Pedro Sánchez hoy ha dado un paso más: ha anunciado la obligación de confinamiento de todos aquellos trabajadores que su trabajo no sea esencial. Esto supone la paralización del sistema productivo español. Estos trabajadores del 30 de marzo al 9 de abril tendrán un permiso retribuido y recuperarán las horas de trabajo no prestadas «de manera paulatina y prolongada en el tiempo». La razón es evitar que estos trabajadores se infecten del virus y que, a su vez, en caso de contraerlo, infecten a los demás. El número de muertos no para incrementarse, hoy en España murieron 836 personas, y el número total asciende ya a 5.982. Madrid sigue siendo la zona más afectada 2.412 pero Cataluña con 1.070 se va acercando cada vez más. En cuanto al número de positivos confirmados, personas que se han hecho la prueba del COVID-19, es de 73.235, los recuperados son 12.285. Probablemente Pedro Sánchez no tenía otra posibilidad para intentar mitigar la propagación del virus y evitar el colapso de los hospitales, pero las consecuencias económicas serán terribles. Mientras la crisis financiera de 2008 fue provocada por la burbuja hipotecaria y los impagos de muchos americanos de una clase media que había visto descender sus ingresos, la crisis, que ya estamos viviendo con las empresas que han puesto en marcha Expedientes de Regulación de Temporal de Empleo, en principio cubiertos en gran medida por parte del Estado, y que empezaremos a ver con toda claridad cuando se termine el Estado de Alarma, es tanto de oferta, porque se paraliza la producción, como de demanda por la imposibilidad del consumo por el cierre de los sector terciario. Si se produce el cierre de un importante número de empresas, va a repercutir en todos los españoles por encontrarse muchos de repente sin su puesto de trabajo, por lo que éstos tampoco podrán consumir provocando nuevas dificultades en las empresas que se mantengan en pie. Mientras más dure la paralización del sistema productivo más dura será la crisis económica.
La solución puede encontrarse en la cooperación y solidaridad de la Unión Europea y de los Estados que forman parte de la misma a través de un Plan de Recuperación Económica, y la emisión de eurobonos, destinando este dinero tanto a las empresas como a los trabajadores, mutualizando de esta manera a nivel europeo, tanto la deuda, como el beneficio de no arrastrar al desastre a toda la económica europea. La iniciativa de Pedro Sánchez y Giuseppe Conte (Italia es el otro país donde más daño está haciendo la pandemia y en el que también se ha paralizado la producción) cuenta con el apoyo de Portugal y Francia, sin embargo, encuentra la oposición de la Alemania de Angela Merkel, y de la Holanda de Mark Rutte, llegando a afirmar este último que se «revisen las cuentas españolas». Alemania y Holanda, apoyados por Finlandia y Austria, invitan a los países en dificultades a pedir un rescate financiero: el mismo que se endosó a Grecia cuando entró en bancarrota, el mismo que no ha permitido que su economía ni se transforme ni se recupere por la política de austeridad y los altos intereses. El primer ministro de Portugal, Antonio Costa ha considerado la propuesta como «repugnante», mientras que Emmanuel Macron ha afirmado «la muerte de Europa» si en estos duros momentos no es solidaria.
Angela Merkel haría muy bien en repasar la historia de Europa y de la propia Alemania: las consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial fueron las causas de la crisis económica de los años veinte y del ascenso del nacional-socialismo en su propio país, que provocó la Segunda Guerra Mundial. Ya sabemos cómo terminó aquella historia. No creo que haga falta describir esa Europa en ruinas en la que los supervivientes pasaron hambre y penurias durante más de una década. Alemania después de la guerra fue el mayor destinatario del Plan de Recuperación Económica, más conocido como el Plan Marshall, que promovieron los americanos, y que permitió, con gran esfuerzo por parte de los alemanes, su recuperación económica. Esta pandemia no distingue entre países ni fronteras, terminará haciendo mucho daño en todas partes, y las consecuencias económicas de una crisis en los países del sur de Europa, llegaran también a Alemania. Probablemente por no entendernos en estos momentos debamos afrontar nuevas amenazas que en solitario seremos incapaces de afrontar: tanto de internas como externas. Por eso desde aquí lanzo una llamada de atención a nuestros hermanos alemanes, austriacos, holandeses, y finlandeses: no permitan que ese sueño de una Europa unida, que se creó para erradicar la guerra del continente para siempre, y para proporcionarnos sociedades libres e iguales, con un sistema democrático y un estado del bienestar, pero también una economía robusta, se eche a perder por una estrechez de miras que no contempla la dimensión de las dificultades por las que todos estamos pasando.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 28 Marzo 2020.