Título original: Crash
Nacionalidad: Estados Unidos
Año: 2004
Dirección: Paul Haggis
Guión: Paul Haggis, Robert Moresco (Historia: Paul Haggis & Bobby Moresco)
Interpretación: Sandra Bullock, Don Cheadle, Matt Dillon, Jennifer Esposito, William Fichtner,Brendan Fraser, Terrence Howard, Ludacris, Thandie Newton, Ryan Phillippe,Michael Peña, Larenz Tate, Shaun Toub, Tony Danza, Keith David, Loretta Devine,Nona Gaye, Alexis Rhee, Art Chudabala, Bruce Kirby, Daniel Dae Kim, Jack McGee, Ashlyn Sanchez, Bahar Soomekh
Música: Mark Isham
“Esa sensación de contacto […] En los Ángeles, nadie te toca”, parece un inicio que ya rompe, en esos primeros minutos de largometraje, con ese crash de polémica, donde historias que confluyen rápidas, en cuestión de 24 horas, se entremezclan, juegan con lo que el espectador desconoce y logra concluir una trama, a modo de ciclo que, como la vida, se repite irremediablemente. Es el debut como director del escritor y productor Paul Haggis, guionista de Million Dollar Baby (Clint Eastwood, 2004), que seduce por la llamativa actualidad de una problemática social, sobre todo, racial, que se agita en una ciudad que vive desenfrenadamente, en la que los protagonistas sufren cambios, acorde a las circunstancias con las que colisionan a diario. Caóticos relatos, conducidos a través de un trabajado montaje.
Un cuerpo es encontrado en la cuneta de una carretera. El policía Graham Waters (Don Cheadle) va a su encuentro, con motivo de la investigación. Fuma mientras su mirada se pierde, se clava en un punto que no nos es desvelado hasta el final de la cinta. Un cielo nocturno nos devuelve entonces a un ayer, a unas horas atrás, para acercarnos a los distintos personajes. Están el matrimonio formado por el fiscal del distrito de Los Ángeles, Rick Cabot (Brendan Fraser), y su mujer, Jean Cabot (Sandra Bullock); el joven negro Anthony (Chris “Ludacris” Bridges), que trata de convencer a su amigo, también negro, del odio que los blancos sienten hacia su raza. Cree saberlo todo. Los autobuses cuentan con grandes ventanas “para humillar a los negros que se ven obligados a viajar en ellos”, llega a decir. Otro grupo, y que destaca por sus respectivas interpretaciones, lo forman Cameron Thayer (Terrece Howard) y Christine Thayer (Thandie Newton), un matrimonio negro de clase pudiente que, a pesar de su posición, se ve afectado por su condición racial. O, entre otros, la familia persa, con ese “ángel” protector, que alivia y disipa la ira, y que enlaza con otra historia familiar, esta de raíces hispanas.
Son el miedo, los prejuicios, la desconfianza. Los implicados, por situaciones que no caben prever, se ven cara a cara con esa intolerancia; y, en este choque, se puede dar un cambio, un florecer de un parecer no visto hasta el momento. Es el origen de la hipocresía de un sistema político y policial, anclado en sus propios intereses, que entorpece el valor clave de su misión: la justicia. Dixon (Keith David), teniente negro del Cuerpo de Policía de Los Ángeles, admite que, bajo su supervisión, ha tenido durante años a John Ryan (Matt Dillon), al que califica de “racista”. Graham Waters, que se mueve asimismo en esa marea policial, corrompe lo que ha de defender e, inconscientemente, retroalimenta su propio destino. El fiscal, por su lado, no ve más que el miedo a un derrumbamiento profesional. La génesis, por consiguiente, ¿surge de un mero conflicto social, o es el desencadenante de la corrupción de las altas esferas? “¿Crees que te conoces bien? No tienes ni idea”, le advierte John Ryan a Tom Hansen (Ryan Phillippe), su compañero de trabajo, como aviso a una complejidad que a Tom se le puede escapar de las manos. Porque, en ocasiones, ese temor a lo ajeno encuentra justificación, se explica en un pasado, se sostiene incluso en el desconocimiento, o se crea, fruto de la frustración, del enfado, de la desesperación.
Nieva en una noche oscura en Los Ángeles, y esa idea de la blancura, de la mezcla, incide en la cuestión racial, que es el eje o, si bien ampliando la perspectiva, la aceptación a lo diferente. Crash sale en pantalla unos años posteriores a los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, en la que saldría vencedor el republicano George W. Bush. Es polémica, por la crudeza, por un realismo que se pudiera creer de décadas anteriores; pero el racismo emerge de la misma manera, solo que ahora llevado a este nuevo siglo, que nos cuestiona el avance de la sociedad americana al respecto. Son relatos tan cotidianos, personas tan normales, que podríamos ser nosotros mismos. La película termina, aunque siempre hay más relatos que contar, más historias se irán encontrando, más crash aparecerán y nos transformarán. Con unos diálogos muy rápidos, frescos, del día a día, y con escenas de una tensión asfixiante, que se le vuelven del revés al espectador.
Este cuadro de piezas cruzadas ganó los Óscar del 2005 a Mejor Película, Mejor Guión y Mejor Montaje (nominaciones a Mejor Director, Mejor Actor de Reparto, para Matt Dillon, y Mejor Canción Original). En los BAFTA, además de Mejor Guión, Thandie Newton se llevó el premio a Mejor Actriz de Reparto. Entre otros galardones, el Premio del Sindicato de Actores y el Hollywood Film Festival alabaron el excelente reparto, determinante para generar esa atmósfera de credibilidad que desprende, de la que nos impregna. Nominada a los Óscar estuvo “In the Deep”, de Kathleen “Bird” York, canción dramática, fatalista, con un toque de esperanza. Cada detalle está cuidado, para que disfrutes de una obra perfecta, que se va hilando conforme avanza. Entre ser víctima y agresor, hay una difuminada línea. De lo mejor del cine de los últimos años. No querrás que termine; repetirás.
Cynthia Gómez. Madrid.
Colaboradora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 30 Diciembre 2015.