El último soldado americano abandona Afganistán – por Francesc Sánchez

Mercado afgano - Wikimedia Commons

Se llama Chris Donahue, mayor general, y es comandante de la 82 División Aerotransportada del Ejército de los Estados Unidos. El lunes 31 de agosto a las 23.59 horas se subió a un avión militar C-17 y dejo atrás la ciudad de Kabul. Chris Donahue ha sido el último soldado americano en salir de Afganistán después de 20 años de una guerra y ocupación que después del 11S muy pocos cuestionaron. El golpe de los atentados del 11S sobre los americanos fue de categoría: desde el bombardeo de Perl Harbor por la aviación japonesa en 1941 los Estados Unidos no habían sufrido algo parecido. Este ataque decidió definitivamente a Franklin Delano Roosevelt a entrar en la Segunda Guerra Mundial, tanto en el teatro del Pacifico, donde hicieron prácticamente en solitario la guerra contra el Imperio del Sol, como en Europa, donde con la intervención de sus aliados soviéticos y británicos, iba no sólo a derrotar a Hitler si no a transformar el continente europeo y poner en marcha un Nuevo Orden Mundial. Tras el 11S el objetivo fue Afganistán por ser el santuario de los terroristas de Al Qaeda que llevaron a cabo los atentados. El 11S fue interpretado como un ataque militar y la respuesta de Estados Unidos al 11S fue activar el Artículo V del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que obliga a todos sus Estados miembros a defender al que ha sido atacado. En este caso el objetivo fue Afganistán por ser el santuario de los terroristas de Al Qaeda que llevaron a cabo los atentados. Un ataque contra los Estados Unidos es un ataque contra España y por esa razón nuestro país envío contingentes militares a Afganistán.

La solidaridad con los Estados Unidos después del 11S en el mundo fue cuasi unánime pero muy pocos se cuestionaron la respuesta militar que llevo a cabo George W. Bush contra Afganistán después de declarar la Guerra Global contra el Terrorismo. Esta guerra se nos presentó como una repuesta lógica de Estados Unidos, pero también como una misión civilizadora, la liberación del pueblo afgano de una tiranía. Todo esto hoy Joe Biden parece haberlo olvidado. No hay que olvidar que después de Afganistán vino la Guerra de Iraq de 2003 en la que el trio de los Azores (Bush, Blair y Aznar) vendiéndonos la misma panoplia, y añadiendo una sarta de mentiras, erradicó el régimen baazista de Sadam Hussein y de paso cualquier atisbo de estructura estatal unitaria hasta nuestros días. Vale la pena congraciar el periodismo con la historia y dejar constancia de la misma si no queremos que ésta dentro de unos años sea una muy distinta: los Estados Unidos como sus aliados a través la operación Libertad Duradera derrotaron a los talibanes y dieron caza a los miembros de Al Qaeda, pero en la misión ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad) de la OTAN, pretendían algo más ambicioso, establecer un Estado viable en Afganistán. Todo el trabajo de reconstrucción que llevó a cabo el Ejército español en este país buscaba el objetivo de dotar a los afganos de unas mínimas estructuras médicas, educativas, y de comunicaciones, que antes no existían y que ya desde el 2014, momento en que las tropas españolas dejan este país, quedaron al arbitrio de la corrupta clase política afgana. Todo esto globalmente como hemos comprobado fue un fracaso, pero si lo obviamos difícilmente se puede entender que hemos hecho durante 20 años los occidentales en Afganistán. Puedo entender que los americanos estén cansados ya de Afganistán y de guerras en Oriente Medio, de hecho, esto mismo es lo que decía Donald Trump, pero los Estados Unidos tenían una responsabilidad, mintiendo entonces, mintiendo ahora, o mintiendo siempre, con los habitantes de este país después de erradicar el Estado Talibán: la misma que tuvieron en la Alemania ocupada después de derrotar a Adolf Hitler en la que establecieron con éxito un Estado, que pese a ser dividido en dos por el enfrentamiento con la Unión Soviética, en el contexto de la Guerra Fría, se volvió a unificar y funciona muy bien hasta nuestros días.

Los Estados Unidos han abandonado Afganistán por motivos internos porque la opinión pública norteamericana no entiende ni quiere que se envíen soldados y se destine ingentes cantidades de dinero a países que no saben ni situar en el mapa. Nosotros muchas veces tampoco aceptamos, pero la diferencia es que no votamos en sus elecciones. Esta huida podemos interpretarla como una retirada estratégica en una hipotética confrontación con otras potencias: todo el mundo habla de China, pero me cuesta entender cómo puede llegar a ser esto realidad algún día mientras las multinacionales americanas sigan en este país. En cualquier caso, esta huida de Afganistán deja al país en manos de los Talibán, las prometidas inversiones de China al nuevo régimen a cambio de estabilidad y recursos minerales, la política de seguridad de Rusia en Asia Central, la buena vecindad con Irán, y naturalmente con Pakistán, el país donde surgió el movimiento de los talibanes, pese a que ya han acogido a más de 1.500.000 refugiados. Se puede entender todo, pero no somos estúpidos. Estados Unidos es responsable tanto de no haber establecido una estructura estatal en Afganistán como de lo que pueda sucederles a los afganos con la llegada de los talibanes. Todo pueblo debe recorrer su camino por sí sólo, pero esto no cambia el hecho de que les hayamos abandonado. Ya somos mayorcitos y sabemos que los cuentos de hada no existen. Donald Trump entregó Afganistán al Talibán. Pero se esperaba algo más de un presidente, Joe Biden, que iba a ser la salvación no sólo de sus compatriotas si no del orbe mundial. La retirada de Saigón en 1975 con Gerard Ford de presidente, y la retirada de Teherán con Jimmy Carter en 1979, parecen cosas menores ante este desastre que hemos contemplado todos en Kabul hace unos días.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 2 Septiembre 2021.