Las nuevas Rutas de la Seda chinas conquistan Serbia – por Andrea Pacha

El antiguo Ministerio de Defensa de Yugoslavia es el icono del peso que tiene en la opinión pública los bombardeos de la OTAN sobre Serbia, lo que favorece a la imagen que popularmente se ha ganado China en el país de los Balcanes – Andrea Pacha Röper

Sobre el Danubio hay un puente que une dos barrios de Belgrado al que los locales conocen como “el puente chino”. El nombre del puente en realidad hace honor a un científico que creció en la ciudad hace algo más de un siglo y medio, pero desde el día en que se anunció el proyecto, hasta las autoridades locales y gubernamentales le han llamado “el puente chino”. Su construcción era una necesidad desde hacía décadas, puesto que un corto trayecto en coche que ahora puede hacerse en menos de diez minutos si el tráfico es fluido, entonces hubiese traído más de una hora, pero ni el gobierno ni la alcaldía disponían de los 260 millones de euros que la construcción terminada en 2014 acabaría por costar. Hasta que apareció un aliado un tanto inesperado: China financió el 85% del presupuesto y dio el salto a Europa, con su primera gran inversión en infraestructura del continente.

En su inauguración, las autoridades locales y los representantes de la embajada coincidieron en la metáfora del puente como imagen de la nueva amistad surgida entre la capital de la antigua Yugoslavia y los nietos de Mao.

Desde entonces, ya no se trata de la única inversión en infraestructura que China ha realizado en Serbia en los últimos diez años, ni en los Balcanes, ni el mundo. Desde 2013, Pekín ha concedido centenares de créditos a casi la mitad de los países del planeta para el desarrollo de la movilidad y el comercio en tierra y mar con un proyecto que propone reactivar las antiguas Rutas de la Seda. Se trata de la iniciativa ‘One Belt, One Road’ (‘un cinturón, una ruta’, en castellano), que propone poner en marcha una red ferroviaria, marítima y de carreteras que conecten comercialmente Europa y China pasando por África, Rusia, Asia Central y los países árabes.

Un proyecto milenario

Cuando el presidente chino, Xi Jinping, presentó ante el mundo este, su proyecto más ambicioso, en una visita oficial a Kazajistán en 2013, no dudó en reconocer el mérito de la idea a las milenarias Rutas de la Seda que establecieron un corredor comercial entre Asia y Europa hace más de seis siglos.

En el siglo I antes de nuestra era, los mercaderes de la seda empezaron a tejer una serie de rutas cuyo kilómetro cero se encontraba en Chang’an (actual Xi’an y entonces capital del imperio chino) para comerciar sus productos con el exterior. La red comercial se extendió por tierra y mar, cruzando el Imperio Mongol, Cachemira, Samarcanda, Constantinopla y Alejandría y surcando las aguas del océano Índico, las islas de Indonesia, el mar de Arabia y la costa oriental del continente africano, hasta encontrarse con los reinos de España y Portugal en el siglo XV. Con ambas coronas establecieron relaciones mercantiles bilaterales, como habían hecho con otros en el camino, y durante siglos, cientos de navíos rodeaban África para traer productos y artesanías asiáticas a Europa cada año, mientras las caravanas por tierra lo hacían cruzando montañas y desiertos.

En el mapa pueden verse las líneas de ferrocarril, los oleoductos, gasoductos, puertos y centrales eléctricas – Landkarte / Grafik: Chinas Belt and Road-Initiative – eine Übersicht der wichtigsten Projekte in Asien, Afrika und Europa, Stand 2018 – Wikimedia Commons

El proyecto iniciado por China plantea la modernización de estas mismas rutas con grandes inversiones realizadas para la mejora y la construcción de vías férreas, autopistas y puertos a través de los cuales, la fábrica del mundo podrá distribuir sus productos con mayor eficiencia. Dichas inversiones se realizan con créditos concedidos a los estados involucrados a través de bancos chinos para la financiación de macroproyectos de infraestructura pública sobre los cuales el país asiático tiene un interés concreto por el alto rendimiento comercial que le brindarán una vez terminados, y otros que directamente han sido diseñados desde Pekín de inicio a fin.

Por supuesto, la super economía de los Han no solo se embolsilla los intereses de los créditos y el provecho comercial del uso de la infraestructura; supervisan y trabajan la construcción desde el primer boceto, forzando la contratación de arquitectos e ingenieros chinos, empresas de construcción chinas y materiales, por supuesto, chinos.

Diplomacia de la deuda

Por parte de algunos estados occidentales, el gobierno de Xi Jinping ha sido acusado de estar usando políticas neocolonialistas encubiertas, bajo el mensaje de cooperación económica, política y comercial, por estar probablemente aplicando lo que se ha estudiado como “diplomacia de la deuda”. El concepto es relativamente sencillo: China extiende préstamos a países cuya economía no tiene la capacidad para devolver en los tiempos pactados bajo contratos que incluyen cláusulas estratégicamente beneficiosas para el prestamista.

Algunos críticos al proyecto de la Nueva Ruta de la Seda afirman que estaría ofreciendo estos créditos imposibles a propósito con el objetivo final de cobrarse las multas y así terminar de consolidar su poder en la economía mundial y su conquista del mercado internacional. Sugieren también que estas políticas pueden suponer un peligro para la soberanía de los estados deudores y su independencia económica.

Un caso concreto es el de la primera autopista en Montenegro -que ha seguido los pasos de su vecino serbio a la hora de acercar posturas con Pekín-, construida en su primer tramo gracias a un crédito chino de mil millones de dólares (el 30% del PIB montenegrino). La economía del pequeño país del Adriático, basada en el turismo, ha sido arrollada por la pandemia y las medidas impuestas para contenerla, mientras China le recuerda que al firmar el contrato aceptó renunciar a la soberanía de parte de su territorio en caso de sufrir problemas financieros; hecho que al país inversor le podría ir bien para obtener el control sobre un puerto a través del cual introducir sus mercancías a Europa sin tener que pasar por la aduana.

Sin embargo, el fácil acceso al crédito proporcionado por China a estados en vías de desarrollo sí puede resultar muy beneficioso para aquellos que han contraído deudas más ajustadas que sí son capaces de pagar o con contratos más flexibles, pues en términos generales se refieren a inversiones en infraestructuras muy necesarias para el crecimiento de estas economías más débiles, para las cuales supone un empujón hacia delante y la amistad con uno de los mayores poderes mundiales.

Una carrera contra la Unión Europea

En el corazón de Europa oriental, Serbia se encuentra en el estatus oficial de país candidato a la adhesión de la Unión desde hace diez años y pese a que Belgrado ha forzado esfuerzos en adaptarse al molde europeo, el plazo estimado de lograr la condición de estado miembro de pleno derecho que se había marcado para 2020 queda cada vez en un horizonte más lejano para Serbia, lo que ofrece a China la oportunidad de forjar una sólida amistad si se apresura más que Bruselas.

La presencia china en Serbia se materializa a día de hoy ya en todos los sectores, no solo en la construcción, y en un proyecto común que sobrepasa el marco del One Belt, One Road, con la compra en 2016 de una de las mayores fábricas de acero del país, la adquisición de la participación mayoritaria de una gran productora de cobre dos años más tarde, la contratación e instalación de más de mil cámaras de seguridad y control en Belgrado, la inauguración de un enorme centro de cultura china en la capital e incluso la eliminación de la necesidad de solicitar una visa para la entrada de turistas del país asiático; ahora en el centro de la capital, policías chinos hacen duplas con agentes locales para atender a los viajeros.

Pekín ha encontrado en la cierta desesperación serbia por crecer y situarse al nivel de desarrollo económico e infraestructural de sus colindantes europeos un amigo a través del que constituir una frontera directa entre China y la Unión Europea; ejemplo de ello son las soluciones pactadas recientemente frente a la crisis de la Covid-19. Tras verse prácticamente excluido en el reparto de material sanitario en un inicio, y el de las vacunas posteriormente, el ejecutivo serbio agarró la mano tendida del presidente chino: «La solidaridad europea no existe, es puro cuento. Envié una carta y tenía grandes expectativas que no se cumplieron. Así que he pedido ayuda a mi amigo, hermano, Xi Jinping. Para la Unión Europea no somos lo suficientemente buenos», declaró Alexandar Vucic, presidente de Serbia, a sus conciudadanos nada más estallar la pandemia.

Meses más tarde, tras la llegada de los primeros miles de dosis de Sinovac a la terminal de llegadas del Aeropuerto Internacional Nikola Tesla, las calles de Belgrado se inundaron de carteles publicitarios con la cara del presidente chino y mensajes de agradecimiento en ambos idiomas, dejando de lado los millones de inversión europea y rusa. Serbia sabía que definitivamente se había posicionado junto a la capital asiática y eso tiene el precio de amoldarse a unas costumbres y unas políticas que no tienen por qué congeniar con el futuro que la UE planeaba para la región balcánica.

Pese a los esfuerzos del equipo de Xi Jinping y el más que amable acercamiento por parte de su homólogo serbio, la UE no ha dejado de ser su mayor socio comercial en todos estos años, rozando el 65% del volumen total. Sobre lo que sí despunta China con creces es en el uso de esas interacciones económicas como herramienta de influencia política y sobre el clima de opinión. Serbia arrastra heridas abiertas: mientras China no apoyó los bombardeos de la OTAN en 1999, los países de la Unión Europea sí participaron de ellos, y eso, para la opinión pública pesa y seguirá pesando más que los datos. De modo que la alianza con China podría convertirse, en las conversaciones de bar, en una prioridad por encima de la inclusión en la Unión Europea. Por parte del gobierno, habrá que ver si las estrellas que colgarán en los salones oficiales serán teñidas sobre fondo rojo o azul.

Andrea Pacha Röper. Barcelona.
Colaboradora, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 24 Noviembre 2021.