La paz en Ucrania de Donald Trump – por Francesc Sánchez

He estado esperando bastante tiempo para escribir este artículo, principalmente por la sucesión de hechos, básicamente reuniones y declaraciones sucesivas, desde que Donald Trump descolgó el teléfono e hizo una llamada a Vladimir Putin con la intención de terminar la con la Guerra de Ucrania. Después de pasado un tiempo, más que prudencial, en que hemos asistido a la discusión entre Donald Trump, J. D. Vance y Volodímir Zelenski, en el que otros actores en la guerra se han posicionado, y de haber redactado el parte del tercer año de guerra, ya me he hecho una composición de lugar para explicar en qué consiste esta paz en Ucrania. En las líneas que siguen voy a tratar de explicar muy claramente cómo veo yo el asunto, de analizarlo, y, por lo tanto, de dar también mi opinión, sea del agrado o no al que lo lea, desde la máxima honestidad por mi parte.

Empecemos por el planteamiento.

Primero

Donald Trump prometió en su campaña electoral terminar con la Guerra de Ucrania en veinticuatro horas. En la Guerra de Ucrania ha participado Estados Unidos desde el primer momento aportando cientos de miles de millones dólares en armamento que han terminado en compras en la Industria militar estadounidense. El negocio puede parecernos completo, pero indudablemente esos 350.000 millones de dólares de los que habla Donald Trump han sido a cargo del erario público de Estados Unidos. Prácticamente lo mismo sucede con la ayuda militar europea de 132.000 millones de euros, los países europeos no disponen de una industria militar propia con dimensión suficiente para abastecer de proyectiles ni para este conflicto ni para cualquier otro, efectuándose por lo tanto las compras al Complejo Militar Industrial de los Estados Unidos.

Segundo

Donald Trump quiere quedarse con la mitad de las tierras raras de Ucrania en compensación por el dinero invertido en la ayuda militar. Este tipo de tierras contiene todo tipo de minerales necesarios para la fabricación de alta tecnología de las que los Estados Unidos no disponen, y que su máximo competidor, es decir China posee más de un treinta por ciento alrededor del mundo. El presidente Zelenski manifestó en un primer momento que no aceptaría nunca esta compensación sino obtenía la garantía de seguridad del Ejército americano. Pocos días después se ha sabido que el Reino Unido y Francia habrían hablado también con Zelenski sobre la explotación de estas tierras raras. El fondo de inversión norteamericano Black Rock desde hace ya tiempo se ha dedicado a comprar cantidades ingentes de tierra en Ucrania para explotarlas de infinidad de maneras. Es lógico pensar que estos inversores, vengan de donde vengan, lo primero que quieran es asegurarse la propia inversión para poder, en este caso, extraer esas tierras raras y minerales, de ahí que la garantía de seguridad hacía estas inversiones podamos darla por hecha, cuestión diferente es que ésta se corresponda con la soberanía ucraniana.

Tercero

La Guerra de Ucrania si hacemos un balance de los territorios en disputa, desde que se inició el 24 de febrero de 2022 hasta nuestros días, se salda hasta hoy en beneficio de Rusia y en perjuicio de Ucrania. Rusia ha ocupado desde entonces el dieciocho por ciento del territorio ucraniano, unos 108.000 kilómetros cuadrados, con casi la totalidad de las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón, Zaporiyia, territorios a los que hay que sumar Crimea ocupada en el 2014. En cuanto a Ucrania ha ocupado 1.150 kilómetros cuadrados de territorio ruso en la región de Kursk. Rusia ha llevado a cabo referéndums en estas regiones favorables a la anexión con Rusia, ratificada por la Duma (el Parlamento de Rusia), y ha puesto en marcha, aunque los medios occidentales lo soslayen o minimicen, un plan de reconstrucción para los habitantes de estas regiones.

Cuarto

La Guerra de Ucrania ha provocado cientos de miles de muertes, la mayoría de ellas son bajas entre los dos Ejércitos que aún se están enfrentando. Esto ha provocado una tensión política, un énfasis de recorte de libertades y represión en Rusia, parte de la población apoya esta guerra, pero otra ni la apoya ni la pretende secundar yendo voluntariamente al frente. En Ucrania se ha instaurado la Ley marcial por la que todo hombre apto para el servicio puede ser movilizado, también se han prohibido partidos políticos, y Zelenski ha rebasado en más de un año su mandato de gobierno. La guerra ha supuesto la desaparición de una buena parte de hombres jóvenes aptos para la guerra. Nada más iniciarse la guerra se inició un éxodo de ucranianos hacía el exterior de no menos de 6,7 millones, principalmente hacía países de la Unión Europea, pero también hacía Rusia. Hay que sumar a esto 3,7 millones de desplazados internos desde la zona de conflicto hacia las que han permanecido parcialmente en paz. Los ucranianos que permanecen en su país, tanto en la zona libre como en la ocupada, no están en la misma situación que los palestinos en la Franja de Gaza, al borde de la inanición por falta de alimentos, y si hemos de hacer caso a Zelenski continúan con su vida, trabajando los mayores y estudiando los jóvenes, pero todos sufren los cortes de suministros, sobre todo energéticos, y todos corren diariamente el riesgo de perder su vida con los bombardeos.

Quinto

Los Estados Unidos y la Unión Europea establecieron una serie de sanciones económicas sobre Rusia para buscar un cambio de decisiones en el gobierno, la caída de este gobierno de Putin, o incluso inducir un colapso del sistema. Sin embargo, Putin hábilmente intercambió el destino de sus hidrocarburos de Europa hacía otros Estados como China, pero también la India, socios fundadores ambos del grupo de los BRICS, aguantando robustamente el daño que buscaban las sanciones. Rusia no ha obtenido el mismo montante de dinero por parte de China que el que recibía por parte del resto de Europa, pero si a esto sumamos que muchos países que la sancionaron han seguido comprando por necesidad estos hidrocarburos a través de países intermediaron, comprenderemos que estas sanciones no han funcionado. La neutralización de los gasoductos Nordstream en el Mar Báltico desde las ciudades rusas de Víborg y Ust-Luga hasta la ciudad alemana de Greifswald, fue un acto de terrorismo en contra de Alemania, que buscaba romper los lazos, en este caso energéticos, entre Rusia y la Unión Europea. El corte del suministro de las tuberías que discurren por territorio ucranio por parte del régimen de Kiev buscaba exactamente lo mismo. Los hidrocarburos que Europa no ha podido recibir de Rusia los ha tenido que obtener a un precio superior de Estados Unidos, Noruega, y otros productores. Recientemente se ha sabido que empresas norteamericanas han comprado la infraestructura del Nordstream: en el caso que se volvieran a poner en funcionamiento los Estados Unidos serían los que tendrían la llave y marcarían el precio.

Sexto

Por todo esto ya podríamos deducir que las consecuencias económicas de la Guerra de Ucrania en los Estados que conforman la Unión Europea han sido desastrosas. Lo probamos con el cierre de factorías y despidos en Alemania, un país en el que su economía he entrado en recesión, y en la subida de precios en todo tipo de productos en todos los países de la Unión Europea. Por si faltaba algo, esta situación, sumada al efecto de inseguridad que provoca el terrorismo islámico y la delincuencia común vinculada a la inmigración de origen musulmán, ha dado todo tipo de argumentos a formaciones políticas de extrema derecha que quieren ofrecer seguridad deportando a su país de origen primero a los delincuentes, y más tarde a todos aquellos, que dicen, no se hayan integrado en la sociedad del país que les ha acogido, y que, nuevamente según ellos, amenazan con destruir laboral y culturalmente sus sociedades. En el momento en que la Nueva Derecha americana liderada por Donald Trump apoya estas formaciones políticas de extrema derecha en su avance electoral por todo el continente, podemos cerrar un cuadro ya no sólo de desastre económico a raíz de la guerra, sino también político y social, rompiendo con décadas de alternancia en el poder de las mayorías de los democristianos y socialdemócratas, que amenaza no sólo el proyecto europeo, sino que pueden conducir, cómo ya sucedió en el pasado, a enfrentamientos entre nosotros.

Repasamos la historia reciente.

Primero

He leído hasta el abuso que el plan de paz de Donald Trump recuerda vivamente al Acuerdo de Múnich de 1938 por el cual, cobardemente, el Reino Unido de Neville Chamberlain y la Francia de Edouard Dedakuer, pactaron con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini la cesión de los Sudetes de Checoslovaquia de habla alemana que el Tercer Reich había ocupado. Esto se dice porque se establece un paralelismo con un supuesto reconocimiento del territorio conquistado por parte de Rusia en Ucrania de habla rusa por parte de Estados Unidos en función del plan de paz de Donald Trump que hoy aún desconocemos. Impecable. La diferencia entre ambos momentos históricos es que Rusia ha iniciado una guerra, que ésta lleva en marcha ya tres años, que los ucranianos es cierto que han resistido, pero no han logrado expulsar a los invasores, que los occidentales han estado apoyando a Ucrania desde entonces con ayuda militar y de inteligencia, y finalmente que Rusia dispone de armas nucleares y por lo tanto de disuasión nuclear, el detalle que siempre se pasa por alto. La geopolítica no entiende de justicia sino de fuerza, sólo un espejismo y la comprensión parcial de la historia del mundo desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial, en la que la Guerra Fría y el pánico a la destrucción mutua asegurada existió durante mucho tiempo, puede llevarnos a equivoco en esta cuestión.

Segundo

Pero sigamos jugando con la historia. Cuando concluye la Gran Guerra en 1918, después del armisticio entre los Estados enfrentados, se confeccionan todos los tratados que llevan a la desaparición de los Imperios centrales. En función de estos tratados se crean nuevos Estados bajo la filosofía e ideología de los famosos 14 puntos de Woodrow Wilson, pero también se establece la culpabilidad única sobre Alemania y las sanciones económicas que estrangulan la economía de los vencidos, plantándose así la semilla de la destrucción. Si a esto le sumamos las dificultades económicas añadidas de la República de Weimar tras el Crack bursátil de 1929, y la propagación de las ideas comunismo después de la revolución en Rusia, tenemos todo el terreno abonado para Hitler y los nazis, que primero entran en confrontación con las izquierdas y luego se harán con el poder reprimiendo toda disidencia. Puede que esto, quién más o quién menos, ya lo supiera, pero me atrevo a aventurar que no había establecido un paralelismo con el colapso soviético de 1991, que representó la desaparición de la Unión Soviética como Estado y entidad geopolítica, y la caída a los infiernos económica, social, y políticamente. Todas las promesas que se hicieron desde occidente a Mijaíl Gorbachov y después a Boris Yeltsin fueron incumplidas, la OTAN y la Unión Europea terminaron incorporando todos los países que anteriormente formaban parte del Pacto de Varsovia, y en algunos casos hasta de la Unión Soviética. Hasta que llegó Putin y restituyo el Estado.

Tercero

La historia no se repite exactamente, pero suele decirse que rima o es un movimiento circular, lo que no está claro es si este movimiento es ascendente. En cualquier caso, después de este repaso que he querido hacer, volvamos al dichoso 1938, pero no al Acuerdo de Múnich sino a la Batalla del Ebro, durante la Guerra Civil española, el intento desesperado del Gobierno de la República de querer implicar a las democracias europeas en la guerra, precisamente por alertar de un conflicto de proporciones aún mayores en todo el continente, que este acuerdo dejó sin parte de significación. Daba lo mismo que desde el principio Alemania y Italia hubieran estado apoyando con armamento y directamente con soldados a los rebeldes de la causa nacional, y daba lo mismo que la causa de la República fuera la justa, las democracias occidentales, incluido Estados Unidos, a través del Pacto de no Intervención de 1936 -el mismo año que se inició la guerra- abandonaron España a su suerte porque quisieron evitar un conflicto en Europa generalizado, en el que finalmente se vieron implicadas. Ni siquiera cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial fueron capaces de entrar en España porque ya se iniciaba un nuevo conflicto con la Unión Soviética, una Guerra Fría en la que España se temía fuera tomada por los rojos.

Cuarto

Ucrania pues no es ni Checoslovaquia, ni tampoco lo es España, ni siquiera Putin es Hitler, pero la historia tiene lecciones que deberían estar ahí para que quienes toman las decisiones las aprendieran para no repetir los mismos errores. La Guerra de Ucrania la inició Putin el 24 de febrero de 2022 pero el conflicto se inició al menos en los hechos de Kiev de 2014, cuando el presidente Víktor Yanukóvich aceptó un plan de libre comercio con Rusia en lugar de aceptarlo con la Unión Europa, y se puso en marcha la revuelta del Maidán, alentada y apoyada por los norteamericanos y europeos, que terminó dando un golpe de Estado. Entonces fue cuando medio país que constató que sus derechos eran pisoteados rechazo esta situación, Rusia ocupó y anexó la Península de Crimea, y se inició una guerra civil, precisamente en el Donbás, el territorio ocupado hoy por Rusia. Desde entonces, aunque Rusia, Ucrania, Alemania y Francia promovieran los Acuerdos de Minsk 1 y 2, que planteaban una Ucrania federal con una amplia autonomía para el Donbás, y que la propia Ángela en sus Memorias afirma que sólo sirvieron para dar tiempo a las partes para prepararse militarmente para la guerra, los europeos y los estadounidenses no hicieron nada efectivo para resolver el conflicto.

Quinto

La Rusia de Putin tenía sus propias razones, cómo son la no inclusión de Ucrania en la OTAN, la neutralidad de Ucrania, y la desnazificación del país, pero comprendió que jamás serían atendidas. Así pues, después de la huida de los norteamericanos de Kabul en el 2021, aprovechó este momento de debilidad de su viejo rival. Entonces llegamos al 24 de febrero de 2022. Momento en que Putin, después de volver a poner Ucrania encima de mesa de negociaciones, se le ocurre ordenar la invasión de Ucrania. La llamaron Operación Especial, porque hasta hoy no ha declarado el Estado de Guerra en Rusia, y pretendía derrotar fácilmente a los ucranianos, alcanzar Kiev, destituir al gobierno, y promover un gobierno afín a sus intereses como país, ya no sólo bajo su influencia sino a su servicio como un vasallo disciplinado. Este plan como sabemos fracasó por la resistencia de los ucranianos y por la ayuda militar occidental, momento en que en abril del mismo año Putin quiere llegar a un acuerdo con los ucranianos en Estambul, que habría significado probablemente la restitución de la mayoría de los territorios conquistados, pero que el Reino Unido y los Estados Unidos, es decir Boris Johnson y Joe Biden, sabotearon convenciendo a Zelenski de que debía continuar con la guerra. Han tenido que pasar tres años y morir un millón de personas para que aparezca algo parecido a unas negociaciones de paz para terminar con la guerra.

Llegamos a la paz o la guerra

Primero

León Tolstói escribió en 1867 la novela Guerra y paz en la que nos cuenta el enfrentamiento entre Rusia y Francia cuando Napoleón en 1812 decide invadir su territorio con más de 600.000 soldados, y este finalmente sucumbe tanto por la resistencia de los rusos como a las grandes distancias en pleno invierno, provocando un número impresionante de bajas, y viéndose obligado a retroceder en sus pasos, y por lo tanto fracasando estrepitosamente en su iniciativa. Este será el principio del fin de la Europa que había imaginado Napoleón, pero él aún no lo sabe, faltaran otras derrotas. Sin embargo, el legado de las ideas de la Revolución Francesa, y también de Napoleón, perdurarán en el tiempo en toda Europa y el resto del mundo, incluida Rusia, por partida doble. Porque Rusia ahí resistió como lo hizo frente a Hitler, marcándose esto a fuego en su alma como con un hierro incandescente, y porque las ideas de la Ilustración se implantaron para siempre, siendo el marxismo un camino más de las mismas. Pero esto quedaría incompleto si omitiéramos otras ideas más antiguas que marca la tradición, no por ello despreciables, que eran anteriores a las luces, y que, tanto en Rusia como en muchas otras partes del mundo, sin llegarse a comprender bien por sus seguidores, se resisten a la modernidad. Esto, sumado a los negocios, hace que la derecha rusa se entienda mejor con la parte de la derecha norteamericana, porque comparten su cruzada contra las ideas que consideran nocivas de la modernidad, simple y llanamente porque conducen, según ellos, a destrucción de los valores tradicionales.

Segundo

Nada de esto puede evitar, evidentemente, que los Estados Unidos de Trump entren finalmente en guerra con la Rusia de Putin, pero comparten fundamentos ideológicos poderosos que sus detractores ya han dejado en evidencia. Lo que yo me planteo es que alternativa planteaba la anterior administración norteamericana con la continuación de la guerra, la única posibilidad que me aparece una y otra vez, es la de que se perseguía la caída de gobierno de Putin, y por lo tanto el colapso del régimen, sin importar las consecuencias. Esto con el riesgo -no miente Donald Trump cuando habla de esto- de llegar a la Tercera Guerra Mundial, no tanto porque interese económicamente a ninguna de las potencias enfrentadas -aunque el enfrentamiento con China se nos muestra temerariamente como inevitable, y no contemplo que nadie prefiera estar en el mejor de los casos en la cima de una montaña de ruinas y escombros mientras cae la lluvia acida-, sino porque pudiera accidentalmente escalarse en el conflicto hasta llegar al uso de armamento nuclear. De ahí que sólo por el hecho de que Donald Trump afirme que quiere terminar con la guerra, terminar con la sangría de muerte, y evitar una escalada infinita, dando igual sus contraprestaciones, ya me merece un punto positivo.

Tercero

Cuestión diferente es qué tipo de paz puede alcanzarse. Hay toda una serie de expertos en relaciones internacionales y en derecho internacional que nos aseguran que no se puede acceder a las demandas de Putin, aunque parte de ellas ya sean hechos consumados, porque se establecería un mal precedente. Pero seamos sinceros y afirmemos que el derecho internacional después de la Segunda Guerra Mundial se creó por dos razones fundamentales: 1. aplicarlo entre aquellos países que eran débiles para que terminaran de enfrentarse, o para someterlos, y 2. como unas reglas básicas de convivencia en un mundo dominado por las superpotencias, en un orden internacional, todo sea dicho de paso, que ya no existe. Puede sonar mal que diga esto, pero el derecho internacional se le puede aplicar al Iraq de Sadam Hussein o la Yugoslavia de Slobodan Milosevic, pero no al Israel de Benjamín Netanyahu, a los Estados Unidos de George W. Bush, o la Rusia de Putin. No tengo ningún argumento moral en contra de los que dicen que es injusto lo que ha hecho Rusia y que no es justo que Ucrania pierda esos territorios, pero salvo el derecho de legítima defensa, y el por lo tanto el derecho a la vida, nada es justo en toda esta historia que hoy he querido traer a estas páginas.

Cuarto

Es muy difícil ganar en una mesa de negociaciones lo que se ha perdido en el campo de batalla. Rusia ha ganado la guerra y dudo mucho, me sorprendería, que Putin se retirará de los territorios que ha conquistado. Y no es cierto que occidente durante estos tres años haya abandonado Ucrania. Abandonados han sido los palestinos, abandonada fue España por las democracias occidentales durante su Guerra Civil. Abandonada en Ucrania por las potencias ha sido la paz y el entendimiento, por eso hoy nos encontramos en este escenario. No se puede hacer nada más que intentar salvar lo que se pueda y tratar de evitar que se vuelva a repetir la historia con Ucrania u otro país. Esta podría ser la posición de los Estados que forman la Unión Europea y el Reino Unido, y otros Estados como el de Canadá, e incluso China con sus socios BRICS. Pero no logro de entender porque los Estados de Europa occidental en lugar de sumar esfuerzos parece que prefieren, buscando su propia paz con Zelenski, continuar con la guerra. Y esta vez sin el apoyo militar y la cobertura por parte de los Estados Unidos. Durante un tiempo precioso y muy arriesgado porque Rusia, retirando los Estados Unidos su apoyo militar, podría incorporar más territorios, incluida Odesa, o ir incluso más allá, ocupando todo el territorio.

Quinto

La Unión Europea, y podemos agregar el Reino Unido, sinceramente creo que parten de dos premisas que no sé hasta que punto son realistas y viables, la primera apoyar una causa que consideran noble, y la segunda mantener en Ucrania el conflicto para retener a Rusia en su avance, el que ajustándose más o menos a la realidad, temen. Estaríamos hablando de algo conceptualmente y físicamente parecido a la Marca Hispánica para detener al islam en España durante la Edad Media. Lo que sucede es que esta Europa rompiendo el plan de paz de Trump, sea este el que sea, se está jugando su propia seguridad poniendo en riesgo el apoyo de Estados Unidos en la OTAN, y por lo tanto la defensa del continente. Los europeos después de la Segunda Guerra Mundial levantaron lo que hoy es la Unión Europea para desplazar la guerra del continente, pero esto lo consiguieron gracias a la seguridad colectiva que ofrecía la OTAN liderada por los Estados Unidos, en un enfrentamiento con la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Este noble principio de los artífices de la unión entre los europeos con la Guerra de la Ucrania ha saltado en los aires, hemos pasado de ser la isla idílica de la paz, a hacer llamamientos al enfrentamiento. La Unión Europea quiere proporcionarse su propia defensa, pero esto quiere hacerlo condicionada al enfrentamiento con Rusia en una guerra ya en curso en Ucrania, cuando Donald Trump ya ha amenazado con retirar sus soldados de Europa si los Estados europeos no incrementan sus presupuestos en defensa, y no deciden servirles dócilmente a sus intereses, sean estos los que sean.

Sexto

Y hasta aquí podíamos llegar. Ya hace mucho que dije que la Unión Europea debía de hacerse cargo de su propia defensa, y esto según los datos que ofrece el Consejo Europeo no seria disparatado: si sumamos el gasto en defensa de los países que forman la Unión Europea comprobamos que en el 2023 la cifra ascendía a 326.000 millones de euros, a lo que habría que agregar los 132.000 millones que se ha aportado al apoyo militar a Ucrania durante estos tres años de guerra. Rusia en plena guerra destinó en el 2024 la cifra de 462.000 millones. Y los Estados Unidos destinan de media por año unos 800.000 mil millones. De ahí que el esfuerzo europeo en defensa, coordinado con una estructura militar equivalente a la OTAN, o con una transformación de la misma hacía intereses más compartidos -por aprovechar estructura e infraestructura-, no sería inalcanzable. Cuando Ursula von der Leyen habla del esfuerzo de 800.000 millones se está equiparando a los Estados Unidos, pero una defensa europea, incluida la posibilidad de la creación de un Ejército europeo, a no ser sé que quiera un intervencionismo en el mundo, porque esto ya significaría la creación de un cuerpo expedicionario, no debería alcanzar dicha cifra. Lo que ya no puede ser aceptable ni justificable es que se lleve a cabo todo esto, más si es con un sobreesfuerzo, para mantener una posición servil a los Estados Unidos.

Séptimo

Emmanuel Macron está implicado a Francia, y por lo tanto a todos nosotros, de lleno en la Guerra de Ucrania. Ha facilitado a los ucranianos misiles de medio alcance, cazabombarderos Mirage, y satélites de espionaje militar. Se ha planteado incluso poner a disposición de la Unión Europea su sistema de misiles nucleares. El envío de soldados por parte de Francia o el Reino Unido a Ucrania para Putin seria una declaración de guerra, y en este caso desconocemos si la OTAN de Trump estaría de nuestro lado. En una charla en la participé en Universidad de Navarra una alumna me planteó un dilema existencial: ¿En el caso que Rusia atacará con armas nucleares a un país europeo cabía la posibilidad de que los Estados Unidos nos abandonaran a nuestra suerte? Mi respuesta fue que nada indica, como prueba la historia compartida de la Guerra Fría, que eso pudiera suceder, porque además tengo el convencimiento de que la única guerra nuclear que se puede ganar es aquella que no se inicia, pero hoy ya tengo más dudas.

Hay que concluir.

La Guerra de Ucrania es el resultado de una irresponsabilidad y dejación de funciones mayúscula por todos aquellos a los que les pagamos un buen sueldo. Muchos de ellos lejos de corregirse siguen en su empeño en la ruta hacia el infierno. Vamos entrando cada vez más en aquel río del Corazón de las tinieblas de Joseph Conrad sin que los que llevan el barco decidan pararse por un momento a pensar de dónde venimos y hacia dónde vamos. Aquí ya no se trata de quién tiene la culpa ni en quién debe ceder primero, y en qué ceder, sino de hacer un esfuerzo colectivo por terminar con este desastre. Hoy la peor parte se la llevan los ucranianos, y también los palestinos, los sirios se están matando, y los congoleños masacrando, la lista de pueblos de la que casi nadie presta la menor atención es interminable. Ni Donald Trump ni Vladimir Putin son santos de mi devoción, como tantos otros para que engañarse: esta negociación de la paz vergonzosa recuerda mucho al reparto colonial entre potencias en un territorio africano, pero si logran entenderse, insisto, partiendo de la base que son los que tienen la mayor fuerza, con las matizaciones que se quiera desde otras posiciones, es preferible, por la cuenta que nos trae, a que estén enfrentados. En cuanto a nosotros, como europeos, primero si queremos formar parte de una mejor solución, debemos posicionarnos, hablar claro y plantear qué es lo que queremos, pero no debemos alimentar más el conflicto, o contentarnos con llegar los últimos para pagar la cuenta, luego debemos crecer, crecer interiormente. Entonces será cuando tendremos la posibilidad de hacer mejor las cosas en el mundo. Y esto es lo mismo que debe hacer también el resto.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 8 Marzo 2025.