Título original: Argo
Nacionalidad: Estados Unidos
Año: 2012
Dirección: Ben Affleck
Guión: Chris Terrio
Interpretación: Ben Affleck, Bryan Cranston, Alan Arkin, John Goodman
Música: Alexandre Desplat, Hans Zimmer, James Newton Howard
Ben Affleck dirige este drama cargado de intriga y suspense, en el contexto de la conocida Revolución Iraní. Con un ritmo sin altibajos, el espectador es transportado a la operación de rescate de seis diplomáticos estadounidenses, en el “Canadian Caper”, misión desclasificada por Bill Clinton en 1997. La CIA, el Gobierno de Estados Unidos y Canadá se unen de la mano, en la irrealidad de Argo, una película que sirve como tapadera de una liberación que se podría calificar de imposible.
Los hechos son reales; y bien conocidos. Se trata del asalto de estudiantes iraníes a la embajada de Estados Unidos en Teherán, el 4 de noviembre de 1979. 52 personas son hechas rehenes; seis de ellas logran escapar. Tony Mendez (Ben Affleck) es el agente de la CIA que propone un plan para el rescate, que consiste en que él, y los otros seis, se hagan pasar por un equipo de rodaje de Hollywood, que buscan localizaciones para Argo, una cinta de ciencia ficción, ambientada en Oriente Medio. Cada cual se tiene que creer su papel (cámara, director, productor…) si quieren salir del aeropuerto, ya que se pueden enfrentar a los duros interrogatorios de la temida Guarda Revolucionaria.
Tony Mendez urde esta idea cuando su hijo le comenta que está viendo en la televisión La batalla por el planeta de los simios, dada su afición a Star Wars o Star Trek. Busca en Los Ángeles el apoyo de John Chambers (John Goodman), un maquillador de aquel entonces, así como del productor de cine Lester Siegel (Alan Arkin). Ha de ser lo más real posible; tiene que ser creíble para Irán. De tal modo que crean una productora falsa, y no faltan el guión, los storyboard, el cartel promocional, además de haber un estreno en la ciudad, haciéndose eco del mismo la prensa de Estados Unidos. El supervisor de Mendez, Jack O’Donnell (Bryan Cranston), le apoya, pues algo tan fantástico, si bien es cierto que parece ser la opción más factible, es recibido con recelo por las autoridades norteamericanas.
Esta historia se sucede de forma paralela al rescate del grupo restante de la embajada. Jimmy Carter, presidente en aquella época, coordina la “Operación Garra de Águila”, un auténtico desastre. En un punto de encuentro en el desierto de Irán (se le denomina “Desierto Uno”), varios miembros del equipo de rescate mueren. Descubiertos por los iraníes, sus cuerpos se llegan a exhibir en las calles de Teherán, delante de los medios de comunicación. Esto genera un cambio en la estrategia por parte de Irán, que distribuye a los rehenes en distintos puntos del país. También hay una segunda operación que vuelve a tener un resultado similar. Entre las opciones a barajar por Estados Unidos, se llegó a pensar en el bombardeo a instalaciones petrolíferas o en ataques aéreos a Irán.
Nos encontramos en una etapa de gran agitación. El 22 de octubre de 1979 el Sha, Mohammad Reza Pahlevi , viaja a Nueva York para tratar el cáncer que padece. Pocos días después, el clérigo islamista chiísta, el ayatolá Ruhollah Jomeini, que regresa a Irán tras su exilio, lidera una revolución encaminada hacia un nuevo gobierno. El Sha es derrocado, después de su política de crímenes civiles, de una opulencia que distaba de las penurias que estaban viviendo los iraníes, o de su estrecha relación con Estados Unidos y Occidente. Pocos años antes, en 1953, Estados Unidos y Gran Bretaña habían efectuado un golpe de Estado que pondría en el poder al Sha, el cual había emprendido un proceso de occidentalización en la población iraní. Visto el asilio del Sha como un gesto de complicidad por parte del Gobierno de Estados Unidos, los iraníes imponen sus términos: los rehenes serán liberados, solo si el Sha vuelve al país, para ser juzgado y ahorcado.
Jimmy Carter se enfrenta a un dilema que se le escapa de las manos. Rotas las relaciones diplomáticas con Irán, y tras el fracaso del ejército, de la fuerza aérea, de la marina y de la infantería de marina, la situación se torna compleja. Se impone incluso un embargo comercial al país. No obstante, parece que la muerte del Sha y la invasión de Irán por Irak son los desencadenantes del fin de la crisis de los rehenes. Tras 444 días de cautiverio, los rehenes son puestos en libertad. La diplomacia toma fuerza: se cancelan las demandas contra Irán, se descongelan los fondos iraníes en bancos de Estados Unidos y Norteamérica se compromete a la no inherencia en los asuntos internos.
De esta manera, hablamos de dos misiones que parecen encontrarse en polos opuestos. Una de éxito significativamente inmediato; otra de un fracaso remanente. La “Canadian Caper” se logró resolver en pocos meses, en enero de 1980, mientras que hasta enero de 1981 no se procedería a la liberación total de los rehenes hechos presos en la Embajada de Estados Unidos. Supuso, asimismo, un golpe para Jimmy Carter, que reconoció públicamente haber fracasado en los intentos por enviarlos de vuelta a casa. Se podría entender que toda esta situación pudo repercutir en la no reelección electoral, que dio paso al republicano Ronald Reagan, quien se pondría al frente de la Casa Blanca.
La operación de Mendez tiene que destacar por su rapidez. Se desconocen que seis personas de la embajada han huido, por lo que su salida de Irán se ha de hacer prontamente, antes de ser descubiertos. Se alojan en la casa del embajador de Canadá, Ken Taylor (Victor Garber), que colabora con Estados Unidos. De hecho, les son entregados unos pasaportes canadienses. Las últimas escenas son de muchos nervios. Están en el aeropuerto, mas su salida depende de varios factores. Hay problemas con los pasaportes, sus billetes de avión han sido cancelados —Estados Unidos había decidido abortar la misión—, y uno de los del grupo es identificado como un miembro perteneciente a la embajada americana. Todo es una farsa. Hasta atribuyen al final el mérito exclusivamente Canadá, y la CIA queda en segundo plano, con el objeto de evitar más conflictos con Irán.
Merecido son los Óscar a la Mejor Película, al Mejor Guión Adaptado y al Mejor Montaje que recibe Argo en 2012. Varias galardones también en los Globos de Oro (Mejor Película-Drama, Mejor Director) o en los BAFTA (Mejor Película, Mejor Director, Mejor Montaje). Dato curioso es que Michelle Obama entrega el Óscar a la Mejor Película en la ceremonia de los Óscar. Buena actuación de Ben Affleck, un padre en una época complicada en su matrimonio, confiado y decidido en su trabajo. Es de agradecer la ambientación, con imágenes que han pasado a la historia, como el asalto a la embajada, el ambiente en las calles o la cruel práctica de colgar a la gente de las grúas.
Pese a haber algunas divergencias en cuanto a los acontecimientos acaecidos en torno al “Canadian Caper”, nos acerca la Revolución Iraní y una operación que se mantuvo en silencio durante décadas. Toma como base The Master of Disguise, del propio agente Antonio J. Mendez, y el artículo “The Great Escape”, publicado en Wired Magazine. Mendez obtendría la Estrella de Inteligencia, el mayor reconocimiento de la CIA. Las piezas encajan a la perfección; la emoción está garantizada.
Cynthia Gómez. Madrid.
Colaboradora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 28 Octubre 2015.