¿La era de la tecnología o de la ignorancia? – por Andrea Navarro

Los millennials hemos nacido acunados por las nuevas tecnologías y sus facilidades. Por ejemplo, ya no tenemos que buscar entre los libros de la biblioteca para encontrar la información que necesitamos, sino solo darle a Ctrl F en el teclado y obtenerla en un instante. Este es solo uno de los elementos de la cultura del “ahora”, donde no nos paramos a pensar ni a contrastar datos, sino que, buscamos la inmediatez. Por tanto, muchos jóvenes consideran que tener conocimientos históricos o culturales es una pérdida de tiempo, ya que, con tan solo un click podemos tenerlos a mano sin necesidad de estudiarlos previamente. El sistema educativo también ha favorecido a esta dejadez cultural, pues las humanidades han estado siempre en un plano secundario y se han considerado más fáciles que las ciencias, además ya no interesan porque no pueden competir en la producción de capital. Lo que conlleva que muchos alumnos infravaloren la historia, la filosofía, la sociología o incluso el estudio de la lengua. Las ciencias sociales están directamente ligadas a la lectura y escritura, otro de los ámbitos que los jóvenes no se molestan por aprender.

Los estudios revelan que, a partir de los 15 años, el 55% de la población deja de leer, uno de los principales motivos es el auge de las redes sociales, que han supuesto un nuevo entretenimiento, o más bien, distracción, para ellos. Ante esta situación, donde la falta de tiempo es uno de los principales problemas de la sociedad, se plantean los cursos de lectura rápida a los jóvenes, para que puedan leer los clásicos de la literatura en pocos minutos. «He hecho un curso de lectura rápida y he leído Guerra y paz en 20 minutos. Va de Rusia», bromeaba Woody Allen. Este desconocimiento de estudios tan esenciales como la historia y las redes sociales como único medio informativo hace que los jóvenes sean más manipulables. Pues como decía acertadamente George Santayana: «aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo».

Sin embargo, no está todo perdido, está en nuestras manos interesarnos más por lo que ocurre a nuestro alrededor y en manos de los docentes cambiar la forma de enseñar, para que no todo sea aprobar sino también aprender. Aunque sea un ejercicio difícil hay que saber dejar el móvil a un lado y volver a habituarse a la lectura.

Andrea Navarro Ballesteros. Castellón.

Cartas de los lectores. El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 1 Agosto 2020.


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