Habla para que yo te vea – por Silvia Company de Castro

Si hay algo que he aprendido a valorar incluso todavía más durante estas semanas de confinamiento es la idea de silencio. No estoy hablando de ese silencio incómodo que alguna que otra vez se nos ha atragantado en la nuez, invadiéndonos nerviosamente el espacio, ante una conversación que no prosperaba.  Tampoco me refiero a ese silencio flagelado por las connotaciones negativas que sin ningún escrúpulo le hemos ido asociado. Como aquella que dice que el silencio equivale a soledad. Significacionesmás que discutibles, desde luego. Pues no es lo mismo “estar solo” (esa eliminación de ruidos innecesarios que nos lleva a una absoluta toma de conciencia y de desarrollo personal) que “sentirse solo” más conectada con esa idea de “soledad”.  

Más bien me refiero al silencio como un espacio de (re)encuentro y de (re)interpretación de todo aquello que ya bien sea por las prisas o bien por la falta de tiempo, pasamos por alto en nuestro día a día. En pocas palabras, el silencio como forma de expresión y de introspección desde adentro, y no como continente de un vacío aquejado del que antes hablábamos.

Todos hemos ido en busca de este último silencio alguna vez. De hecho, me atrevería a decir que ahora lo buscamos más que nunca. Y si no, tan solo tenemos que pensar cuánto están de moda las escapadas a destinos exóticos, las rutas de senderismo y todos esos deportes de aventura con nombres anglosajones impronunciables que se anuncian bajo la promesa de actuar como un gran analgésico para todo ese bullicio y caos que domina nuestra rutina. 

Sin embargo, pese a todo esto seguimos desacreditándolo. En nuestra vida diaria, prácticamente no hay lugar para el silencio.  Es más, cuando por fin lo encontramos, vamos rellenándolo de forma casi mecánica con un entramado de conversaciones triviales y artificiales. Como si detenerse, reflexionar, escucharse estuviera mal visto.  Esta sociedad nos impulsa a la ingesta acelerada de altas dosis de palabras: en el metro, en la pantalla de nuestros teléfonos móviles, en la televisión… Salen por todas partes y en todos los formatos. No importa lo vacío que sea el contenido. Come. Cuantas más mejor. Tan solo “habla para que yo te vea”. Habla para que no puedas escucharte.

Silvia Company de Castro. Barcelona.

Cartas de los lectores. El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 27 Abril 2020.




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