El Ejército de Israel en los tres últimos días ha bombardeado más de 1.000 objetivos en el Líbano, marcados «como militares», infraestructura de lanzamiento de cohetes y almacenamiento, pero también multitud de edificios civiles, provocando la muerte de al menos 600 personas y un número indeterminado de heridos, que siempre, según fuentes israelíes, serian «miembros de Hezbolá». Este ataque es una respuesta al constante lanzamiento de cohetes por parte del Partido de Dios en apoyo a Hamás desde que se iniciaron los bombardeos sobre la Franja de Gaza, que han provocado al menos 40.000 muertes directas, en una guerra de aniquilación desde que los milicianos el 7 de octubre del año pasado asesinaran a 1.200 israelíes y tomaran como rehenes a 250 más. Israel justifica los bombardeos «selectivos» sobre el Líbano para garantizar la seguridad de las poblaciones del norte de su territorio, en las que sus habitantes viven en una tensión permanente. Este ataque se produce una semana después de que Israel haya lanzado un ataque inédito en la historia militar y de inteligencia contra más de mil dispositivos de envío de mensajes y Walkie Talkie, que usaban miembros de Hezbolá, haciéndolos explotar todos al mismo tiempo, provocando un número indeterminado de muertes y heridos.
En estos momentos no sabemos si se va a producir la invasión terrestre del Líbano, pero la preparación de soldados y vehículos armados así lo parece indicar. En el pasado sí lo hicieron en 1978 y 1982, en un contexto de Guerra Civil libanesa para expulsar a la Organización para la Liberación de Palestina de Yaser Arafat, y más recientemente en el año 2006 para combatir a Hezbolá, siendo derrotados, y por lo tanto sin obtener los resultados deseados. El Partido de Dios liderado por Hasán Nasralá, lejos de ser un grupo terrorista, aunque lleve a cabo actos terroristas, como se nos publicita continuamente desde Israel, es una organización política y militar fuertemente implantada en el Líbano, que nació durante la primera ocupación israelí del Líbano, que recibe ingente armamento y financiación por parte de Irán, que a la práctica ha creado un Estado dentro del propio del Estado libanés, una república débil y fragmentada en diferentes confesiones político-religiosas, que conocen su propia historia.
Podemos aceptar la lógica del Estado de Israel como cualquier otra. Por muy retorcida que ésta sea. El hecho es que estos bombardeos sobre posiciones de Hezbolá en el Líbano, cuando aún los milicianos no se han recuperado del ataque a través de los dispositivos móviles, no quedaran sin respuesta, e incrementan el riesgo de una escalada militar regional que termine implicando a los aliados de estas organizaciones. La República de Irán, en este contexto, y en represalia de los asesinatos selectivos de Israel contra miembros de la Guardia Revolucionaria, la noche del 13 de abril atacó el territorio israelí con más de 320 drones y misiles de medio alcance. La mayoría fueron interceptados y apenas se produjeron bajas pero esta acción militar es una prueba de que Irán tiene la capacidad de golpear a Israel si se lo propone. Cuestión diferente es que quiera hacerlo. Lo mismo sucede con lo que queda del Estado de Siria, pero sí puede ofrecer suministros, y una ayuda militar en caso de invasión, y en el caso de Yemen puede continuar atacando barcos mercantes en el Mar Rojo con una incidencia importante en el comercio internacional. De ahí que la planificación y la ejecución de estas acciones militares por parte del Estado de Israel en manos del gobierno de Benjamín Netanyahu podemos decir que no son justificadas en base a los hechos con el derecho a la defensa, y son temerarias por las consecuencias que se pueden derivar.
Desde la fundación del Estado de Israel los israelíes se han visto envueltos en diferentes guerras convencionales y asimétricas contra Estados árabes y milicias de todo tipo, pero si no me falla la memoria nunca habían llegado tan lejos. Tendríamos que retroceder hasta la Guerra de los Seis Días de 1967 para establecer un paralelismo, y en ese caso el enfrentamiento fundamentalmente fue contra ejércitos convencionales y no milicianos, e indiscutiblemente no en contra de la población civil. La sucesión de imágenes de niños muertos o heridos por los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza son algo insoportable para la opinión pública y forman parte de los crímenes de guerra. Si hoy Benjamín Netanyahu va a la guerra y de esta forma y en este momento, no es sólo porque si la pierde se le ha acabado su carrera política y probablemente será juzgado por causas de corrupción pendientes, sino porque el Estado de Israel cree que se ha abierto una ventana de oportunidad para golpear a sus enemigos atávicos, e intentar erradicarlos a medio plazo, quién sabe también si con la pretensión de conquista de territorios, generando un contexto en el que si el conflicto se escala regionalmente, el próximo presidente de los Estados Unidos se vea obligado a apoyarles.
De hecho, es exactamente lo mismo que intentaba hacer Volodímir Zelenski con Rusia en su incursión en la región de Kursk, y ahora lo sigue intentando con el lanzamiento de misiles de medio alcance para atacar objetivos militares también en territorio ruso. Dos conflictos armados, por cierto, que si nos atenemos a las alianzas que mantienen los que en ellos se enfrentan no están exentos de asociación. De ahí que hay quien piensa, que, aunque objetivamente un conflicto mundial sea improbable porque el mundo está económicamente globalizado y porque todos perderíamos, es posible. Es el momento de la política y la diplomacia con mayúsculas para neutralizar la escalada del conflicto.
Lamentablemente los garantes de la paz y la seguridad que hoy tenemos, y muy específicamente la Unión Europea, han decido renunciar a su papel equilibrador, no ya en el mundo sino en nuestras propias narices, alimentando la guerra con el envío de armamento tanto a Israel como a Ucrania, que previamente han comprado a la industria militar estadounidense. Los que entienden de estas cuestiones, y asesoran a nuestros gobiernos, siguen teniendo fe en que el régimen de los ayatolas y el régimen de Putin sucumban ante sus propios pueblos en una rebelión por los efectos de la guerra. Pero hasta el momento, aunque existe una disidencia tanto en Irán como en Rusia, no es tan significativa o no quiere dar el paso de enfrentarse a sus Estados. Probablemente, entre otras cosas, porque conocen su propia historia mejor que nosotros conocemos la nuestra. No me gustaría dejar de decir que tenemos 650 soldados españoles en el sur del Líbano en la misión FINUL de Naciones Unidas. Fueron enviados para el mantenimiento de la paz, y en este momento, cuando todo está a punto de saltar por los aires, no me gustaría estar en su pellejo. Sería conveniente que los israelís, desde los más pacifistas hasta los más belicistas, se paren a pensar por un momento en que es lo quieren y que consecuencias pueden tener las acciones que Benjamín Netanyahu está llevando a cabo. De lo que decidan hacer, la historia, como siempre, registrará los hechos.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 26 Septiembre 2024.