Robert Schuman, ministro francés de Asuntos Exteriores, el 9 de mayo de 1950 firmaba la declaración que lleva su nombre por la que se creaba entre Francia y Alemania la Comunidad Europea del Carbón y el Acero. Este primer paso entre franceses y alemanes, que ligaba ambas naciones entre sí y desplazaba definitivamente la guerra como la forma de resolver las diferencias, terminó por unir progresivamente a la mayoría de los países europeos dando como resultado la Unión Europea, que, a través del Mercado Común, el Tratado de Schengen, el Estado del Bienestar, y la moneda común, levantando hasta ahora el mayor proyecto compartido de la historia de contemporánea. Pero esta misma Unión Europea hoy se encuentra en guerra con Rusia, una nación que no podemos ni aislar ni cancelar (como si fuera una película que hoy es políticamente incorrecta), porque si lo hiciéramos estaríamos renunciando a entender nuestra propia historia.
La idea general en los gestores de la Unión Europea es que Rusia no solo ha invadido Ucrania y por lo tanto está en guerra contra este país, sino que también lo está contra la Unión Europea y todo lo que ésta representa. Para empezar, estaría bien separar entre lo que es la Unión Europea y su política exterior, y para ello tenemos que fijarnos en que hizo durante los sucesos de Kiev de 2014, para luego contemplar lo que ha sucedido desde que Rusia ha decidido invadir Ucrania.
La Unión Europea fue una de las partes implicadas en un proceso de ruptura entre los ucranianos cuando ésta le ofreció un Acuerdo económico que excluía a Rusia mientras el Kremlin ofrecía su propio acuerdo a los ucranianos. La protesta ciudadana, que no olvidemos fue apoyada por políticos europeos, terminó con una revuelta sangrienta, con la expulsión de Víctor Yanukovich, y toma del poder por parte de grupos de extrema derecha. Esto fue interpretado por el Kremlin como un golpe de estado y en el momento que vio peligrar su seguridad e intereses decidió tomar Crimea, casi al mismo tiempo que los ucranianos del Este se alzaban en armas y eran apoyados por los rusos, iniciándose una guerra civil hasta nuestros días, que como europeos no hemos sabido atender adecuadamente mientras fracasaban una y otra vez los Acuerdos de Minsk, que pretendían reintegrar las regiones rebeldes en un Estado federal.
Desde que ha empezado la guerra la Unión Europea no solo no ha mantenido una posición neutral si no que se ha posicionado a favor del gobierno de Kiev promulgando sanciones económicas contra Rusia, facilitando armamento a los ucranianos a través de «un fondo para la paz» que ha causado grandes perdidas en las tropas rusas en su brutal invasión. La Unión Europea ha hecho solemnes declaraciones de apoyo, que se han dado la mano con los discursos de Volodímir Zelenski en varias asambleas nacionales a través de videoconferencias, y que se han culminado con visitas tanto de la plana mayor de la Unión Europea como de varios presidentes y primeros ministros a Kiev, entre los que se encuentra Pedro Sánchez. Podemos pensar que efectivamente Rusia está en contra de la política exterior de la Unión Europea porque va en contra de sus intereses, pero el Kremlin por lo dicho puede decir exactamente lo mismo con este tipo de política hacia sí misma. Si alguien pensaba que los miembros de la Unión Europea se iban a dividir frente a la amenaza rusa se ha equivocado. Pero eso no quiere decir que debamos de dejar de registrar la realidad: el parte de guerra de hoy en Ucrania es que Rusia ocupa una parte importante del territorio ucraniano que podría llegar dividir en dos partes equiparables.
Al mismo tiempo que mantengo lo dicho el comercio entre la Unión Europea y Rusia hasta que se inició la guerra se mantuvo, y el más importante, el que tiene que ver con el suministro de hidrocarburos se sigue manteniendo, y que por lo tanto financia la guerra de Putin en Ucrania. Esta relación comercial que tiene que ver con los hidrocarburos que mantiene sobre todo con Alemania (cada día paga 200 millones de euros a Rusia por su gas natural), no solo se mantuvo en las últimas décadas, sino que se incremento con la puesta en marcha del gaseoducto Nord Stream 1, que virtualmente evitaba los gasoductos que pasan por Ucrania, y que ya fueron motivo de conflicto en el 2004 cuando los ucranianos lo escamotearon y el Kremlin cerró el grifo congelando los hogares de los centroeuropeos. Por si faltaba algo esta política energética alemana siguió su marcha con la construcción de gasoducto Nord Stream 2 que estando ya finalizado no se ha puesto en funcionamiento por el inicio de la guerra en Ucrania. Gerhard Schröeder el que fue Canciller de Alemania entre 1995 y 2005 y que fue elegido como directivo en este consorcio energético germano-ruso nos recuerda en una entrevista para The New York Times que ya en los tiempos de la Guerra Fría, con Willy Brant cómo Ministro de Asuntos Exteriores y luego Canciller, la República Federal de Alemania mantuvo abierto el comercio de hidrocarburos con la Unión Soviética: a esto lo llamaron la Ostpolitik. Para Gerhard Schröeder cuando se termine la guerra esta relación entre Alemania y Rusia se restablecerá. Resulta pues extraño que Putin esté en guerra contra la Unión Europea cuando está facilitando la energía necesaria para su industria que en gran medida no es otra que la alemana.
Por lo visto con esta guerra de agresión que ha iniciado Putin podríamos resolver que la política energética alemana fue un mal negocio si tenía pretensiones de democratizar Rusia o si quería evitar la guerra en el continente. Pero parece paradójico que aquello en lo que la Unión Europea tiene menos margen de acción, porque así lo ha querido, es decir su política exterior, sea el motivo de confrontación con Rusia. La Unión Europea (antes la Comunidad Económica Europea) no ha querido tener una política exterior propia en ningún conflicto en el mundo desde su fundación, y esto tiene su explicación en la difícil construcción política, que la deja sin las herramientas necesarias, y en la disparidad de intereses nacionales de cada Estado que la componen. Para no retrotraernos demasiado en el tiempo es suficiente con ver que ha hecho o que no ha hecho la Unión Europea con respecto a la Guerra de Afganistán desde el 2001, la Guerra de Iraq desde el 2003, la revuelta árabe con sus respectivas guerras civiles desde el 2011, o la relación transatlántica con los presidentes de Estados Unidos. Da la sensación de que ante la falta de una política exterior propia la Unión Europea en algunos momentos ha tenido 27 políticas exteriores diferentes, y cuando ha mantenido una política exterior común lo ha hecho alineada -cuando no subordinada- con los Estados Unidos.
La Unión Europea, aunque tarde, supo gestionar la crisis sanitaria del coronavirus con un plan de compra de vacunas y con un plan de recuperación económica destinado a los países más duramente golpeados por las consecuencias económicas que se derivan de la paralización de la actividad económica. La crisis de la pandemia llevó incluso a algunos lideres europeos a cuestionar la actual globalización económica proponiendo una reindustrialización del continente en aquello que es fundamental, cómo son los microchips, pero ahora con la guerra todo esto puede quedar en suspenso. Las sanciones económicas contra Rusia pueden golpear duramente su economía, pero también pueden golpear nuestra propia economía: dejar sin energía a Alemania tendrá duras consecuencias para todos. Es loable que Europa quiera defender sus principios (hoy queremos que sea en Ucrania) pero debe de tener tanto con un plan energético alternativo, y una reindustrialización con su debida dotación presupuestaria, que devuelva la credibilidad al cada vez más elevado número de euroescépticos.
La respuesta de la ciudadanía europea con los refugiados ucranianos hasta ahora está siendo ejemplar. Todos tenemos presente el papel que tienen muchas organizaciones no gubernamentales, que han organizado una ayuda efectiva tanto en Ucrania como en Polonia y otros países, y también la acción de muchos ciudadanos a titulo individual que han ido a Ucrania para salvar familias trayéndolas a países como España. Los gobiernos europeos han acordado acoger a los ucranianos por solidaridad, pero también porque consideran que Rusia es una amenaza para todos, y porque digámoslo otra vez, estamos en guerra. El hecho que Pedro Sánchez se haya comprometido con la incorporación de Ucrania en la Unión Europea podría representar la primera incorporación de un país en el seno de la organización por motivos humanitarios, solidarios, y emocionales: nadie entendería que una Ucrania devastada no fuera acogida en la Unión Europea. Pero esto que suena tan bien no termina de entenderse del todo cuando Ucrania no podrá formar parte de la OTAN, porque no solo no controla su territorio y sus fronteras si no que además está en guerra con Rusia, y en el caso que la Unión Europea creara finalmente su organización defensiva, nos encontraríamos en el mismo escenario con Rusia, solo que esta vez implicados enteramente por nuestra propia decisión.
Esta noche Emanuel Macron ha sido reelegido en Francia como presidente de la V Republica frente a la candidata de la extrema derecha Marine Le Pen, una mayoría de europeos podemos respirar tranquilos porque su alternativa era una impugnación total de la Unión Europea sin proponer, más allá de una Europa de las Naciones que se parece mucho por su planteamiento a la Europa anterior a la Gran Guerra de 1914, nada claro que sirva para resolver los asuntos de todos los europeos, que como hemos visto en este artículo ya nos implican más allá de nuestras fronteras. Enmanuel Macron, que intentó dialogar con Putin sobre sus exigencias antes de la invasión ha vencido a una Marine Le Pen que lidera un partido que tiene un préstamo con un banco ruso, y que no ha escondido en más de una ocasión su admiración con el líder ruso. Por lo tanto, aunque en estas elecciones cómo es lógico la dimensión nacional francesa es fundamental, que haríamos muy bien de estudiar para entender el ascenso de la extrema derecha en este país cómo en los demás (porque los problemas se parecen mucho), no debemos perder de vista el peso específico de Francia en unos momentos en que además ocupa la presidencia de turno de la Unión Europea. Podemos reafirmar el título de este artículo: la guerra de Ucrania fortalece la Unión Europea, pero esta Europa estará aún más alineada con Washington, tendrá más dificultades económicas, y por lo visto hasta ahora, está lejos del principio fundacional de terminar de una vez por todas con la guerra en Europa.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 25 Abril 2022.