Auschwitz – por Francesc Sánchez

Auschwitz II - Birkenau - Entrance gate and main track. Photo shot in summer 2004 - C. Puisney - Wikimedia Commons

El texto que tengo entre manos me lo motiva Auschwitz: Los nazis y la solución final, de Laurence Rees, un vasto recorrido por la que fue la mayor fabrica de muerte en el Tercer Reich.

El hecho sucedió en una clase de prácticas de Ética. Hará unos diez años cuando estudiaba Filosofía. Se nos mostraba una noticia que desvelaba las conexiones que había entre varios miembros del partido de derechas y xenófobo del difunto Haider en Austria con la jerarquía nazi. Se nos quería mostrar que no era ético que decenas de años después los descendientes de unos nazis articularan una política con respecto a la inmigración que lamentablemente nos hacia recordar al nacionalsocialismo. De repente sucedió el hecho: un alumno se levantó y le dijo al profesor que ya estaba bien de utilizar el nazismo para mostrar el mal, que tampoco eran tan malos, que se había exagerado mucho lo de los campos de concentración, y que ahora los judíos también cometían crímenes. Todo el mundo callado. Me tuve que levantar y replicarle: los campos de concentración y exterminio existieron y pruebas hay para decirlo. El que el estado de Israel cometa crímenes en ningún momento inválida las matanzas de judíos que llevaron a cabo los nazis. Y en efecto todo esto es un ejemplo de maldad y no era –y sigue siendo- ético que se levante la bandera contra la inmigración.

El texto que tengo entre manos me lo motiva Auschwitz: Los nazis y la solución final, de Laurence Rees, un vasto recorrido por la que fue la mayor fabrica de muerte en el Tercer Reich. En este campo de concentración y exterminio se asesinaron más de 1.200.000 personas, de las que la inmensa mayoría eran judías (*1). Decenas de testimonios de supervivientes y de verdugos nos cuentan sus terribles experiencias sin perderse de vista el contexto general que enmarca el campo de Auschwitz en la Segunda Guerra Mundial.

La primera pregunta que me irrumpe es ¿Por qué fueron capaces de crear ese siniestro plan? Porque podían hacerlo. Desde el ascenso al poder de Hitler en Alemania –y desde antes- el odio hacia los judíos formaba parte de los discursos nazis. Se les responsabilizaba de la derrota en la Primera Guerra Mundial, se les culpaba de la crisis económica, se les consideraba diferentes, inferiores a la raza germánica aria. Podían hacerlo porque Hitler y los nazis –desde su ascenso al poder con el apoyo del gran capital- tenían el monopolio sobre la violencia en Alemania. Podían hacerlo porque los nazis tenían el apoyo –aunque muchos no supieran nada de los campos de exterminio- de la mayoría de los alemanes. Por esto los judíos y toda la oposición al régimen fueron barridos.

Con el inicio de la guerra y la invasión de Polonia se pensó en la expulsión de los judíos, en su traslado al Este, primero hacia ese país y más tarde fuera del Reich. Su lugar lo ocuparían familias de origen alemán que vivían fuera de Alemania. Fue el momento en que se crearon los guetos en Polonia, barriadas separadas del resto de la ciudad, en donde eran concentrados los judíos. En estos guetos (Varsovia, Lódz, etc.), organizados por los propios judíos, sus habitantes para sobrevivir tenían que trabajar en lo que saliera. Sin embargo en el frente oriental, en el avance alemán hacia las entrañas de Rusia, atravesando Ucrania y Bielorusia, las matanzas de población civil fueron sistemáticas. Hitler y Himmler empezaron a intercambiar opiniones sobre que hacer con los judíos del Este. La solución final fue rubricada el 20 de Enero de 1942 en la Conferencia de Wannsee. Los campos de Belzec, Treblinka, Chelmo, Majdanek y Sobidor se pusieron en marcha. Fue la conocida como Operación Reinhard que contemplaba asesinar –entre otros- a los judíos polacos (*2).

Auschwitz en sus inicios fue un campo de concentración para la disidencia polaca. Luego la I.G. Farben construyó cerca una fábrica de caucho sintético en donde los trabajadores –mano de obra esclava- procedían del campo. Más tarde con la ampliación de Birkenau se convirtió progresivamente en una fábrica de muerte. El mecanismo funcionaba así: llegaba el tren repleto de judíos y se les hacia descender hacia una rampa, en ella los médicos hacían una selección de quién era apto para trabajar y quién no lo era. Los más débiles eran llevados directamente a una estancia donde les hacían desnudarse y de ahí a las duchas. El gas, el Zyklon B, terminaba con ellos en cuestión de minutos, luego sus cuerpos eran llevados a los crematorios. Para los nazis este método de exterminio les ofrecía la ventaja de no dejar –contrariamente a lo que había ocurrido en el frente oriental tras múltiples matanzas de civiles- secuelas psicológicas a los soldados alemanes.

La administración y seguridad del campo correspondía a las SS. Les ayudaban los kapos, criminales y delincuentes que se encargaban de meter en cintura a los demás, que disponían de un trato de favor por parte de las SS. Finalmente estaban la inmensa mayoría de presos que tenían que trabajar en el campo en los más variopintos trabajos. Desde trabajos forzados al aire libre al trabajo sucio que los alemanes no querían hacer. Uno de los trabajos más preciados a cubierto, que normalmente llevaban a cabo las mujeres, era el de separar y recoger en el Canadá (*3) los objetos de valor entre las ropas de los nuevos llegados. Más penoso eran los trabajos que llevaban a cabo los sounderkomando, encargados de recoger e introducir en los crematorios los cuerpos de miles de compañeros. ¿Por qué lo hacían? Para sobrevivir. No creo que sea la cuestión el juzgarles pero tampoco el ver en su supervivencia a cualquier precio grandeza alguna: su trabajo formaba parte del mecanismo que les iba a llevar a la muerte.

En Auschwitz la corrupción por parte de los miembros de las SS era frecuente, hasta tal extremo, que el propio Himmler llegó a tomar cartas en el asunto. Todo aquello que llevaban consigo los que llegaban al campo podía ser objeto de acaparación por parte de los miembros de las SS.

En la primavera y el verano de 1944, estando ya cerca el final de la guerra, Auschwitz funcionó sin parar: de los 760.000 judíos que había en Hungría, 438.000 fueron trasladados a Auschwitz y fueron asesinados. ¿Qué razones llevaron a los nazis a tomar esta decisión? Se ha planteado que las motivaciones eran ideológicas, quizá uno de los últimos coletazos de esa siniestra política, pero ante todo había razones prácticas: Hungría era uno de los pocos países de la Europa oriental que aún no había sido saqueado. Así pues, en un momento de más necesidades para el Reich, el ejército alemán entró en Hungría, y la mayoría de los judíos húngaros fueron deportados, dejando sus riquezas en manos de los nazis. Se ha planteado por qué los aliados no bombardearon los campos, cuando ya se sabia en que consistían, evitando así éstas últimas matanzas. La respuesta de los aliados fue que la prioridad era ganar la guerra. Esto me lleva a otra pregunta que tampoco tiene una fácil respuesta ¿Por qué no se facilitó –antes de que empezaran los primeros traslados en tren hacia los campos- la emigración de los judíos hacia países seguros? Tan solo Dinamarca facilitó –ya habiéndose iniciado la guerra- la emigración de los judíos daneses hacia Suecia, el resto de países ocupados o por ocupar no solo no facilitaron esa huida si no que colaboraron abiertamente con los nazis.

Los alemanes perdieron la guerra y llegó la liberación para los campos. El mundo descubrió el horror: las imágenes del lamentable estado en que se encontraban los reclusos en Bergen-Belsen dieron la vuelta al mundo. Pero en el Este para muchos judíos no terminó todo, cuando llegaron a sus casas se encontraron con que otras personas las ocupaban; también se encontraron con desprecio. Esta fue una de las causas de la emigración hacia Palestina de muchos judíos y la posterior creación del estado de Israel. Los europeos y los norteamericanos liberaron los campos pero fueron incapaces de resolver el presente para los judíos.

Para los soldados soviéticos que habían estado en los campos les esperaba un viaje a Siberia, donde un gulag (campo de trabajos forzados) les esperaba. Stalin consideraba traidores a los supervivientes.

Entre el 1945 y 1946 se celebraron los Juicios de Núremberg donde varios jerarcas nazis fueron procesados y ejecutados por crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad, genocidio y guerra de agresión. La mayoría mantuvo que actuaron como lo hicieron porque recibían órdenes. Tan solo uno –con una pena de 20 años de cárcel- pidió perdón, Albert Speer, el arquitecto de Hitler.

Hay un debate entorno a la gravedad –y la maldad- que representaron los campos y su comparación con bombardeos sobre ciudades alemanas. Laurence Rees mantiene que fueron peor los campos porque los bombardeos no se hacían sobre personas si no sobre edificios y que en última instancia el enemigo podía rendirse. Para mí los muertos valen lo mismo. No puedo considerar menos mala la muerte de civiles tras el bombardeo de ciudades alemanas por parte de los aliados. Pues no eran un objetivo militar. Como no lo eran tampoco los cientos de miles de japoneses que murieron tras el lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. O los cientos de miles de iraquíes que han muerto directa o indirectamente por la guerra. La diferencia con los campos de concentración y exterminio, si queremos verla, estriba en que ésta fue la planificación y ejecución de toda una oposición y un grupo étnico y religioso –el judío-. Lo mismo que representó el genocidio de los hutus contra los tustis en Ruanda, el genocidio que llevaron a cabo los otomanos contra los armenios, o la limpieza étnica en la ex Yugoslavia (*4). En la propia España el bando nacional, durante y tras la guerra civil, cometió un genocidio ideológico contra los rojos y los anarquistas (*5), y a día de hoy, a instancias de un sindicato y una organización de extrema derecha (heredera directa del franquismo), se quiere apartar de la carrera judicial a un juez (*6) que trata de encontrar los restos en las fosas comunes de estos perdedores para sus familiares.

Finalmente no puedo terminar un poco por donde empecé. En nuestros días el Estado de Israel, que en buena medida como hemos visto fue el bote de salvavidas de muchos de los judíos que sobrevivieron a los campos, siendo muy blandos, maltrata al pueblo palestino; muchos palestinos tuvieron que abandonar sus tierras desde la creación del nuevo estado. Tal como dije esto no invalida el Holocausto pero éste no puede ser tampoco la cuartada para los crímenes que comete el estado judío. La franja de Gaza –salvando las distancias- recuerda lamentablemente a los guetos de judíos que planificaron los nazis. Éticamente, precisamente por haber sufrido tanto los judíos, su actuación es reprobable y merece ser denunciada.

Un aviso para la historia. Auschwitz y el resto de campos de concentración y exterminio nazis fueron más que un aviso para la historia, fueron la constatación de lo más bajo que pueden llegar a caer los seres humanos. Unos seres humanos normales y corrientes que en un mal día, llevados por una deriva de autoritarismo e intolerancia hacia los otros, se convirtieron en monstruos por acción u omisión. Nuestro deber, si hemos aprendido algo de la historia, es impedir que otros Auschwitz se sigan reproduciendo.

Anotaciones:

1 – En concreto 438.000 judíos húngaros, 300.000 polacos, 69.114 franceses, 60.085 holandeses, 55.000 griegos, 46.099 checos de Moravia, 26.661 eslovacos, 24.906 belgas, 23.000 alemanes y austriacos, 10.000 yugoslavos y 7.422 italianos. Hay que añadir 70.000 presos políticos polacos, los más de 20.000 gitanos, los centenares de testigos de Jehova, y decenas de homosexuales.

2 – En la Operación Reinhard se asesinaron a 1.700.000 personas, principalmente judíos y gitanos.

3 – El Canadá era el lugar donde los recién llegados debían desvestirse y desprenderse de sus objetos personales. Era conocido con este nombre porque en este lugar se encontraban gran cantidad de divisas.

4 – En el genocidio de Ruanda en 1994 los hutus mataron entre 500.000 y 1.000.000 de tutsis, entre 1914 y 1923 los otomanos mataron entre 600.000 y 1.500.000 de armenios.

5 – 7.000 de ellos terminaron en el campo de Mauthausen.

6 – El juez Baltasar Garzón.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 7 Mayo 2010.