En la pasada tarde el Ejército israelí ha bombardeado el cuartel general de Hezbolá en el sur de Beirut donde se encontraba el líder de la milicia, Hasán Nasralá. Durante la noche la información sobre la situación del líder del Partido de Dios ha sido contradictoria, unos lo daban por muerto y otros mantenían que había sobrevivido. En el ataque, que ha destruido seis edificios, ha habido un número indeterminado de muertos y heridos. Los bombardeos en la ciudad han continuado durante toda la noche. La orden de esta acción militar la dio personalmente Benjamín Netanyahu desde Nueva York, después de dar su discurso en la sesión plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde señaló que no tolerará que se «lancen cohetes contra Israel», aseguró que «no hay lugar en Irán que el largo brazo de Israel no pueda alcanzar, y eso vale para todo Oriente Medio», y tendió la mano a Arabia Saudita para crear «una alianza entre árabes y judíos». En su intervención nada dijo sobre el plan de alto el fuego entre las partes que se han comprometido a impulsar los Estados Unidos, Francia, y otros Estados. No hace falta, con el asesinato de Hasán Nasralá deja claro que su solución en el conflicto es la erradicación de Hezbolá, y por lo tanto la continuación de la guerra en el Líbano.
Benjamín Netanyahu en las Naciones Unidas mostró dos mapas, uno donde aparecen en color negro Irán, Iraq, Siria, Yemen y el Líbano bajo el título de maldición, que define como un mundo oscuro y de terror, que impide el comercio, y otro que se opone al anterior con los Estados de Egipto, Sudán y Arabia Saudita en color verde bajo el título de bendición, con los que Israel propone una ruta comercial y energética, crear un auténtico vergel en el desierto, en el que Israel tendría el papel de interlocutor entre Europa y Asia. Benjamín Netanyahu fundamenta su plan en la paz con Egipto de 1979 y en función de los Acuerdos de Abraham de 2020 impulsados por el presidente Donald Trump, que normalizaron las relaciones diplomáticas y comerciales de Israel con Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán, y Marruecos. Faltaba Arabia Saudita. En cuanto al denominado Eje de la Resistencia, como sabemos, se opone a Israel y su política hacía los palestinos desde la fundación del Estado judío. La República de Irán tiene una alianza con Rusia, Estado que a su vez es aliado de China, y que, a su vez a través de la organización de los BRICS, mantiene una alianza económica con otros Estados.
Esta es la propuesta de Benjamín Netanyahu. Da a elegir a la comunidad internacional entre estas dos opciones que se excluyen entre sí. En función de esta información los planes del Estado de Israel no se limitan a continuar con los bombardeos contra Hamás y Hezbolá si no se rinden, si no que como señalábamos en un artículo anterior busca la erradicación de ambas organizaciones, estando dispuesto, y en función del mapa de la maldición, a exigir el mantenimiento de las sanciones sobre Irán y a expandir e intensificar el conflicto, golpeándole cuando lo crea conveniente, buscando, por lo que dice Benjamín Netanyahu, una alianza con Arabia Saudita, y si prestamos atención al mapa de la bendición, también con Egipto, Sudán, y el resto de países con los que ha restablecido relaciones, para transformar Israel en el punto de encuentro para el comercio entre Europa y Asia. El líder israelí no explica cómo se puede poner en marcha este plan geopolítico, esta realidad alternativa, con una guerra en marcha y sin que surjan más tensiones, cómo espera obtener el apoyo de estos Estados árabes, pero si nos atenemos a los hechos y al contexto regional esta propuesta se podría traducir en la promoción de una auténtica guerra regional, en la que Israel parece querer enfrentar al islam sunita representando por estos Estados contra el islam chiita que lidera Irán. Una pretensión que la comunidad internacional no puede ni aceptar ni tolerar.
Hasta este momento la República de Irán y los líderes árabes guardan silencio. Rusia, China, y la India hacen lo propio. Estados Unidos y la Unión Europea también guardan silencio. Todos observan y guardan silencio. En la tarde de ayer en multitud de ciudades españolas salieron muchos ciudadanos a manifestarse en contra de la guerra y en apoyo al pueblo palestino y libanés que está sufriendo los bombardeos israelíes. Manifestantes que Benjamín Netanyahu desprecia y afirma que «están financiados por Irán». Nuestros gobernantes no pueden andarse con medias tintas o con ambigüedad por más tiempo en este conflicto armado, y deben poner en marcha desde España en la Unión Europea una política internacional unitaria y las medidas que sean necesarias para neutralizar y evitar que se intensifique y expanda la guerra en Oriente Medio, que hoy sufren los palestinos y los libaneses, pero mañana pueden sufrir todos sus pueblos. Incluido, en mucha más intensidad, el pueblo de Israel. Sin obviar que la Guerra de Ucrania sigue su curso y está asociada también a todo lo que suceda en Oriente Medio. Ambos conflictos, como españoles y europeos, nada bueno pueden traernos, y pueden terminar por arrastrarnos totalmente tanto militarmente como por sus consecuencias económicas, de ahí que es imperativo hacer lo posible para concluirlos.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 28 Septiembre 2024.