El golpe de Estado en Turquía de 1980 – por Francesc Sánchez

Rueda de prensa de los golpistas en Turquía - Wikimedia Commons

El 12 de septiembre de 1980 los militares liderados por el general Kenan Evren ejecutan un golpe de Estado en Turquía, país miembro de la OTAN desde 1952, que ha sufrido desde entonces dos golpes más, el de 1960 y el de 1971. Los militares no sólo desplazan del poder al Primer Ministro Suleyman Demirel sino que también asumen el gobierno, disuelven la Asamblea Nacional, prohíben los partidos políticos y los sindicatos, suprimen las libertades políticas, clausuran los periódicos, e instauran la ley marcial (parcialmente ya impuesta en algunas regiones) en todo el país. En cuanto a la justificación del golpe de estado que dan los militares es la neutralización del terrorismo, «una violencia política, cuya permanente escalada es una de las causas de la toma del poder por el Ejército, ha provocado unos 4.000 muertos durante los tres últimos años y 2.500 desde principios de 1980» [1].

Las reacciones no se hacen esperar. Ramon Vilaró nos informa desde Washington que el portavoz del Departamento de Estado afirma que «Estados Unidos espera una rápida recuperación de las instituciones democráticos en Turquía», añadiendo que «los militares turcos informaron a la Embajada de EEUU en Ankara de la toma del poder», para el Departamento de Estado «la importancia estratégica de Turquía no es distinta hoy de lo que era antes» y por lo que Estados Unidos «continuará su ayuda financiera, necesaria para la recuperación de la economía turca». Este mismo portavoz desmintió «que hubieran existido contactos previos al golpe de Estado entre los militares turcos y el general Jones, comandante en jefe del Ejército norteamericano» [2]. Soledad Gallego-Diaz nos aporta más información relevante: 

Las maniobras militares que la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desarrolla en Turquía seguirán su curso normal, según informaron fuentes oficiosas del cuartel general aliado. El golpe militar de Ankara se produjo escasas horas después de iniciarse las maniobras, en las que participan tropas estadounidenses, de la República Federal de Alemania (RFA), del Benelux, de Italia y de Gran Bretaña. Las nuevas autoridades turcas entraron inmediatamente en contacto con el cuartel general de la OTAN (Shape) en Mons (Bélgica) para informar de la situación y solicitar que los ejercicios militares no sufrieran ninguna interrupción.

La OTAN mantiene un silencio absoluto sobre los últimos acontecimientos, pero, extraoficialmente, se puede detectar una cierta complacencia. Fuentes próximas a la alianza occidental resaltan la insostenible situación en la que se encontraba el régimen de Suleyman Demirel y las continuas advertencias que el Ejército turco dirigió a los partidos políticos y organizaciones sindicales para que pusieran fin a la oleada de violencia que en menos de un año ha causado la muerte de 2.500 personas. Las mismas fuentes insisten en la «tradición» del Ejército turco, que no induce a prever una larga permanencia en el poder. En efecto, Turquía ha sido objeto de tres golpes de Estado en los últimos veinte años -su pertenencia a la OTAN no le ha aportado, pues, ninguna especial estabilidad en este campo-, pero en las tres ocasiones los militares han terminado por devolver voluntariamente el poder a los civiles después de lo que denominan una «etapa de limpieza».

En cuanto a la reacción de la Comunidad Económica Europea:

El mismo, o mayor aún, alivio se detecta en la Comunidad Económica Europea (CEE). Formalmente, la Comisión Europea distribuyó ayer, en Bruselas, un comunicado en el que expresa «su más grande preocupación por los acontecimientos de Turquía, país con el que la CEE mantiene no solamente un tratado de asociación, sino al que se encuentra estrechamente ligada por una identidad de intereses, historia y amistad». La Comisión Europea expresa también su «firme esperanza en que serán respetados los derechos del hombre y rápidamente restauradas las instituciones democráticas» [3].

Esta serie de reacciones por alguna razón lleva a los soviéticos a sospechar que Washington podría estar detrás del golpe de estado. La prensa soviética desde hace un año «ponía de relieve hasta qué punto el Kremlin estaba preocupado por la situación en Turquía», y acusaba a Estados Unidos de llevar a cabo una «política peligrosa». En el mismo artículo se nos señala que «con el régimen anterior, el Kremlin consiguió limitar los riesgos a pesar de que Turquía fuese un punto avanzado del dispositivo de la OTAN y el principal centro de escucha y espionaje de la URSS». De hecho «en 1978 la URSS y Turquía firmaron una declaración de cooperación, de buena vecindad y amistad, en la que se precisaba que Ankara no serviría de base para el espionaje aéreo norteamericano de la Unión Soviética» [4].

Anotaciones:

  1. AFP. (1980, 13 septiembre). 2.500 muertos en ocho meses. EL PAÍS. Recuperado de https://elpais.com/diario/1980/09/13/internacional/337644005_850215.html
  2. Vilaro, R. (1980, 13 septiembre). EE UU ofrece ayuda y espera la vuelta a la democracia. EL PAÍS. Recuperado de https://elpais.com/diario/1980/09/13/internacional/337644013_850215.html
  3. Gallego-Díaz, S. (1980, 13 septiembre). La OTAN acoge el golpe con complacencia, y la CEE, con alivio. EL PAÍS. Recuperado de https://elpais.com/diario/1980/09/13/internacional/337644011_850215.html
  4. EL PAÍS. (1980, 13 septiembre). Moscú sospecha que Washington está detrás de la operación. EL PAÍS. Recuperado de https://elpais.com/diario/1980/09/13/internacional/337644014_850215.html

Nota: este artículo forma parte del capítulo Claves internacionales de mi tesis doctoral “El proceso de integración de España en la OTAN” defendida en el mes de noviembre del pasado año 2020.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 25 Abril 2021.