Los talibanes toman Kabul completando su conquista de Afganistán – por Francesc Sánchez

Kabul ha caído en un día sin que nadie la defienda. Las Fuerzas Armadas de Afganistán, compuestas por 300.000 soldados, han decidido no combatir contra los 75.000 guerrilleros para que no se produzca un baño de sangre, después de que los talibanes hayan conquistado en pocas semanas las ciudades de Herat, Kandahar, Mazar-e Sharif y Jalalabad. El presidente Ashraf Ghani después de decir que iba a resistir ha abandonado el país, mientras miles de extranjeros adscritos a las embajadas occidentales hacen lo propio. Kabul es un caos cercado por los talibanes. Esta pasada noche se produjo un gran apagón. Muchos por miedo a las represalias intentan huir por avión desde un aeropuerto resguardado por las tropas extranjeras. Los talibanes aseguran que «se respetaran las vidas y las propiedades». No «habrá represalias» afirman. Miles de presos, incluidos terroristas de Al Qaeda y del Estado Islámico, han sido liberados. El regreso de los talibanes al poder no era esperado por nadie, y nos ha dado a todos una lección de realidad política.

La ofensiva de los talibanes empezó el 1 de mayo del presente año, y desde entonces estos se han apoderado de 26 capitales de provincia, diez cruces de frontera, y prácticamente todo el territorio del país, sin que se haya producido apenas resistencia. Más bien lo contrario. Esta última semana los talibanes entraban en las ciudades pacíficamente sin la mayor contingencia. Muchos afganos (al menos 200.000), temerosos de los que durante años gobernaron totalitariamente haciendo una aplicación literal de la sharía (ley islámica), huyeron hacia Kabul, también tomada por los talibanes. Esta ofensiva coincide con la retirada del ejército estadounidense efectuada el 4 de julio, que en estos momentos sólo permanece en el país para evacuar desde el aeropuerto a los civiles norteamericanos y de otras nacionalidades. Esta conquista de los talibanes es difícil de entender si nos limitamos a la fuerza de los contendientes, y omitimos el hecho que los talibanes cuentan con un importante respaldo social, y el papel de las fuerzas estadounidenses y otras naciones aliadas durante estos veinte años.

El Estado talibán fue aniquilado militarmente por una coalición liderada por los Estados Unidos como una operación de castigo a los que perpetraron el mayor atentado terrorista de la historia. El 11 de septiembre de 2001 un grupo de terroristas de Al Qaeda desvió cuatro aviones de pasajeros contra las Torres Gemelas en Nueva York y el Pentágono en Washington, atentados que produjeron más de 3.000 víctimas mortales, y que llevaron a los Estados Unidos a considerarlo un ataque militar, activando por primera vez en la historia el Artículo V de la OTAN, que obliga a todos los miembros de Alianza Atlántica a defender al que recibe un ataque. Esta es la explicación del porqué el Ejército español envió diferentes contingentes a Afganistán bajo la operación ISAF de la OTAN con su respectiva cuota de sangre. Los talibanes acogían a miembros de Al Qaeda en su suelo y a su líder Osama Bin Laden, les permitían entrenarse y organizarse, por lo tanto, fueron considerados también responsables de los atentados. El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, declaró la Guerra Global contra el Terrorismo, que le llevó primero a golpear Afganistán, con el aval de las Naciones Unidas y con la comprensión de toda comunidad internacional, y más tarde Iraq, donde lideró también una coalición militar bajo mentiras, esta vez sin el permiso del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Durante estos 20 años se nos ha dicho hasta la saciedad que los ejércitos occidentales habían acudido a Afganistán para transformarlo en una democracia y una sociedad libre donde se respeten los derechos humanos. Todo esto era propaganda para el consumo interno de nuestras sociedades para justificar una acción militar y la ingente cantidad de recursos en este país durante 20 años. La democracia en Afganistán distaba mucho de ser homologable a cualquier sociedad libre, los derechos humanos eran transgredidos frecuentemente, y las expectativas económicas eran malas. Todo esto explica por qué los talibanes no tienen resistencia y parece que la mayoría de la población les da su apoyo sumisamente. Hoy el Secretario de Estado de Estados Unidos Antony Blinken afirma que el motivo de invadir Afganistán «fue golpear a Al Qaeda y neutralizar a Osama Bin Laden», el destino de Afganistán según Blinken ya «nada tiene que ver con sus intereses norteamericanos». Los norteamericanos llegan a afirmar que el Ejército afgano compuesto por 300.000 soldados no ha sabido defenderse. Cinismo puro e incompetencia por aquellos que fueron los que crearon y entrenaron estas fuerzas armadas.

El regreso de los talibanes al poder en Afganistán será un retroceso para la sociedad afgana pero también tiene implicaciones regionales y globales importantes. La primera es que, independientemente del grado de dureza y de venganza del nuevo régimen, asciende un poder suní duro con conexiones históricas con Pakistán, que se opone ideológicamente al chiismo de Irán. El hecho que los talibanes esperen el desplazamiento de sus líderes desde Qatar, país donde Estados Unidos y los talibanes firmaron la paz recientemente (Doha, 29 de febrero de 2020), debería decirnos alguna cosa sobre este pequeño país del Golfo Pérsico, que solemos considerar tanto un buen ejemplo a seguir para los demás en la región como nuestro aliado. Se desconoce que posición va a tomar Rusia con el nuevo Estado talibán, han afirmado que «no se van a ir», pero el destino de Afganistán podría entorpecer los planes económicos de China en su nueva Ruta de la Seda hacia Europa. El hecho que los talibanes hayan liberado miles de presos de las cárceles afganas, entre ellos muchos terroristas de Al Qaeda y del Estado Islámico, puede ser una mala noticia para todos. La historia puede repetirse, apareciendo nuevas bases de entrenamiento de grupos terroristas, aunque esto no juegue en favor del nuevo régimen y los talibanes hayan afirmado que «no volverán a ser el santuario para los miembros de Al Qaeda».

Afganistán, en el pasado fue parte del Gran Juego por el dominio de Asia Central por parte de británicos y rusos, los que querían llegar a las cálidas aguas del Índico, convirtiéndose en sucesivas guerras en un desastre para el Imperio británico (no dejen de ver la película El hombre que pudo reinar de John Huston). También lo fue para la Unión Soviética en el contexto de la Guerra Fría, que acudió en rescate de un gobierno socialista, que nada tenía que ver con el mundo rural de estos pueblos que habitan el Hindu Kush, que quedaba muy lejos del integrismo religioso y retroceso en todos los sentidos que llegó durante y después de una guerra, en la que los Estados Unidos, Pakistán, Arabia Saudita, organizaron, entrenaron, y financiaron a los guerrilleros muyahidines (luchadores por el islam). La huida de la Unión Soviética de Afganistán, después de combatir en esta guerra entre 1979 y 1989 que fue una de las causas del colapso soviético, propició una guerra civil entre los señores de la guerra, que fue finalizada en 1996, precisamente, por los talibanes (estudiantes) procedentes de las tierras montañosas pastunes entre Pakistán y Afganistán, que en la visión del mundo que tenían en esos momentos llegaron incluso a prohibir hasta la música.

La historia tiene hechos sorprendentes y este del regreso de los talibanes y de la forma en que lo han hecho es uno de ellos. Han pasado 20 años después de la invasión de Estados Unidos y la OTAN: la coalición tuvo 3.595 muertes y los Estados Unidos gastaron más de 83.000 millones de dólares, pero todo parece haber sido inútil. Para matar a Osama Bin Laden y desarticular su organización no hacía falta invadir Afganistán durante 20 años. Pero lo peor es que lo han hecho mal. Francamente mal. No han sabido dejar detrás de si un legado del que los afganos pudieran beneficiarse para mejorar sus expectativas de vida. Parece que estamos en el punto de partida, pero hoy existen otros elementos a tener en cuenta, que pueden afectarnos más directamente. Haríamos muy bien en prestar la atención debida a nuestro pasado más reciente para no repetir los mismos errores.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 16 Agosto 2021.