Catástrofe en Beirut – por Francesc Sánchez

La ciudad de Beirut, y todo El Líbano, vive momentos convulsos. El pasado martes, 4 de agosto, una colosal explosión hizo desaparecer parte de las instalaciones portuarias, y la onda expansiva se cebo con el barrio cristiano Al Ashrafiya. Todo apunta a una negligencia propiciada por las corruptelas endémicas pero las fuentes gubernamentales señalan también una premeditación. El daño económico sobre este país disfuncional, en el que un tercio de sus habitantes son refugiados, es difícil de calcular. El daño político, después de días de protestas en contra de la corrupción generalizada, se ha llevado por delante al gobierno que ha dimitido en pleno.

Los hechos

Una fuerte explosión doble en un almacén del puerto, el pasado martes, 4 de agosto, destruyó un área en un radio de 500 metros en el puerto, y los efectos de la onda expansiva, que alcanzaron un radio de 200 kilómetros, causaron desperfectos en centenares de miles de viviendas del barrio cristiano de Al Ashrafiya. Las autoridades libanesas han informado que en susodicho almacén había 2.750 toneladas de nitrato de amonio, requisadas en el año 2013 de un buque con bandera de conveniencia, el MV Rhosus, procedente Georgia con destino a Mozambique. Si bien todo apunta que este podría ser el combustible que hizo que esta explosión fuera vista y oída a más de 240 kilómetros, se desconoce cuál fue el detonante. La explosión se llevó en el acto la vida de 158 personas y hasta el momento hay más de 6.000 de heridos. Es probable que esta cifra de bajas se incremente en los próximos días. Este incidente hizo que muchos libaneses salieran a las calles a protestar contra el gobierno del primer ministro Hasan Diab, al que responsabilizan de estos hechos, y que ha decidido dimitir en pleno.

El presidente de la República Francesa, Immanuel Macron, hizo acto de presencia en Beirut prometiendo ayuda económica francesa e internacional, la que él mismo quiere liderar, sin embargo, afirmó que «esta ayuda sería condicional», sin especificar de una forma clara a que se estaba refiriendo. Hasta el momento la cuantificación de ayuda internacional hacía El Líbano es de 200 millones de euros.

Contexto local

Recientemente, hará cosa de diez meses, en Beirut hubo unas importantes protestas en contra de las tasas a las aplicaciones móviles y en contra de la corrupción generalizada, que llevaron a la dimisión del primer ministro Saad Hariri. El Parlamento y el juego de las mayorías hizo primer ministro a Hasan Diab, con el apoyo de la coalición encabezada por Hezbolla (Partido de Dios), el Movimiento Amal (Esperanza), y la formación cristiana Corriente Patriótica Libre. Esta alianza a su vez fue una reacción al Movimiento de la Revolución de los Cedros, que inició las protestas tras el asesinato del primer ministro Rafiq Hariri. El Líbano suele considerarse como «una excepción funcional y estable» en Oriente Medio. Pero si por lo dicho hasta ahora no fuera suficiente, un análisis más detenido muestra que esta visión está alejada de la realidad: en los meses de verano del año 2006 el país soportó los bombardeos israelíes en la última guerra de éstos con la milicia de Hezbolla; desde 1978 existe una fuerza de interposición de cascos azules llamada FINUL en la que participan contingentes españoles; El Líbano desde la guerra civil en Siria ha registrado hasta 892.000 refugiados (cifra de ACNUR, aunque probablemente la cifra real sea el doble), que viven hacinados y mal atendidos en diferentes campos de refugiados; la inflación en los precios se ha incrementado notablemente; la corrupción es generalizada; no debemos olvidar tampoco la fragilidad de su sistema político. El Líbano independiente desde 1943 fue una creación de Francia después de la Gran Guerra, y desde ese momento se estableció un sistema de reparto del poder en función de las diferentes confesiones religiosas registradas en el censo existente en 1932. Esto quiere decir que el presidente debe ser un cristiano maronita, el primer ministro debe ser un musulmán suní, y el portavoz del Parlamento debe ser un musulmán chií. La distribución de los escaños es proporcional a los resultados electorales, pero estos siempre deben respetar la proporción fijada por la confesión religiosa. Entre 1975 y 1990 durante la guerra civil libanesa todos se mataron entre sí. Los Acuerdos de Taif de 1972, aunque corrigieron la proporción de la representatividad, mantuvieron en esencia este sistema de reparto del poder.

Contexto regional

Desde la descolonización el gran agente desestabilizador en la región ha sido la guerra que ha mantenido Israel con sus vecinos árabes. No es este el momento ni el espacio para referirnos a esta cuestión, en este periódico pueden encontrar buena información, sin embargo, sí que es importante señalar que a raíz de esta guerra entre 175.000 y 450.000 palestinos se refugiaron en El Líbano. Lo que sucede con esta población es que para mantener su condición de refugiada en El Líbano no puede tener derechos políticos. Por lo que es una población subalterna que normalmente se ocupa en los peores trabajos y vive en las peores condiciones. Consecuencia directa de la guerra también es la existencia de la milicia y formación política de Hezbolla de adscripción religiosa musulmana chiita, muy cercana a Siria, y también a Irán. A Hezbolla se la ha acusado de ser un Estado dentro del Estado y es considerada una organización terrorista por muchos estados. La guerra en Siria, Estado que ha tenido una importante influencia en la vida política libanesa, no hay que olvidar que hasta el año 2005 mantuvo contingentes de soldados como una fuerza de paz, ha complicado la sociedad libanesa mucho más. Pues han llegado, como decíamos más arriba, entre 892.000 y 1,5 millones de sirios que viven en peores condiciones que, los antes citados, palestinos. Finalmente, debemos decir que el Líbano en este contexto regional no puede escapar a la guerra fría entre el sunismo liderado por Arabia Saudita y el chiismo liderado por Irán.

Contexto internacional

Por lo dicho hasta ahora ya se pueden hacer una idea del cual es gran parte del contexto internacional en el que se encuentra El Líbano. Pero aquí señalaremos cual es el papel de las superpotencias y otras que los fueron en su tiempo y hoy lo son menos. Desde la llegada de Donald Trump al poder en los Estados Unidos se ha producido un cierto repliegue militar y político en la región. Recordemos que fue Estados Unidos en el 2003 el que inició esta nueva entrega de la catástrofe en Oriente Medio con la invasión de Iraq. En cambio, el papel de Rusia desde el conflicto en Ucrania y su rescate del régimen sirio de Bashar Al Asad, se ha incrementado. Cómo decíamos más arriba Arabia Saudita e Irán tienen un peso significativo. Francia quiere, pero no puede, intervenir en la región. Francia fue potencia colonizadora de esta región. Francia y el Reino Unido se repartieron el Imperio otomano en áreas de dominio directo y de influencia, y El Líbano no fue una excepción. La aparición de Immanuel Macron en Beirut prometiendo ayudas económicas a El Líbano es positiva, pero esa condicionalidad política no explicada, que puede ser también económica, no va a poder llevarla a cabo, primero, por falta de fuerza y capacidad a menos que la haga propia la Unión Europea, y luego, lo más importante, que la acepten los propios libaneses. Cómo en muchas ocasiones he señalado este es uno de los problemas de la Unión Europea, la no adopción y definición de una política internacional conjunta y verdaderamente europea, que ahora lleva a Immanuel Macron a rescatar a los libaneses, y en 2011 llevó a Nicolas Sarkozy y a David Cameron a bombardear al régimen libio de MuamarGadafi, provocando un autentico desastre.

Nuestra empatía y solidaridad

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 11 Agosto 2020.