Estamos en pleno centenario de una etapa extraordinariamente convulsa de nuestra historia. Entre 1919 y 1923 Cataluña, y sobre todo Barcelona, vivió unos años en los que el pistolerismo estaba al orden del día. Un pistolerismo que, ciertamente, llevaron a termino sectores anarquistas radicales, pero también y sobre todo la patronal. Y hasta se llegó a crear un sindicato, dirigido por un requeté, Ramon Sales Amenós, con este mismo objetivo, el denominado Sindicato Libre. Era, como escribió, el escritor Joan Oller i Rabasa, “¡cuando mataban por las calles!”. Hoy sabemos, que entre 1918 y 1923 se produjeron 424 muertes por atentados, que desglosados dan el siguiente resultado: 168 militantes de la CNT, 42 pistoleros del Sindicato Libre, 40 patrones, 29 capataces, 30 agentes de la autoridad y 6 obreros esquiroles. Es evidente que los más perjudicados fueron, sin lugar a dudas, los militantes y dirigentes de la CNT.
Concretamente, uno de los primeros atentados que hubo fue contra Pere Massoni, el 23 de abril de 1919, que era el presidente del Sindicato Único de la Construcción, y que si bien sobrevivió, le dejó secuelas que acabarían provocándole la muerte. Uno de los primeros dirigentes que cayó muerto fue Sabater “el Tero”, presidente del Sindicato Único de Tintoreros, que fue asesinado en el mes de julio de 1919. El mismo mes fueron asesinados los cenetistas José Castillo, en una barbería de Sants y el obrero Pere Ferrer, en la Sagrera. El 31 de marzo de 1920 murió asesinado el presidente del Sindicato Único de Artes Gráficas Joan Rovira Alsina. El mismo año caía Francesc Layret, abogado, como Companys, de la CNT. Y entre muchos otros, cayeron asesinados Josep Canela, Armando Ródenas, Eveli Boal, Francesc Comas “Personas” y, finalmente el más significativo de todos, Salvador Seguí, el Noi del Sucre. Seguí fue asesinado el 10 de marzo de 1923, a los 36 años de edad, en la calle Cadena, esquina con la de Sant Rafael, cuando un grupo de individuos -parece que eran cinco o seis- le asestaron varios tiros.
No todos los obreros asesinados tienen lugares de memoria para recordarlos. Entre los obreros, solo a Salvador Seguí se le colocó una placa en la plaza que lleva su nombre. Quien, en cambio, si que tiene importantes lugares de memoria es Francesc Layret. En la actual plaza Goya, por ejemplo, en el año 1936 se le dedicó un monumento escultórico, obra de Frederic Marès, que en el año 1939 fue retirado por el régimen franquistas, pero fue recuperado, después de la muerte de Franco y recolocado en su antigua ubicación en el año 1977. Mucho más recientes son, no obstante, la placa y el recordatorio que puso el Ayuntamiento de Barcelona, en el mes de noviembre de 2020, en la calle Balmes, justamente cerca de la casa donde vivía y fue asesinado.
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Pelai Pagès Blanch es profesor de Historia Contemporánea de la Universitat de Barcelona especializado en la Segunda República Española, la Guerra Civil, el Franquismo y la Transición.
El artículo fue publicado originariamente en catalán en el blog de Pelai Pagès y puede consultarse a través de este enlace. La publicación en este periódico cuenta con la autorización del autor.
Redacción. Memoria. El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 14 Febrero 2022.