Habré andado cientos de veces por las Ramblas, sobre todo callejeando para pasar del Raval al Gótico o viceversa. Probablemente sea el lugar más concurrido de toda la ciudad. Todo aquel que recala en Barcelona por primera vez pasea por las Ramblas a la sombra de los árboles para contemplar los quioscos de flores, y hasta hace pocos años de pájaros, que aparecen de repente a lado y lado. Desde la Plaza de Cataluña hasta el Puerto Viejo pasando por por el Mercado de la Boqueria, el Teatro del Liceo y la Plaza Real. Llenas de turistas, prostitutas, manteros, y vendedores de latas de cerveza. En una ocasión el antropólogo Manuel Delgado afirmaba que «quién quiera encontrar diversidad cultural no hace falta que se vaya muy lejos porque con ir a las Ramblas es suficiente». Finalmente lo han hecho, y lo han hecho en las Ramblas, atropellando a un centenar de personas y matando a trece de éstas. Otra más en la huída, y otra más en la localidad tarraconense de Cambrils, donde los Mossos se los cargaron. Si faltaba algo lo ha reivindicado el Estado Islámico. En más de una ocasión, cuando sucedía algo así en otras latitudes, lo habíamos preconizado pero inconscientemente todos pensábamos que éramos inmunes, y ahora que ha pasado aún no nos lo terminamos de creer: formamos parte de esta lista macabra de ciudades que han sufrido un atentado terrorista de corte islámico aunque nuestro país no esté bombardeando a nadie y seamos un ejemplo ciudadano de solidaridad y de acogida con los que sufren las guerras o huyen de países en descomposición. Primero fue Madrid por la participación de España en la guerra de Iraq, aunque la capital fue un ejemplo de oposición a esa guerra, y ahora ha sido Barcelona porque rompe una vez más con sus esquemas. Los terroristas siempre pueden encontrar alguna justificación para sus actos, éstos en este caso están movidos por la propaganda que el Estado Islámico lanza sobre todos los jóvenes musulmanes a través de Internet. Resulta que la mayor parte de España en el pasado y durante siglos fue Al Ándalus, una tierra conquistada por el Islam a los visigodos y a los hispano romanos, que a su vez fue reconquistada por los reinos cristianos siglos después, con el colofón de la expulsión de todos los musulmanes que no se convirtieran, y eso se tiene que revertir.
Esto forma parte de su ideología como forma parte también la guerra contra esto que entendemos como civilización occidental por múltiples agravios a lo largo de la historia, por la conquista y el colonialismo, pero sobre todo por haber contaminado muchos musulmanes con nuestra cultura. Un combate contra el infiel, todo aquel que no sea musulmán, y también contra aquel que no siga los preceptos del Islam que éstos dictaminan, y que ha caído por esta contaminación cultural en la ignorancia. De ahí que este tipo de grupos mate en Europa, donde la inmensa mayoría de victimas no son musulmanas, pero también lo haga en Oriente Medio, donde la inmensa mayoría de victimas son musulmanas. La interpretación islámica rigurosa del salafismo inició su andadura en Oriente Medio durante la Edad Media como una vuelta a la raíz y a la pureza del islam que combatía la corrupción de las élites y el poder político. Una de sus derivaciones más recientes, el wahabismo, fue introducido hace dos siglos en la Península Arábiga por Mohamed ibn Abd al-Wahhab convirtiéndose en la base ideológica del estado moderno de Arabia Saudita, y desde entonces este núcleo ha ejercido una acción de proselitismo por la región y alrededor del mundo, financiando mezquitas y escuelas coránicas, pero también a grupos políticos que ejecutan atentados terroristas. La Guerra de Afganistán que enfrentó a los muyahidines y el Ejército Rojo entre los años 1979 y 1989 fue su bautismo de fuego. El establecimiento del ejército norteamericano en el país en los prolegómenos y en el marco de la Guerra del Golfo entre 1990 y 1991 y la propia corrupción de la familia Saud dieron fuerza a todos estos grupos. El 11 de Septiembre de 2001 Al Qaeda muestra su carta de presentación al mundo y con las consecuencias de la destrucción del World Trade Center de Nueva York y el ataque al Pentágono de Washington se inicia realmente el siglo XXI. En cualquier caso el antecedente más importante que rompe definitivamente la paz en Oriente Medio y que incrementa los atentados terroristas alrededor del mundo fue y es la destrucción de Iraq después de la invasión aliada de 2003. Ese el origen del desastre que contemplamos. Las revueltas árabes que triunfaron, a excepción de Túnez, quedaron en nada volviendo a la dictadura militar, y las que fracasaron se convirtieron en guerras civiles que destrozaron países como Siria y Libia, donde occidente no ha hecho más que empeorar todo. Este es el caldo de cultivo perfecto para estos grupos terroristas como el Estado Islámico, un verdadero ejército en la región, que como decíamos ha reivindicado el atentado de las Ramblas.
Nos queda probablemente lo más importante en estos momentos. El hecho que unos jóvenes musulmanes que viven aquí se radicalicen y decidan salir a nuestras calles para matarnos. Para mi no son victimas de nada. En España no hay racismo y si hubiera una pequeña muestra del mismo no justifica salir a matar inocentes. El problema radica en mi opinión en una crisis de identidad porque no se sienten ni españoles ni verdaderos musulmanes porque creen estar en una tierra gobernada por cristianos, o lo peor del mundo, por ateos. Se escribirán miles de páginas sobre 1. la influencia de imanes malignos que hacen lavado de cerebros, en una tierra en la que proliferan las mezquitas salafistas, y solo saltan las alarmas cuando deviene el desastre, o sobre 2. la conveniencia de enseñar Islam en las escuelas públicas, para que los jóvenes obtengan una buena formación religiosa, cuando en este país, eminentemente cristiano católico, muchos pensamos que la religión debe quedar fuera de la escuela reducida a los templos y al ámbito privado, sobre 3. la propia educación que reciben en sus casas y la falta de una mayor estigmatización en el seno de la Comunidad Musulmana, y finalmente sobre 4. si es necesario un mayor control de lo que los jóvenes y no tan jóvenes reciben y hacen a través de Internet, un control que de ser generalizado como denunciaban algunos hackers exiliados, limita nuestros derechos y libertades. Todo son cuestiones a reflexionar sobre como es posible que estos jóvenes se radicalicen y pasen a la acción para la sorpresa de todos. La eficacia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la solidaridad de tantos en Barcelona en los momentos críticos es lo mejor que tenemos, la unión política sin distinciones frente a la barbarie, es un ejemplo que bien harían nuestros políticos en mantener para entenderse en otras cuestiones clave que tanto nos afectan. No tenemos miedo porque las Ramblas de Barcelona, a fin de cuentas se lo valen, porque forman parte de todos nosotros.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 20 Agosto 2017.