Hoy ha llovido en Barcelona. Estamos en cuarentena y se nos dice que nos quedemos en casa, pero este lunes muchos han vuelto a su puesto de trabajo y esto entraña sus riesgos: no todo el mundo tiene coche y puede prescindir del transporte público y este, aunque lo desinfecten cada día es el lugar ideal para infectarse. Siempre he sido un defensor del transporte público, pero como digo, hoy entraña sus riesgos, más si hay aglomeraciones. Te pueden contagiar infectados que desconocen que lo están, pero los entendidos también dicen que el virus puede sobrevivir un tiempo indeterminado en superficies, que previamente han sido contaminadas por un infectado. En el puesto de trabajo se debe guardar un espacio de seguridad, pero me pregunto si esto es siempre posible. Nos encontramos ante un dilema. El Gobierno ha decidido clausurar todo establecimiento público no indispensable, concentración o acto multitudinario, pero de momento permite que cada cual se incorpore a su puesto de trabajo, por otro lado, muchos lo perderían si no fueran. El dilema es que esta cuarentena nos resulta y nos va a resultar muy cara, de ahí que paralizar completamente la actividad económica del país, sería catastrófico, pero quizá no tanto como las consecuencias para nuestra propia salud. En cualquier caso, con las debidas medidas de seguridad, en ningún caso no nos podemos permitir que no haya nadie que no se encargue de los servicios esenciales y alimentarios. Ya con las medidas que se han tomado hasta ahora creo que no somos conscientes aún por el momento en que pasamos. Ya habrá tiempo para hablar de nuestra historia y de la infalibilidad del sistema capitalista neoliberal.
Esta tarde salí para ir al estanco. No debemos hacerlo, pero de momento se nos permite salir para hacer la compra de productos de primera necesidad, incluido el tabaco, el pan, y la prensa. He apretado el paso como si el mal estuviera en el ambiente. Pasaban algunos coches y algún que otro transeúnte. La única actividad que he visto ha sido la carga o descarga de un camión en una tienda de comestibles. Los estanqueros llevaban mascarilla y guantes: es normal porque tratan con muchas personas al día y recogen su dinero. El tema de las mascarillas es muy controvertido: en China son obligatorias, pero aquí se nos ha dicho por activa y por pasiva que solo son efectivas para el personal sanitario, para los infectados, o personas que tienen alguna importante dolencia previa. En cualquier caso, es lamentable, por no decir vergonzante, que haya personas que hayan hecho acopio de grandes cantidades de mascarillas, o que se hayan vendido por precios exorbitantes. Mi pequeña incursión al mundo exterior ha terminado rápido. Al llegar a casa me he lavado concienzudamente las manos con jabón.
Unas horas después el Ministro de Interior Fernando Grande-Marlaska ha anunciado que se van a controlar las fronteras terrestres. No es un cierre total pero solo se va a permitir cruzar desde Francia y Portugal a los españoles, residentes, ciudadanos transfronterizos, personas que acrediten razones de fuerza mayor y personal diplomático. El transporte de mercancías se mantiene para mantener la cadena de suministros. Alemania ayer hizo lo mismo. Schengen ha saltado por los aires. La Unión Europea que hasta ahora no había hecho apenas acto de presencia ha ordenado el cierre de las fronteras exteriores, hay también rumores de un Plan de Recuperación. Ya habrá tiempo para hablar de nuestra historia y de la infalibilidad de la libre circulación de los europeos en su propio continente. No me queda claro si en este país se han suspendido definitivamente los vuelos, lo investigaré. En cualquier caso 110 países prohíben o ponen en cuarentena a los españoles que llegan por avión. Me pregunto dónde queda la globalización social y económica. En Francia después de la celebración de su 8 de marzo, perdón quise decir la primera vuelta de sus elecciones municipales, están adoptando las mismas medidas que en España. Mañana nuestro gobierno prometió anunciar las medidas económicas.
El parte de bajas: 9.942 infectados, 530 recuperados, y 342 muertes.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 16 Marzo 2020.