MERS, el hermano desconocido del Covid-19 – por Mariano López de Miguel

Tras casi 4 meses desde el inicio de la pandemia del Covid-19 en nuestro país (el primer caso registrado, fue el de un turista alemán en la isla canaria de La Gomera), los titulares de informativos, diarios y medios de comunicación copan sus entradas con todas las noticias vinculadas de modo directo e indirecto al nuevo virus Covid-19. ¿Fue esta la primera pandemia del Siglo XXI? La historia reciente nos dice que no. Pero nunca desde la mal llamada gripe española de entre 1918-1920, una pandemia se propagó de modo tan global, como los actuales casos ligados al coronavirus. Si, están los ejemplos de 2003, 2009 y 2014 (el primer caso, la de síndrome respiratorio agudo grave o SARS, el segundo desde septiembre de 2009 a fines de eso año durante la llamada “crisis de la gripe A” y por último el foco de ébola, que llegaría a España entre septiembre y octubre de 2014). Pero, hubo otra crisis sanitaria harto desconocida, debido a que se desarrolló en una de las regiones más inestables del mundo, lastrada por conflictos internos y externos, desde 1948. No es otro que el MERS o Síndrome Respiratorio de Oriente Medio, también conocido popularmente como “Gripe del Camello”.

Los primeros casos y contagios datan de 2012 y aún hoy, esta variante de coronavirus tiene presencia en áreas donde la nula capacidad sanitaria, hace estragos entre la población -véase el caso de Yemen en su quinto año de guerra civil intestina, con ataques vertidos asimismo por la “coalición” Saudí-Emiratí, donde a esta enfermedad se unen casos masivos de cólera o disentería por falta de salubridad en el agua-. El MERS-CoV, surgió originariamente por la transmisión desde murciélagos (otro punto en común con el Covid-19) y de ahí pasaría a un animal tan común y domesticado en esa región, como es el camello. A fecha actual, no se ha desarrollado ninguna vacuna contra esta dolencia, únicamente se han establecido protocolos de higiene clásicos como son no entrar en contacto con estos animales ungulados si se sospecha que podrían estar contagiados, lavarse las manos tras tocarlos y ante todo, evitar consumir carne -aún estando cocinada- de los mismos (el camello es un plato típico entre los beduinos de Jordania, los territorios palestinos y Kuwait). El primer caso registrado, data de mediados de 2012, en Arabia Saudí. Fue un ciudadano nacional que acudía a la Umrah o peregrinación menor hacia la ciudad sagrada de La Meca (la Umrah puede realizarse en cualquier época del año, a diferencia del Hajj o peregrinación mayor que se realiza en un período específico y es uno de los cinco pilares de Islam). Otros focos de la epidemia, fueron Corea del Sur en 2015 y nuevamente Arabia Saudí entre Febrero y Marzo de 2018. El “paciente cero” saudí, comenzó a sufrir dificultades respiratorias, fiebre y tos con expectoración. En esto, desde luego, el MERS es harto similar al Covid-19, sin alcanzar eso si, según la OMS el rango de contagio tan brutal de este último. Sería el virólogo egipcio Ali Mohamed Zaki quien aislase el MERS, a través del estudio de los pulmones de un paciente contagiado y fallecido en Alejandría.

Zaki, publicó sus conclusiones el 24 de Septiembre de 2012, mediante la herramienta ProMED-mail, diseñada para activar y avisar de alertas sobre epidemias a toda la comunidad científica global. La cronología de mutación del virus comenzó en 2007 -presencia de la misma en murciélagos- a 2012 -primeros casos de transmisión a través de camellos en la región del Promed (Próximo y Medio Oriente). Del mismo modo, Libia fue uno de los principales focos de la epidemia, así como de la expansión del mismo no sólo por Medio Oriente, sino también por la región del norte de África. ¿El motivo? Muchos milicianos islamistas que derrocaron a Muammar el Gaddafi, optaron por desplazarse a otros focos de lo que Gilles Kepel llamó “La Yihad Global”, como fueron los casos de Siria e Irak. Entre la dieta de estos mercenarios, como se citó en líneas anteriores, se encontraba la carne de camello o dromedario. La misma era transportada en condiciones insalubres, no pocas veces consumida casi cruda -la milicia de “Mártires del 17 de Febrero”, así lo confirmo, dado que aducían que confería una imagen de “fiereza y poderío” al grupo-, por lo que debido a ello, el contagio era harto común.

También diversos análisis indicaron que la leche no pasteurizada o hervida de camello, otros productos lácteos derivados de dicho mamífero, o hasta jabones, conferían un riesgo de infección muy elevado. Los casos más graves se vivieron en Arabia Saudí, durante las celebraciones del 86º aniversario del reino. Igualmente, un sólo caso “exportado” -un trabajador surcoreano que regresó a Seúl desde Riyadh-, sirvió para contagiar a 21 ciudadanos, que pasaron de modo inmediato a cuarentena. ¿Que aprender acerca de este virus aún latente, en comparación con el actual Covid-19? Lo primero y lógico, es no bajar la guardia: por muy lejanos que nos parezcan esos países o estados-nación, la era actual de “aldea global” e hiperconectividad”, permiten que un ciudadano saudí, se plante en Barcelona en menos de 4 horas y viceversa. Añadido a ello, vemos que el factor del calor o clima tropical para debilitar al virus, puede ser una quimera: La temperatura media anual en la región del Promed, es de unos 20.3 °C, lo que puede invalidar la teoría o esquema de “a mayor temperatura, menos riesgo de infección o contagio”. Precaución, seguir las normas de higiene básicas, de distanciamiento social hasta superar la epidemia y guiarnos por los datos de la OMS en lo referido a la “globalización de los virus”, sería lo básico para evitar terribles consecuencias durante estas crisis sanitarias, que por desgracia y en palabras de expertos como David Kilcullen, pasarán a ser cíclicas y “estables».

Mariano López de Miguel. Madrid
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 2 Junio 2020.