La eternidad de una ecuación – por José Miguel Hernández

“La política es para el momento. Una ecuación es para la Eternidad”. Es difícil sintetizar en tan pocas palabras las grandes preocupaciones que marcaron la vida de Albert Einstein, autor de la anterior frase.  Personaje del siglo XX según la revista TIME [1] y referencia central del año 2005, declarado como Año Mundial de la Física.

En efecto, y junto a sus evidentes logros científicos que le valieron la concesión del Premio Nobel de Física en 1922, Einstein fue un ser humano que aprovechó su privilegiada posición como intelectual en la línea de un firme compromiso con la Paz y los Derechos Humanos.

El día 7 de Enero de 1943 Einstein contestaba una carta que una chica le había enviado y en la que ésta le comunicaba que, para ella, él era un héroe. En su respuesta consideraba que nunca se había planteado ser un héroe pero que, como ella lo había designado así, sentía que ya lo era. Muchas otras cartas insistieron en esta u otras figuras, como la de genio, pero según sus propias declaraciones, Einstein sólo se consideró a sí mismo como una persona simplemente curiosa por saber [2].

De rostro entrañable y cordial, con el pelo eternamente revuelto y algo desaliñado en su vestimenta, su fama se forjó a partir de 1919 cuando durante la observación de un eclipse solar se confirmaron las afirmaciones contenidas en su teoría de la relatividad general. Fue entonces cuando los medios de comunicación comenzaron a divulgar la historia de un hombre que había nacido en Ulm (Alemania) el 14 de Marzo de 1879, en el seno de una familia de judíos alemanes, asimilados [3], de clase media. De su infancia, relatada por el propio Einstein en sus “Notas autobiográficas” destaco tres detalles: el primero, cuando le enseñaron a su hermana recién nacida dijo, después de mirarla detenidamente, que era muy bonita pero que dónde estaban las ruedas; el segundo al recordar que sus padres le animaban a ser autosuficiente y, así, recuerda que con cuatro años realizaba pequeños recados que le llevaban a recorrer, sólo, las calles de Munich; el tercero, la emoción que sintió cuando su padre le regaló una brújula.  Una curiosidad innata, por ejemplo, por los juegos de construcción, es la que le llevó desde muy pronto a interesarse por las Ciencias, especialmente por los teoremas matemáticos, pero, también, a descubrir en edad muy temprana a Kant y Darwin. En muchas de las cartas que recibió los niños y las niñas le consultaban acerca de la dificultad que entrañaban las Matemáticas y de la admiración que Einstein provocaba porque, según parecía, para él debían ser muy fáciles. Nada más lejos de la realidad: el propio Einstein, reconociendo sus limitaciones en este campo, necesitó ayuda de excelentes matemáticos para formular las complejas relaciones que se derivaban de sus teorías.

Su etapa escolar no fue precisamente agradable, no tanto por su rendimiento académico (que se movió en un nivel medio) sino por su falta de adecuación a un sistema de enseñanza que nunca consideró aceptable [4]. Así, cuando en 1894 su familia tuvo que trasladarse a Milán por motivos profesionales, él tuvo que quedarse en Múnich. Angustiado por la excesiva disciplina que se vivía en el Luitpold-Gymnasium (un instituto de Enseñanza Media) terminó por marchar con sus padres y acabar su formación en Milán para preparar su ingreso en el Politécnico de Zúrich, que era entonces una de las mejores universidades para los interesados en Ciencia y Tecnología.

Con dieciséis años (dos años más joven que el resto de los aspirantes) se examinó para optar a una plaza en la prestigiosa institución, pero, al suspender la parte de conocimientos generales (Lengua e Historia), no fue admitido. Por ello ingresó en un centro de enseñanza cercano a Zúrich, donde completó su formación. Hay que decir que el cambio de sistema de enseñanza, más interesado en fomentar la independencia y autonomía del estudiante, agradó sensiblemente al joven Einstein. Finalmente, y tras superar la prueba de ingreso, inició sus estudios universitarios en 1896, estudios en los que se iría decantando por la Fisica y las Matemáticas.

El año 1900 significó mucho en su vida, pues fue el de su graduación y el de su decisión de contraer matrimonio con Mileva Maric (1875-1948) [5], algo que haría en 1903. Al mismo tiempo comenzó a experimentar las dificultades para encontrar trabajo como profesor (lograría pequeños encargos en clases particulares y un breve tiempo como maestro de escuela) aunque ello no le impidió concentrarse en la redacción del primer artículo que enviaría a la revista alemana Annalen der Phsik, además de la preparación de su tesis doctoral. [6]

Las dificultades económicas llevaron a Einstein a presentarse como candidato para un empleo en la Oficina Suiza de Patentes, en Berna, donde comenzaría a trabajar en Junio de 1902, cinco meses después de haber nacido su primer hijo [7], una niña, Lieserl, quien moriría dos años después. Finalmente, en 1904, naceria su hijo Hans Albert.

La vida de Einstein había alcanzado un grado de normalidad aceptable: casado, con un empleo estable y una vivienda digna, un hijo que crecía sano. Parecía que todo apuntaba a una historia más dentro de las muchas que se desarrollaron en aquella Europa de entreguerras (1918-1939), sin excesivos conflictos internos, al menos de forma aparente.

Sin embargo, cierto día de 1905, a comienzos de la primavera, Einstein le contó a Michele Besso (1873-1955), estudiante de ingeniería, su mejor amigo y compañero suyo en la Oficina de Patentes, que sólo le faltaban unas pocas piezas para completar el rompecabezas cósmico. Tras haber leído una obra que Michele le había recomendado, escrita por Ernst Mach y titulada Science of Mechanics, donde se ridiculizaban los conceptos de espacio y tiempo absolutos, para terminar, sugiriendo que las leyes de Newton debían volverse a examinar y reescribirse, ambos dejaron su trabajo e iniciaron un debate que les dejó al borde de la extenuacion. Al final de aquella jornada, recuerda en sus Notas Autobiográficas, estaba desesperado y regresó a casa con la sensación de que jamás descubriría las leyes verdaderas, basadas en hechos conocidos. No se sabe a ciencia cierta qué es lo que pasó aquella noche, pero, a la mañana siguiente, Einstein se levantó preso de una gran agitación, como si “una gran tormenta se hubiera desatado en mi mente”, según sus propias palabras. Banesh Hoffmann (1906-1986), matemático y otro de sus grandes amigos, confirmó lo anterior: en efecto, aquella mañana vio con claridad una idea que abarcaba más allá de la electricidad, el magnetismo, la materia y el movimiento, y llegaba hasta la naturaleza de la luz y el mismísimo tiempo.

Lo que Einstein supo de pronto en aquella primavera de 1905 es que los juicios acerca de la simultaneidad de los acontecimientos guardan una íntima relación con las medidas de tiempo y espacio. Así lo expresó él mismo cuando decía: “La solución me llegó de repente al pensar que nuestros conceptos y leyes sobre el espacio y el tiempo sólo pueden declararse válidos en tanto en cuanto guardan una relación clara con nuestra experiencia; y esa experiencia bien podría conducir a la alteración de tales conceptos y leyes”.

A partir de entonces dedicó cada instante libre de las semanas posteriores a recoger estas ideas y plasmarlas en un papel. El fruto de este trabajo fueron treinta y una páginas de letra pequeña y esmerada, y sin notas a pie de página, que fueron enviadas a la redacción de la revista Annalen der Phisik en Junio de 1905. Aquél era el cuarto artículo que enviaba en el mismo año. Su título era Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento no contenía especiales referencias sobre su trascendencia pero, sin embargo, aquellas treinta y una páginas acabarían sustituyendo las concepciones acerca del tiempo y del espacio que Isaac Newton había establecido en 1687. Con la ayuda de su antiguo profesor, el matemático Hermann Minkowski (1864-1909) [8], creó el concepto físico-matemático de espacio-tiempo de cuatro dimensiones, en el que se explica que espacio y tiempo no son dos elementos separados sino unidos.

Sin embargo la concesión del Premio Nobel no vendría justificada por este artículo, sino por otro cuyo título era Sobre un punto de vista heurístico acerca de la producción y transformación de la luz. Basándose en las afirmaciones de Max Planck, que sotenía que la luz era una forma de radiación electromagnética compuesta por diminutos paquetes que él bautizó como cuantos, Einstein llegó a la conclusión de que la luz se comportaba en ocasiones como una onda y en ocasiones como una partícula. Esta afirmación sentó las bases del desarrollo de toda la Mecánica Cuántica de los años 20. Este artículo al que hago referencia fue publicado el día 26 de Septiembre de 1905 y, en vano, Einstein buscó algún tipo de alusión en números posteriores de la revista Annalen der Phisik. Parecía que nadie sentía la más mínima curiosidad por la nueva concepción del Universo, lo cual no fue obstáculo para que siguiese investigando y estableciendo consecuencias notables de su teoría. Así, por ejemplo, y a partir de una de las dos cartas dirigidas a Conrad Habicht (1876-1958), sabemos que se le ocurrió que, si conectaba el principio de relatividad con las ecuaciones de Maxwell, había de inferirse que la masa es una medida directa de la energía contenida en los cuerpos. El descenso en la masa, por tanto, debería equilibrarse con la conversión de ésta en radiación de energía. De ahí, Einstein saltó a la deducción extraordinaria de que toda energía posee masa e insinuó que esta teoría podía demostrarse en el caso de la radiactividad, dada su elevada liberación de energía. Una vez más estructuró estas ideas y redactó un escrito de tres páginas que apareció en el número de Noviembre de 1905 como una “nota matemática” a su primer artículo sobre la relatividad y que llevó por título ¿Depende la inercia de un cuerpo de su contenido energético?

Las expectativas que Einstein se había forjado tras el agotador trabajo intelectual de aquel año no se cumplieron. Siguió buscando algún tipo de comentario, aunque fuese de signo crítico, pero no lo encontró [9]. Aún tendría que esperar unos años para que su vida diese el giro definitivo. Efectivamente: no sería hasta el año 1907 cuando la comunidad científica mostrase un cada vez mayor interés por sus teorías, en especial la de la relatividad. Esta circunstancia hizo muy feliz a Einstein quien, a sus veintisiete años de edad, consideraba que sus días creativos habían llegado a su fin. De nuevo aparecía ante él una nueva oportunidad de seguir con su carrera académica y de poder desarrollar sus ideas. En 1909, y después de haberlo intentado en la Universidad de Berna, consiguió un puesto de profesor de Física Teórica en la Universida de Zúrich. A partir de aquí el nombre de Einstein comenzó a barajarse con los más grandes de entonces (Planck, Curie, Ostwall, Born, Adler, Sommerfeld, entre otros) y su carrera ya no se detuvo. En 1911 fue nombrado profesor en la Universidad Alemana de Praga [10] y, a finales de 1913, recibió una oferta de la Universidad de Berlín para investigar, oferta que aceptó y que le llevó a la capital alemana en 1914, donde sus trabajos darían como fruto su teoría de la gravitación, más conocida como teoría de la relatividad general.

Es importante detenerse en la respuesta que sus teorías generaron en Alemania, país donde la situación política había dado un vuelco espectacular. Tras el período conocido como la República de Weimar (1919-1933) Hitler se hizo con el poder, un poder que tendría consecuencias decisivas para el orden político de aquel tiempo. En Abril de 1933 la Asociación Alemana de Estudiantes declaró que había que limpiar la literatura del espíritu antialemán y así se entiende que el 10 de Mayo de 1933 se produjese la primera de las quemas de libros que, presumiblemente, eran antialemanes: Freud, Brecht, Marx, Zweig, Benjamin y Einstein, entre otros muchos.

En el caso que nos ocupa, el trabajo de Einstein fue duramente atacado por dos grandes físicos alemanes que abrazaron los principios de lo que, desde el Nazismo, se consideraba una Física verdaderamente alemana, que rechazase las elucubraciones teóricas del relativismo a favor de un enfoque experimental.   Phillip Lenard (1862-1947), premio Nobel de 1905 por su trabajo con los rayos catódicos y Johannes Stark (1874-1957) [11], también premio Nobel en 1919 por su estudio del efecto de los campos eléctricos en las energías de los fotones emitidos por los átomos, ambos fuertemente nacionalistas alemanes y favorables al militarismo de corte prusiano, fueron los organizadores de una campaña de acoso y desprestigio hacia Albert Einstein  y otros físicos, quienes consideraban que una teoría es correcta o incorrecta, y no está relacionada con cuestiones políticas o raciales [12].

En otro orden de cosas la vida personal de Einstein estaba pasando por momentos difíciles. El primero de ellos era la crisis de su matrimonio con Mileva Maric, de quien se divorciaría en 1919, y el inicio de su relación con su prima Elsa Einstein (1876-1936) con la que terminaría casándose. El segundo era el desarrollo de la Gran Guerra (1914-1918), hecho que marcó el inicio en él de una profunda convicción pacifista que le llevaría a enemistarse con algunos colegas de profesión tras firmar un Manifiesto a favor de la Paz [13]. Todo lo anterior, unido a un trabajo agotador, hizo que en otoño de 1917 enfermase gravemente y se temiera por su vida. No fue así, felizmente, y durante su convalecencia siguió trabajando en la fórmula cuádruple de la radiación gravitatoria. A todo esto, el nombre de Einstein figuraba entre los propuestos para la concesión del Nobel desde hacía ya varios años, pero sería en 1922 cuando lo lograría por su aportación a la Física Teórica, en especial, por su descubrimiento de la ley del efecto fotoeléctrico.

Las aportaciones de Einstein tomaron a partir de ese año un rumbo netamente distinto: su preocupación por la Paz, por el gobierno mundial y la cuestión sionista. Aunque hijo de familia judía, nunca se consideró religioso ni practicante de las costumbres judías. En numerosas ocasiones mostró su nulo entusiasmo por las ideologías nacionalistas. Ya en 1896 renunció a la ciudadanía alemana [14] tras abonar tres marcos por la gestión administrativa y, en 1901, obtuvo la ciudadanía suiza. En una carta de 1918, que dirigió a Adolf Kneser (1862-1930), matemático alemán, le decía que “por herencia soy judío, por ciudadanía un suizo y, por mentalidad, un ser humano, sin apego alguno por ningún Estado o entidad nacional”. Diecisiete años más tarde, en 1935, y cuando Hitler ya ocupaba el poder en Alemania, confesaba en otra carta: “En última instancia toda persona es un ser humano, independientemente de si es norteamericano, o alemán, o judio”. Para entonces ya había huido de Alemania y se había instalado en la localidad norteamericana de Princeton (Nueva Jersey). Atrás quedaron momentos de extrema tensión en los que Einstein denunció sin ambages que las libertades civiles, la tolerancia y la igualdad de los ciudadanos ante la ley habían desaparecido en Alemania. Renunció una vez más a la ciudadanía alemana y jamás volvió a su país.

En 1939, trabajando para el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, recibió la noticia de que se estaba experimentando con uranio para la fabricación de bombas. Si los científicos alemanes conseguían dominar el proceso, las consecuencias militares y de seguridad a nivel europeo y mundial podían ser muy graves. Este era el mensaje central de la carta que él y Leo Szilard (1898-1964) escribieron al entonces presidente norteamericano, F. D. Roosevelt (1882-1945), quien los recibió [15] cuando hacía escaso mes y medio que había comenzado la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Dos años después de esta entrevista, en 1941, el gobierno norteamericano inició lo que se conoce como el “Proyecto Manhattan” [16], que daría como resultado la fabricación de la primera bomba atómica. Einstein, que en cierta forma renunció a sus planteamientos no violentos por el temor a un mundo dominado por Hitler, no participó en dicho proyecto y, de hecho, fue estrechamente vigilado por el FBI por sus radicales opiniones en contra de la guerra [17].

Jubilado en 1945, y nacionalizado norteamericano desde 1940, apoyó la creación del Estado de Israel tras el fin de la Guerra Mundial y, en 1952, se le propuso que se convirtiese en su presidente, algo que no aceptó [18]. Sus convicciones pacifistas y antimilitaristas siguieron vigentes hasta el final, algo que se aprecia en las numerosas cartas y textos de conferencias que pronunció [19]. Absolutamente convencido de que el destino de la Humanidad dependía del desarrollo de las fuerzas morales y de que la conducta ética debía basarse en la compasión y en el servicio a los demás, firmó siete días antes de su muerte un Manifiesto (junto a Bertrand Russell, 1872-1970) en el que se instaba al desarme.

Los últimos años de Einstein transcurrieron en el 112 de Mercer Street, en Princeton, en una casa de madera de dos plantas, con jardín y pintada de blanco. En ella se dieron cita diversos científicos, literatos, artistas, figuras de la política, refugiados judíos y alemanes. En ella se dedicó a cultivar dos de sus grandes pasiones: la música y la práctica del deporte de la vela. Cuando su segunda esposa, Elsa, murió en 1936 siguió viviendo con su secretaria, Helen Dukes (1896-1982) [10], con su hermana María Einstein (1881-1951) y con Margot Einstein (1899-1986), hija de Elsa en su primer matrimonio. Al final de su vida se había reconciliado con su hijo Hans Albert (1904-1973) y no volvió a ver a su hijp Eduard Einstein (1910-1965), enfermo de esquizofrenia.

Su muerte, acaecida el 18 de Abril de 1955, se produjo a causa de un aneurisma en la aorta. Fue incinerado en la intimidad, sin ceremonia, ante un pequeño grupo de familiares y amigos. Sus cenizas fueron esparcidas al viento.

El día 26 de Marzo de 1955, tres semanas antes de morir, contestaba así a un grupo de alumnos de 5º de Primaria agradeciendo los regalos que le habían enviado por su cumpleaños: “es una sutil sugerencia decirme que debo ser un poco más elegante en el futuro, porque las corbatas y los gemelos son sólo recuerdos lejanos para mí. Con mis mejores deseos”.

Anotaciones:

  • [1] Los otros dos candidatos fueron F.D. Roosevelt y M. Gandhi
  • [2] Este afán por saber y comprender lo arrastraba a un estado de tensión psíquica que, además, venía acompañado de toda clase de conflictos nerviosos. Era, según sus propias palabras, llegar al asombro casi místico
  • [3] Es decir, no eran religiosos ni seguían las costumbres
  • [4] Cuando tenía 16 años su profesor le aconsejó que abandonase el Centro ya que no haría nada en su vida, por indolente. De natural marginado, prefería la soledad y se sublevaba contra la reglamentación abusiva.
  • [5] Matemática serbia y la única mujer que era tamnién alumna junto a Einstein en el Politécnico de Zúrich. Desde 1990 ha surgido la polémica acerca de la potencial influencia ejercida por ella en los trabajos de Einstein
  • [6] Título que consiguió en 1905.
  • [7] Esta primera hija nació en 1901, antes de su matrimonio con Mileva.  Fue dada en adopción y murió en 1903.
  • [8] Fue su profesor de Matemáticas en el Politécnico de Zurich y, en cierta ocasión, al pedirle una característica de su alumno como estudiante, lo calificó de “perro perezoso”
  • [9] En Francia y el Reino Unido la Teoría de la Relatividad fue vista con suspicacia al ser una teoría alemana, mientras en los Estados Unidos se la consideraba contraria al sentido común.
  • [10] Hecho que le obligó a aceptar la nacionalidad austrohúngara, aunque conservó la nacionalidad suiza.
  • [11] En Mayo de 1934 escribieron un artículo titulado “El espíritu y la ciencia de Hitler” referenciado en. BALL, Phillip Einstein y la Física Nazi Revista Mètode nº 102, Universitat de València 2019, págs.59-67
  • [12] Hay que hacer referencia al papel de Heisenberg en esta historia, papel que en un principio fue de rechazo, aunque acabó trabajando en el proyecto de la bomba atómica alemana
  • [13] Pocos días después de que noventa y tres intelectuales alemanes, el 4 de Octubre de 1914, defendiesen las acciones bélicas de alemanas.
  • [14] Decisión dolorosa para alguien que amaba el idioma alemán, la filosofía y la música alemanas.
  • [15] El día 2 de Agosto de 1939
  • [16] La cuestión, entonces, es determinar qué influencia tuvo esta carta en la decisión del gobierno norteamericano de iniciar el Proyecto
  • [17] En 1932 una “Corporación de Mujeres Patriotas”, organización norteamericana, envió una carta al Departamento de Estado pidiendo que se prohibiese la entrada del físico alemán “por anarquista y por pacifista militante”. Edgard Hoover ya la había investigado por apoyar a la Segunda República española y solicitar la intervención norteamericana en la Guerra Civil Española.
  • [18] En alguna ocasión Einstein afirmó que fue la persecución a los judíos lo que, por solidaridad con ellos, le acercó al Judaísmo. También consideraba que habría que llegar a un acuerdo razonable con los árabes sobre la base de una vida pacífica y en común, preferible a la creación de una Estado judío.
  • [19] Así, en 1932 pidió un boicot del gobierno de los Estados Unidos a Japón por la invasión en Manchuria.
  • [20] De hecho era su secretaria desde 1928 y tras la muerte de Einstein se convirtió en la protectora de su legado y de sus papeles.

Bibliografía:

  • BRIAN, D. “Einstein” Acento, M-2005
  • CALAPRICE, A. “Querido profesor Einstein. Correspondencia entre Albert Einstein y los niños” Gedisa, B-2003
  • EINSTEIN, A. “Mis ideas y opiniones” Bon Ton, B- 2000
  • EINSTEIN, Albert  “Notas autobiográficas” Alianza Editorial, M-1984
  • FUSI, J.P. “Ideas y poder. Treinta biografías del siglo XX” Taurus, M-2019
  • HIGHFIELD, R-CARTER, P. “Las vidas privadas de Einstein” Espasa Calpe, M- 1996
  • ISAACSON, W. “Einstein. Su vida y su universo” De Bolsillo, B-2007
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  • SÁNCHEZ RON, J.M. “El poder de la Ciencia” Crítica, B-2007
  • SÁNCHEZ RON, J.M. “El Siglo de la Ciencia” Taurus, M-2000
  • SÁNCHEZ RON, J.M. “Einstein esencial” Crítica, B-2005
  • STACHEL, J. “Einstein 1905: un año milagroso” Crítica, B-2001
  • STERN, F. “La Alemania de Einstein” Mario Muchnik, M-2005

José Miguel Hernández López. Barcelona.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 18 Abril 2020.