
Cuatro años después ha vuelto. Y lo ha hecho con un poder ilimitado. El rumbo de Estados Unidos y de buena parte la humanidad puede cambiar significativamente si no se produce, cómo sucedió con la pandemia, un incidente significativo. Te podrá gustar más o menos pero Donald Trump desde el principio está firmando ordenes ejecutivas para beneficiar a las grandes empresas y a las cuentas públicas, para perjudicar la economía de Canadá y México, y también China, con amenaza de aranceles de un 25 y 10 por ciento respectivamente. En un mundo globalizado esto puede parecernos un error -o una locura- pero obedece a una lógica muy clara. Donald Trump quiere aplicar una política económica proteccionista, que amenaza también a la Unión Europea, porque dice que no compramos nada -mentira cochina- que produzca su país. Esto se suma a la salida de la Organización Mundial de la Salud, y del Acuerdo de París para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, y al fin de la ayuda al desarrollo para los países más empobrecidos. Pero Donald Trump no es aislacionista sino intervencionista en aquellas cuestiones que interesan exclusivamente a los Estados Unidos, de ahí que quiera apropiarse del Canal de Panamá, y que haya amenazado a Dinamarca con sus intenciones de apoderarse de Groenlandia por cuestiones de seguridad, y añadiremos también, energéticas, sin que la Unión Europea haya contestado adecuadamente. Esta es una cuestión clave porque mientras asegura que quiere que su país perfore nuevos pozos de petróleo, y sus empresas fabriquen coches grandes como en la época del sueño americano, quiere desentenderse de la Guerra de Ucrania que promovieron los demócratas, mientras Europa hizo desaparecer su política internacional, ha perdido el petróleo y el gas ruso, y ahora que podría desmarcarse, patéticamente la Unión Europea pretende continuar alimentando, sin una industria militar propia, comprando desde entonces toda la munición a los Estados Unidos.
Esto es lo importante. Ahora podemos agregar los usos y costumbres de la Nueva Derecha americana que se oponen a los de los liberales progresistas, más o menos woke -despierto-, en esta guerra cultural en los Estados Unidos que se ha extendido por todas partes, adoptándola tanto la extrema derecha como la izquierda en Europa y Latinoamérica. Este punto es más importante de lo que parece porque el hecho que en un país cortado por la mitad, entre puritanos y nihilistas, se discuta la existencia de más de dos géneros, el apoyo o no a la política inclusiva con discriminación positiva en función del género o raza, y la aceptación o no de un modelo multicultural en un país creado por inmigrantes, pero asaltado en las calles por la cara menos amable de los sin papeles, ha llevado a muchos estadounidenses a apoyar decididamente a Donald Trump, en un momento en que la corrección política era asfixiante, y los oligarcas de la tecnología le dieron también todo su apoyo, sin que el orden de los factores alteré el producto. Los grandes temas como la educación o un sistema sanitario públicos semejantes a los que disfrutamos en Europa, y también en Canadá, han quedado fuera de la agenda republicana, pero también demócrata. Ese es el problema de no haber hecho nada al respecto durante cuatro años de administración muy liberal y progresista de Joe Biden, y mostrar como principal mérito de la candidata sustituta, es decir Kamala Harris, el apoyo millonario a su campaña por parte del gran capital. El americano medio, blanco pero no sólo blanco, ha percibido como Clint Eastwood en Gran Torino que el país ha cambiado y se ha llenado de personas inmigrantes, en el mejor de los casos con códigos culturales diferentes, y en el peor de los casos delincuentes. Con la diferencia de que el personaje de Clint Eastwood comprendió bien la cuestión y puede que los votantes de Donald Trump no la hayan comprendido. Esa es su guerra con México y con todos los que califican de espaldas mojadas después de cruzar el Rio Grande. Realmente las imágenes de miles de personas viviendo en la calle, muchos de ellos adictos al fentanilo como almas en pena, han hecho tanto daño como el hecho de que muchos trabajadores no salgan de la pobreza ni de la exclusión social, en el país más rico y poderoso del mundo. Esta América ha roto definitivamente con el sistema.
Llegamos al punto que no quería llegar, el de hacer leña del árbol caído, pero quizá a alguien le aclare más las cosas si hablamos de la política internacional errática de Joe Biden, que ha sido muy impopular entre sus propias filas, tanto izquierdistas como derechistas: un ciclo hacia el infierno que se inició con la estampida de Afganistán, la promoción y alimentación de la Guerra en Ucrania, y el genocidio en Palestina, todo financiado por las arcas del erario público. Llegamos al disparate de ver como los Estados Unidos después de más de veinte años abandonan Afganistán en manos de los hospederos de los terroristas del 11S, contemplamos conmocionados cómo no evitaron y se metieron -y nos metieron- en una guerra en Europa entre parientes, en la que la Rusia de Putin no sólo parece intacta si no que se ha apoderado de un tercio del país, y permanecemos impotentes al ver como Israel machaca a los palestinos sin piedad, mientras Joe Biden proporcionaba a Israel bombas y lanzaba al mismo tiempo desde aviones ayuda humanitaria. Y esto último sólo para que Donald Trump se haya ganado a su favor a los fascistas que gobiernan Israel, y he de entender a los sionistas norteamericanos que les apoyan, asegurando que él va a ser mucho más duro con estos palestinos. No es de extrañar y todo tiene su consecuente explicación: si recordamos los Acuerdos de Abraham, y a este plan geopolítico de Israel para Oriente Medio al que llamé la bendición y la maldición, que irremediablemente llevará a la guerra contra los iraníes. Para finalizar el mandato de este hombre, con los problemas y achaques de la edad, que era Joe Biden, los islamistas, que profesan la misma ideología que llevó a cabo el 11S y nos hizo pagar nuestra propia cuota de sangre, han tomado Damasco, y el dictador ha huido siendo acogido en la Rusia de Putin. La guerra en estos últimos días se está abriendo paso en el Congo, de ahi procede buena parte del coltán con el que están hechos nuestros dispositivos digitales, nada parece indicar que con Donald Trump las cosas vayan a ir mejor.
Pues vale. Donald Trump es igual de racista que machista. Esto ya lo sabíamos. No es ninguna novedad, en la película La Jauría Humana (The Chase) de Arthur Penn, ya salia retratada cómo es buena parte de la sociedad blanca norteamericana, infantil y peligrosa, pero también valiente y con sentido de la justicia en los momentos difíciles. En Cayo Largo (Key Largo) de John Huston, un mafioso venido a menos llamado Johnny Rocco ha secuestrado a todos en un pequeño hotel durante una tormenta y Frank McCloud, un veterano de la guerra intenta permanecer al margen, pero obligado por las circunstancias, afirma que tiene la esperanza de un mundo en el que no haya lugar para Johnny Rocco. Desde el otro lado del Atlántico no podemos esperar nada bueno de Donald Trump porque este nuevo imperialismo americano que promueve es incompatible con nuestra realidad política, social, y económica, como españoles y como europeos. Es significativo que la Nueva Derecha europea, que de nueva tiene lo que Franco de demócrata, esté en sintonía ideológicamente con Donad Trump, y -lo que es más grave pues se declara soberanista- muestre pleitesía en un acto de traición. Esto en una Europa valiente podría ser un aliciente para trabajar conjuntamente, pero no soy optimista, porque Donald Trump va a tratar de desunirnos, y nuestros políticos están perdidos como Teseo en el Laberinto del Minotauro, con la diferencia de que Ariadna ésta vez se ha emancipado. En cuanto a Estados Unidos sólo espero que no terminen con la secesión de California y Texas, que conllevó a la Guerra Civil (Civil War) que nos trajo Alex Garland, con destino fatal para su presidente, después de que los políticos y los ciudadanos dejaran de hacer caso a los periodistas, y estos a sus principios.




Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 4 Febrero 2024.