos. Hay lugares en los que llegaron antes los saqueadores que los efectivos de la policía. Una semana después muchos afectados seguían sin disponer de luz y agua corriente. Y en esto es culpable también el Gobierno Central porque sabiendo estos hechos no fue capaz de desplegar por su cuenta los medios necesarios para poner remedio a esta situación, y si no lo sabia ha fallado en lo más elemental en un Estado: el acceso a la información.

Tercero. Los primeros en llegar fueron los voluntarios, cuando vieron, primero por YouTube a los primeros periodistas sobrevenidos, y luego por televisión a algunos periodistas convencionales, especialmente uno dedicado durante mucho tiempo a buscar fantasmas y OVNIS, y comprendieron que se había abandonado a los afectados. Llegaron para repartir agua y alimentos entre los afectados. Para ponerse a limpiar el barro que los representantes políticos desde los despachos y salas de reuniones encontraban demasiado sucio para sus trajes y vestidos. La llegada masiva de estos voluntarios dejó en evidencia tanto al Gobierno Regional como al Gobierno Central, por esa razón se les trató de reunir y conducir, sin embargo la organización fue tan mala que muchos de ellos siguieron yendo a la zona afectada por su cuenta y riesgo. Estos voluntarios son los que una y otra vez me decían que el desastre era mucho más grande y grave que el que salia por televisión.

Cuarto. Finalmente llegó el Ejército y las cosas empezaron a funcionar. El Ejército va dónde y cuando se le manda. Sea en la ex Yugoslavia o en Valencia. Existe la Unidad Militar de Emergencias que fue creada para ese mismo fin, y se puede movilizar si es preciso cualquier otra unidad también para ese fin. La UME rescató en el momento crítico a muchos de una muerte segura pero no fue desplegada completamente hasta varios días después. Lo mismo sucedió con otras unidades de Tierra y de la Armada. Sin embargo, causa sonrojo que para asistir a los afectados y limpiar calles primero llegaran los voluntarios y después el Ejército, sin que el Gobierno Regional no pusiera a trabajar a sus propios medios. Probablemente sea por la misma razón por la que se abandonó a los afectados durante días. El Ejército no tiene culpa de nada ni puede hacer ningún tipo de milagro, sólo ponerse a trabajar, pero en esta intoxicación valenciana se ha intentado poner a los afectados y al resto de la ciudadanía en su contra.

Quinto. La visita a la zona cero del desastre, es decir Paiporta, de los Reyes, el Presidente del Gobierno, y el Presidente del Gobierno Regional era necesaria pero fue mal organizada. No hubo la seguridad suficiente porque el Estado no tenía suficiente conocimiento de lo que se iba a encontrar, unos afectados que habían vivido lo aquí descrito, que tienen todo el derecho a conocer o desconocer lo que quieran, culpando a quién consideren que les ha causado el daño y les ha abandonado, y los pescadores en rio revuelto, que odian de forma atávica al gobierno de izquierdas del Gobierno Central por el simple hecho de tener la desfachatez de gobernar. Por eso se produjo el palazo contra Pedro Sánchez, pero también la ausencia de palazo para Carlos Mazón, y el careo público y notorio con el Rey, y la primera expresión de emoción en forma de lagrimas en toda esta historia por parte de la Reina. Este fue el Motín de Paiporta que quedará para la historia como la ruptura de los ciudadanos con su Estado.

Sexto. Llegamos al núcleo del mal, las incompetencias. España es un país fabuloso en el que depende quién gobierna en el Gobierno Central y en el Gobierno de las Autonomías es un Estado centralista o un Estado federal. Si el color político es el mismo se pueden hacer las cosas igual de mal, como mal se hicieron en el desastre medioambiental del Prestige, pero los políticos desde las diferentes instituciones no se agreden entre ellos, mientras que si difiere su grado de incompetencia y negligencia este pasa a ser criminal. El Gobierno Regional desde el principio hasta el final ha tenido la competencia del desastre, pero ante su notoria incapacidad no requirió, primero, ni el soporte necesario del Gobierno Central, ni la entrega de la competencia del desastre. De ahí, cómo decía al principio que ha habido mala fe en toda esta historia. Por eso en lugar de Gobierno Autonómico me he estado refiriendo en todo momento a Gobierno Regional, porque no ha actuado con autonomía sino como si fuera una dependencia del Gobierno Central contradiciendo el derecho constitucional: es una anomalía administrativa e institucional. Pero el Gobierno Central ante tal despropósito, a diferencia de lo que hizo en Cataluña en su momento otro Gobierno Central de otro color político frente a un desafío al Estado, que no entraremos a valorar aquí, no ha asumido la competencia, ni ha suspendido la Autonomía. Todo porque el Gobierno Central de Pedro Sánchez, frente a la oposición y sus ataques, no sabia que hacer, o calculó que tanto la deficiencia como el daño político iba a ser menor manteniendo en su lugar y con sus competencias al Gobierno Regional de Carlos Mazón. De ahí que subsidiariamente, podemos decir que ha habido cobardía, un rasgo humano perdonable, pero jamás olvidable cuando sus repercusiones afectan a personas que han sido abandonadas.

Séptimo. Como decía la bruja Avería en la Bola de cristal: viva el mal, viva el capital. Nuestras democracias liberales de mercado no están preparadas para este tipo de desastres, ni lo está el Estado, porque no invierte lo necesario para prevenirlos ni gestionarlos, ni lo está la sociedad porque cada individuo vive atomizado en su propia burbuja, ahora virtual, haciendo valida aquella frase de Margaret Thacher de que la sociedad es sólo la suma de individuos. No es que el pueblo no quiera ser pueblo es que ni le dejan serlo ni sabe serlo más allá de la sana o nefasta emoción. Está muy bien traída la frase de ‘el pueblo salva al pueblo’, pero este mismo pueblo que se presenta en masa a limpiar o aportar ayuda, hace mucho que olvidó cómo se hace porque delegó todo esto en el Estado protector. Entonces si aceptamos esta realidad cada individuo que es un ciudadano que paga sus impuestos a un Estado tiene derecho a que este le proteja y salve del desastre. El Estado del Bienestar europeo es siempre preferible al Estado Salvaje de los Estados Unidos, ahí tienen el desastre del huracán Katrina, y la pregunta que deben de hacerse los votantes cuando vayan a las elecciones es quién va a responder mejor ante este tipo de situaciones. Si un Gobierno que se dedica a hacer dinero, sobre todo para su amigos, cayendo algo siempre a los de abajo, u otro que no sabe hacer dinero pero que tiene un compromiso social, aunque a veces sea disparatado.

Octavo. Nadie dimite. El barro lo ha dejado todo hecho una porquería. Pero yo me acabo de desintoxicar. Estas Navidades, especialmente, no olvidéis a los valencianos.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 12 Diciembre 2024.