El agua es vida. ¿Y si no hay agua? – por David Cañedo

Horseshoe Falls, Mt Field National Park, Tasmania, Australia - Flying Freddy - Wikimedia Commons

Es tan fácil pasar de la abundancia a la escasez. Ni siquiera se da uno cuenta cuando sucede. Y ha sucedido en cantidad de ocasiones a lo largo de la historia, en que comunidades o sociedades que gozaban de algún bien en abundancia, situación a la que todo mundo ya está tan acostumbrado que se le considera parte del orden natural de las cosas, en algún momento descubren para su consternación que algún recurso del que dependen por completo no es infinito y que ya tampoco alcanza para todos.

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde

En el pueblo donde vivo, Tenango de Doria, siempre hubo abundancia de agua. Hasta hace apenas unos 20 años si alguien hubiera comentado que algún día iba a faltar el agua en el pueblo la gente hasta se hubiera reído: ¿faltarle agua al pueblo? ¡Pero si hay agua por todos lados! Pues resulta que ahora el agua ya no alcanza. Hay colonias enteras donde solo les llega el agua un día de la semana, y todo mundo llena sus cubetas y sus tambos, y en época de secas, que puede durar tres o cuatro meses, viene una pipa a surtir de agua a las casas. Cada año la época de secas viene diferente; algunos años la seca viene fuerte y en otros puede llover con cierta frecuencia, pero de todas maneras el agua no alcanza en el pueblo, que de por sí ha crecido bastante, y aunque la situación no ha llegado a un punto crítico estamos pasando por ese proceso en el que un recurso que otrora era abundante se va a hacer cada vez más escaso. Está sucediendo delante de nuestros ojos, pero no nos damos cuenta.

Esto es así por la escala temporal, en la que para nosotros 20 o 30 años nos parecen muchos, pero yo recuerdo hace precisamente unos 20 o 30 años en que las cascadas eran realmente cascadas, todo el año, y en época de lluvias venían con una exuberancia que hasta se sentía uno humilde al ver caer toda esa agua.

Ahora esas pobres cascadas dan más pena que gloria. Durante la mayor parte del año lo que traen de agua es tan solo un chorrito, ya que la mayor parte del agua de los arroyos que las alimentan ha sido entubada para llevarla al pueblo: el agua que llega a Tenango viene de kilómetros de distancia, y son varios los arroyos que se desvían para llevarle agua al pueblo. Al hacer esto, por supuesto, se están afectando los ecosistemas locales; a fin de cuentas esa agua no solo es para nosotros, hay cantidad de flora y fauna que dependen también de ella, y supongo que la falta de agua es una entre tantas razones por la que los animalitos están desapareciendo por todos lados.

Lo que sucede en Tenango está pasando en otros lugares. A veces me pongo a imaginar una situación en la que una comunidad vive muy apaciblemente a lo largo de un río o arroyo que trae un cierto caudal, y un mal día llegan ciertos ingenieros y topógrafos y funcionarios y achichincles que se ponen a hacer sus cosas y una mañana al levantarnos de repente nos damos cuenta que toda el agua que pasaba por el arroyo ya no está, que ha sido entubada y se la llevan para algún lado, quién sabe dónde, quizás para la ciudad más cercana, o alguna zona industrial; a donde sea que se la lleven no es de nuestra incumbencia, a nosotros lo único que nos dejaron fue un chorrito que ya no alcanza para todos, menos para nuestros animales o plantíos. Eventualmente la gente se ve obligada a abandonar sus tierras e irse a ganar la vida a la gran ciudad.

Supongo que esta situación ha de haber ocurrido en cantidad de ocasiones en todas partes del mundo. El agua es una de esas cosas que cuando se tiene se desperdicia, y se contamina, y no nos importa; solo cuando la sentimos escasa nos damos cuenta de su valor.

Las arterias del planeta

La escasez creciente de agua en el mundo es preocupante, por decirlo de alguna manera. Cada vez necesitamos más agua, pero resulta que no es tan abundante como nos gustaría que fuera. La agricultura consume enormes cantidades de agua, así como la industria, así como nuestros centros de población, y hay que llevarles agua de cada vez más lejos.

Pero el agua no es nada más nuestra, sino que forma parte integral de todo ecosistema. Por lo general los cuerpos de agua son el ancla de los microclimas locales. Al alterar los cuerpos de agua estamos alterando los ecosistemas.

Hay cantidad de ríos en todo el mundo que ya no llegan a su desembocadura porque el agua se desvía a lo largo del trayecto. El río Colorado necesita saciar la sed de las Vegas y los plantíos de California y al parecer cuando llega al mar de Cortez ya no es más que un arroyo insignificante. El caso del mar de Aral en Asia central es particularmente dramático: solía ser uno de los mares interiores más grandes del mundo; a partir de la década de los sesentas del siglo pasado el agua de los ríos que lo alimentan, el Sir Daria y el Amu Daria, fue desviada para cubrir las demandas de la industria y de los cultivos de regadío y el volumen de agua del mar disminuyó en un 70 por ciento, convirtiéndose en uno de los mayores desastres ecológicos provocados por el ser humano. Una enorme área alrededor ha sido afectada por la desertización y las tormentas de sal y de polvo que se producen en el lecho desecado. Cuando se empezó a desviar el agua de esos ríos se sabía que iba a haber efectos colaterales pero a nadie le importó; como de costumbre el único criterio que cuenta es el beneficio inmediato. Lo que suceda a 30 o 40 años a nadie le importa, pero esos 30 o 40 años se fueron muy rápido y es ahora cuando se tiene que vivir con las consecuencias.

Para lo que también sirven los ríos, además de apropiarnos de su agua, es para arrojar en ellos todos nuestros desperdicios. Es lo más fácil, y lo que hemos hecho siempre; todo mundo echa sus desperdicios al arroyo sin preocuparse por los que viven arroyo abajo. Cuando los centros de población eran pequeños quizás no era tanto el problema; actualmente los ríos son vertederos de toda clase de desechos industriales, tóxicos y no degradables que se quedan en el ambiente años, décadas o siglos. Prácticamente no hay río en zonas habitadas del planeta que no esté contaminado. Quizás allá en Siberia o el norte de Canadá donde no vive nadie haya algunos ríos que se conserven limpios y prístinos, pero son la excepción.

En alguna ocasión hace más de 20 años crucé la frontera de Brownsville a Matamoros y recuerdo la impresión que me causó el río Bravo al estar sobre el puente. Era como una cloaca: el color del agua era café oscuro y la corriente apenas y avanzaba; el caudal era mínimo y cargado con todos los desechos de las zonas industriales y ciudades fronterizas. Yo no sé si en estos 20 años haya habido intentos de recuperación y saneamiento del río o si esté todavía en peor estado de lo que lo vi. Muchos ríos como el Mississippi están saturados de pesticidas y fertilizantes químicos que se utilizan en la agricultura industrial y que son transportados por la lluvia hasta el río, y de ahí van a dar al mar creando enormes zonas muertas donde no hay oxígeno ni hay peces y lo único que prolifera son ciertas medusas. Son ecosistemas desequilibrados por nuestra interferencia.

Los ríos y lagos son las arterias de nuestro planeta, y parte fundamental del ciclo del agua. Así como en un organismo vivo la sangre necesita fluir libremente por las venas y las arterias para que el organismo se mantenga sano, la salud del planeta y de todos los seres vivos que habitamos en él está en función de que el ciclo del agua siga su curso.

Conflictos por el agua

Sí, hay toda una situación con el agua. Es un recurso crítico que no está distribuido regularmente a lo largo de la superficie terrestre y son muchas las regiones en el mundo que sufren de estrés hídrico y se están desertificando.

La tercera parte de la superficie emergida del planeta son desiertos; regiones que en algún momento fueron fértiles y boscosas pueden llegar a convertirse en zonas áridas y secas. Le sucedió al norte de África, que hasta hace unos diez mil años tenía vegetación exuberante, pero al terminar la última glaciación el régimen de lluvias se desvió hacia el norte y toda esa zona se convirtió en el desierto del Sahara. El proceso de desertificación puede ser muy rápido, simplemente deja de llover y eso es todo. En dos o tres generaciones puede haber un deterioro irreversible. Cantidad de comunidades a lo largo de la historia han tenido que desplazarse cuando las fuentes de agua de las que dependían se agotaron. Manantiales que en algún momento son abundantes terminan por agotarse.

Actualmente dos mil millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua suficiente para satisfacer sus necesidades mínimas o el agua de la que disponen no es apta para el consumo. Miles de personas en el mundo mueren cada día por enfermedades relacionadas con el agua sucia y contaminada, principalmente niños menores de cinco años, que les tocó nacer en el lugar equivocado y que nunca tuvieron una oportunidad ante la vida.

El cambio climático está exacerbando estas tendencias hacia la desertificación. México no es ajeno a esta situación. México es un país más bien seco donde en algunas regiones y en ciertas épocas del año (en época de lluvias) hay agua en abundancia pero en una buena parte del país el agua es un problema. Con una población creciente, centros urbanos en constante expansión, deforestación por todos lados, y contaminación generalizada, la problemática del agua solo puede hacerse cada vez más grave.

Cuando el agua es abundante, le pertenece a todos y no le pertenece a nadie; simplemente ahí está y todo mundo puede hacer uso de ella. Cuando empieza a hacerse escasa, se convierte en el bien más preciado y todo mundo que puede intenta apropiársela. Es posible suponer que desde las primeras sociedades sedentarias empezó a haber conflictos por el agua. Estos conflictos han sido crónicos a todo lo largo de la historia y se dan a todas las escalas e intensidad. Se pueden dar dentro de una misma comunidad, entre diferentes comunidades, municipios, estados o países. Se pueden hacer acuerdos para respetar ciertas cuotas pero como en todo, el agua termina estando muy mal repartida.

Aquí en el pueblo donde vivo el agua, que ya no es suficiente para satisfacer las necesidades de la población, está siendo desviada a colonias irregulares y fraccionamientos ilegales que se están haciendo a costa de lo poco que queda de bosque mesófilo de montaña. Intereses económicos mezquinos se están apropiando del agua y acabando con el bosque porque lo único que importa es el dinero ¿no es así? Hay gente que se vuelve completamente loca por el dinero, y no le importa perjudicar a toda una población o al planeta entero con tal de seguir haciendo sus negocios.

En un sistema económico en el que todo, absolutamente todo, se ha convertido en una mercancía, un recurso tan valioso como el agua no podía dejar de hacerlo, y vemos una tendencia hacia la privatización de este recurso indispensable. Hemos visto cantidad de casos en los que corporaciones trasnacionales se quieren apropiar de la fuente de agua de alguna comunidad, como sucedió en Cochabamba, Bolivia o en Kerala, India, y en algunos casos las comunidades han conseguido recuperar el control de sus fuentes de agua, pero solo cuando se organizaron y pelearon para hacerlo. El agua es una necesidad y un derecho básico; no se debe permitir que se convierta en un medio de control y de acumulación de riqueza.

David Cañedo Escárcega. Tenango de Doria. Hidalgo. México.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 12 Noviembre 2015.