Hace un momento he estado consultando algunos libros en una página web de una conocida librería que ofrece sus servicios por Internet. No he realizado ninguna compra, pero cuando he consultado mi correo electrónico gratuito, en el lateral derecho, me han aparecido en forma de publicidad justo lo mismos libros que había consultado en el portal de la librería. Seguro que esto le ha sucedido alguna vez. Esto me recuerda que esta mañana nada más llegar a la estación me ha sonado el móvil y me han aparecido los horarios de los próximos trenes. Pero lo más inquietante ha sido cuando he llegado a mi destino y he salido de la estación: unos mensajitos me indicaban donde podía encontrar los comercios más cercanos, y cuando me acercaba a uno de ellos, se me invitaba a realizar una fotografía para colgarla en Internet. Seguro que esto también le ha sucedido alguna vez. Todo esto tiene una explicación. Cuando usted navega por Internet y visita páginas web está dejando un rastro de sus actividades que en el mejor de los casos es utilizado por servicios gratuitos para ofrecernos productos a través de publicidad personalizada. Cuando usted tiene activado el servicio de geolocalización de su teléfono móvil y está utilizando tanto cuentas como servicios gratuitos del mayor de los buscadores de Internet que previamente ha instalado y aceptado, está indicando en todo momento donde se encuentra y está invitando a que estos servicios le ofrezcan información y propuestas comerciales.
Son solo dos ejemplos entre muchos. En el momento en que esta información, que ofrecemos voluntaria o involuntariamente, se suma a la de muchos y alimenta una inmensa base de datos podemos hablar propiamente de BIG DATA. Y del uso de esta información recogida por Facebook y su manipulación por una empresa llamada Cambridge Analytica es de lo que habla todo el mundo. Resulta que la información privada de millones de internautas depositada en la red social de Mark Zuckerberg ha acabado en manos de Cambridge Analytica para realizar un somero análisis y venderlo con sus propuestas a diferentes fuerzas políticas. El escándalo ha saltado a la luz pública en el Reino Unido y los Estados Unidos porque esta herramienta electoral podría haber fabricado las campañas electorales facilitando el BREXIT (la salida de las islas de la Unión Europea) y la victoria electoral de Donald Trump. Sin lugar a dudas esto no es jugar limpio pero la filosofía y las técnicas de análisis de mercado como de marketing hace mucho que existen, y forman parte de lo más profundo del sistema capitalista. Como veíamos en los dos ejemplos que puse al principio la búsqueda de la mayoría de las empresas que utilizan esta información es la de endosarnos sus productos. Se empezó con los anuncios en vallas publicitarias en el espacio público (incluido el toro de Osborne), se continuo con la publicidad insertada en los periódicos, radio, y televisión, y se ha dado un paso más con la insertada en las páginas web en Internet, que nos ofrecen justo aquello buscamos. En teoría.
Por mucha información que procese una máquina nunca sabrá todo aquello que pensamos. Sin olvidar que el talón de Aquiles de este sistema de información queda definido por algo tan sencillo como no ofrecer información. ¡Podemos volver a ser auténticos salvajes de la naturaleza! Pero la sola formulación de esta posibilidad ya debería hacernos plantear todo el modelo. Pues es indudable que si existen estas técnicas es que a groso modo pueden funcionar y obtenerse resultados. Además, estamos atrapados por nuestro estilo de vida. La democratización de Internet permite a todos participar activamente en la vida pública, pero todo tiene su aprendizaje, porque podemos vivir en un espejismo permanente, movidos por las emociones más primarias, dándonos al final de bruces con una dictadura equiparable a la pesadilla orwelliana*. Por lo tanto, no estamos preparados. Estamos Abrumados por los datos. Es evidente que no todo tiene porque ser negativo, como toda tecnología, todo depende de uso, pero no debemos tolerar que se nos manipule. Nada de esto en cualquier caso justifica que pensemos que los ciudadanos cuando vamos a votar somos unos idiotas integrales, precisamente si estas técnicas pueden haber funcionado, es porque los discursos políticos de lo que entendemos como el establishment han dejado de conectar con las grandes mayorías. Cuando algo inesperado sucede tendemos a pensar que ha habido una conspiración: en estos dos vuelcos electorales, primero fue la injerencia rusa y ahora es Cambridge Analytica, mañana será cualquier otra cosa porque, aún siendo cierto todo lo que aquí hemos hablado, es duro reconocer que las políticas que han funcionado durante muchos años ahora en parte están fracasando. Pero esto ya es harina de otro costal para un próximo artículo.
*Me refiero a la pesadilla del Gran Hermano descrita por George Orwell en su novela 1984.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 5 Abril 2018.