
“Vinieron multitud de negros con multitud de procedencias, razas, lenguajes, culturas, clases, sexos y edades. No hubo elemento humano en más profunda y continua trasmigración de ambientes, de cultura, de clases y de conciencias.”
Fernando Ortiz
La cultura cubana de origen africano tiene sus orígenes con la llegada de los esclavos a Cuba. El arribo de pobladores del llamado continente negro a la isla se incrementó en la primera mitad del siglo XIX, para satisfacer la demanda de fuerza de trabajo en plantaciones azucareras y cafetaleras.
Desde el año 1555 llegaron a Matanzas esclavos de diferentes poblados africanos debido a la trata negrera, quienes se asientan en el territorio reembarcados desde La Habana, La Española (República Dominicana y Haiti) o directamente del tráfico esclavista por puerto matancero.
En esos primeros años ocupaban aproximadamente el 6,7 por ciento de la población existente, cifra que se incrementó de manera considerable entre los siglos XVIII y XIX por la demanda de trabajo en las plantaciones azucareras y cafetaleras de la provincia.
Se llegó a introducir un promedio de siete mil esclavos cada año, alcanzando en 1841 cerca de 578.921 personas entre negros, mulatos, pardos, morenos libres y esclavos, y para el año 1 860 ya superaban los 97.000 individuos.
Es en extremo difícil calcular una cifra exacta de los hijos de África introducida en Cuba, pero el estimado más aceptado por especialistas es el de un millón 300 mil, provenientes sobre todo de la región subsahariana, los cuales estaban clasificados en 1.219 denominaciones con una amplia gama de naciones, etnias y credos.
En Matanzas son conocidas varias de estas denominaciones étnicas como los de origen yoruba (lucumí, takua, arará), ewe fon, ganga (mandinga, congo) bantú y los carabalí.
Los esclavos africanos nos transmitieron un invaluable patrimonio cultural, material e inmaterial, y fueron los promotores de cultivar en las entrañas de Matanzas sus costumbres, ritmos, danzas y una maravillosa oralidad presente en todas las esferas populares.
“La presencia de esta amplia gama de religiones y culturas, desarrolló en Matanzas uno de los entornos más significativos de la mezcla de sus raíces.
“Surgieron así denominaciones y grupos étnicos que manifestaron sus religiones a través del renacimiento de sus creencias expresadas en la Regla de Osha o Santería de origen Yoruba, la Regla Palo Monte de origen Bantú, la Regla Arará de origen Dahomeyano y la Regla EnkloriEnyeniAbakúa de origen Calabar”, según explicó Yoelkis Torres Tápanes, líder del proyecto AfroAtenas.
Así, esta provincia puede considerarse como una de las más representativas cunas del folclor africano, afirmó que “en Matanzas la rumba lucumí constituyó la cuna de todas las etnias que vinieron durante la trata de esclavos. Su remanente cultural está presente en cada uno de los barrios y los municipios de toda la provincia: digamos Perico, Martí, Jovellanos y la propia capital provincial».
“Respecto al legado africano en Cuba podemos citar también los elementos ligados a la culinaria, a las formas de pensar, a nuestra historia desde el despegue económico que logró la ciudad con el desarrollo de la industria azucarera, dentro del cual el negro fue un factor determinante.
“Realmente la cultura cubana de origen africano convierte a Matanzas en un sitio multicultural, multiétnico donde podemos apreciar constantemente que estos elementos no han desaparecido, sino que se reaniman para seguir subsistiendo en el tiempo.”
Para preservar la memoria oral y escrita de su fe y llevar a todos el legado cultural que con el tiempo fue insertado en la sociedad actual fue determinante la creación de los Cabildos, Asociaciones y Casas Templo, que unificaron a los esclavos según su nación.
Según datos históricos los Cabildos, Asociaciones y Casas Templo comenzaron a existir en Matanzas desde 1801, bajo la implantación de regulaciones y normas por parte de las autoridades españolas.
Un cabildo solo podía ser integrado por personas de una misma nación, debían crearse en las afueras de la ciudad puesto que molestaban con sus fiestas a la vecindad.
Se les prohibió usar en sus altares los santos no católicos y tocar los tambores, lo que provocó una simbiosis entre las deidades de la cultura afro (con santidades representadas en piedras o caracoles) y las católicas (representadas a imagen humana).
Las católicas se colocaban sobre el altar y las no católicas bajo este, dando como resultado una religión afrocubana criolla, al tomarse los elementos distintivos y confluentes de uno y otro, siendo las costumbres católicas a las que se les atribuyen mayores poderes, tanto que el bautizo constituye un paso obligatorio para todo el que deba o pretenda integrarse a las religiones afrocubanas.
En esa amalgama de fusiones religiosas Dios es conocido también como Olofi, el niño Jesús es el Niño Atocha, San Lázaro es Babalú, Santa Bárbara es Changó, San Francisco de Asís es Orula, etc.).
Un papel fundamental en la conservación de las tradiciones afrocubanas lo desempeñan las Casas Templo y Asociaciones. “En la urbe yumurina hoy existen Casas Templo y Cabildos, únicos de su tipo en Cuba, en casi todos los municipios, por ejemplo de la cultura arará con un fuerte arraigo.”
Las casas templo tienen un órgano de relación en cada provincia y uno nacional, rectorado por el Ministerio de Justicia y, si bien es cierto que se necesita un mayor apoyo, el propietario del inmueble tiene acceso a los financiamientos bancarios para materiales de la construcción como cualquier persona natural, con mayores posibilidades de pago dada la cantidad de hermanos que integran el Templo o Casa que pueden convertirse en fiadores.
Desde el 2013 se trabaja en actualizar la Ley de Asociaciones donde se les reconozca personalidad jurídica, para emprender una voluntad política de entrega de inmuebles que en su momento le pertenecían.
“Por ejemplo están las casa de Perico, como la de Armando Zulueta, en peligro de derrumbe, que forma parte del atlas etnográfico de Cuba. En Matanzas tenemos el Cabildo Iyessa Moddu que no tiene las condiciones creadas para mostrarlo como tal, el cabildo lucumí de Santa Teresa, en la casa de Tomasa Villamil, que es un lugar que también se puede reparar.”
Fiel al legado de ritmos, danzas y creencias religiosas transmitidas a la cultura cubana por nuestros ascendientes africanos, Yoelkis Torres Tápanes decidió crear un proyecto en el que el arte y la comunidad se complementaran.
Hoy el Callejón de las Tradiciones, ubicado en la barriada yumurina de Pueblo Nuevo, atrae a muchos turistas nacionales y extranjeros. Acerca de cómo surgió este proyecto apuntó que “diagnosticamos socio-culturalmente a la comunidad y analizamos los elementos que la unen. De ese estudio resultó que era la religiosidad popular el común denominador porque casi todas las personas que viven en Pueblo Nuevo son religiosas y practican, específicamente, religiones cubanas de origen africano.
“El medio y el objetivo que guiaron los caminos del Callejón desde su surgimiento fueron unir a las personas a partir de sus propias creencias y, por supuesto, con la religión la rumba, que es una de las expresiones que surgen del mismo toque del tambor religioso y la festividad interna de las casas templos y cabildos.
“Así es que el espacio se crea a partir de un proyecto de transformar la comunidad y su cultura desde una óptica social. Antiguamente allí existía un macrovertedero y se convirtió en uno de los sitios más visitados de la ciudad y constituye el primer producto turístico cultural-comunitario de Matanzas.
“La entrada está basada en el cuadro La jungla, de Wilfredo Lam, uno de los máximos exponentes de la obra afrocubana y la herradura forma parte de la misticidad que siempre ha existido en nuestras familias de colocarla detrás de la puerta del hogar para que entren cosas buenas.
“El Callejón de las Tradiciones es el espacio bendecido por la comunidad y por toda la oralidad espiritual que ocupa a la urbe yumurina y que muestra cuánto podemos hacer por nosotros mismos y cómo podemos rescatar los elementos identitarios de nuestra cultura.”
El joven, graduado de Estudios Socioculturales, especificó cómo influye el Callejón de las Tradiciones en el desarrollo de la rumba, Patrimonio Nacional de Cuba.
“El Callejón es hijo de la rumba porque el gran basurero que existía en el sitio donde se encuentra ubicado el proyecto hoy, comenzó a engalanarse con el toque de un tambor. Desde ahí amplió su perspectiva de reflejar quiénes somos y hacia dónde vamos.
“Está adornado por un gran mural de 70 metros de largo que constituye un intento de contar los 500 años de historia de esta ciudad. Para ello se reflejan hechos puntuales como la representación de la deidad Olokum que, desde las profundidades del mar, dio la bendición para que arribaran a Matanzas los barcos que representan tanto la trata de esclavos africanos, como la llegada de los chinos, canarios y catalanes que dieron inicio a nuestra cultura y los franceses que enriquecieron nuestra arquitectura».
Se manifiesta también el desarrollo económico a partir del despegue de la industria azucarera durante el siglo XVIII, uno de los factores que determinó el nombramiento de la ciudad de Matanzas como Atenas de Cuba en 1863.
“En el centro del mural aparece una gran ceiba que, como el baobab africano, representa la unificación que existe entre el ser material y el ser espiritual, la comunicación directa con Olokum, uno de los orishas del panteón yoruba, pero que al mismo tiempo en las culturas indígenas de Latinoamérica deviene un vínculo con el ser supremo y omnipotente que afianza la fe en todos los hombres.
“También se observa una pequeña simbolización del espiritismo, la Regla Palo Monte, las 7 potencias africanas, la Regla de Osha, la Regla EnkoriEnyeniAbakua, la Regla Arará con sus espíritus y una encarnación a través de los güiros de las expresiones goudú, que llegan a Cuba mediante la Revolución haitiana».
Un momento importante del mural se enmarca el 12 de octubre de 1693 cuando se funda San Carlos y San Borromeo de Matanzas. De la ciudad se seleccionaron elementos que la identifican: los grandes relojes de las construcciones más prominentes, las tejas francesas, los vitrales.
“En este punto nos trasladamos hasta el barrio donde se encuentra el Callejón porque, en 1830, se crea, alrededor de la iglesia, el barrio San Juan de Pueblo Nuevo en los terrenos de Doña Rita de Sotolongo. Allí aparecen los almacenes de azúcar que se encontraban a la orilla del río y facilitaban la importación y exportación de los productos que dieron un auge económico a este territorio.
“Representamos igualmente el escudo de la ciudad y aparece una gran bola que representa a Yemayá (Olokum), en este caso la tierra de Ewardo, de los tambores de Olokum, de Fermina Gómez, una religiosa conocida internacionalmente por la envergadura que alcanzó en nuestra historia.
“Terminamos con una expresión de la cultura popular tradicional: la quema del muñeco de San Juan que consiste en que los 23 de junio, durante la caída del sol y a las 12 de la noche, se quema un muñeco para darle la buenaventura al verano y que no ocurran hechos desagradables.
“Este espacio sociocultural contribuye a preservar nuestras tradiciones porque todos los elementos que forman parte de él tributan conocimientos sobre el legado africano en Matanzas y en Cuba.
“Al abordar estos temas es necesario tener en cuenta que está enclavado en el barrio donde surgió Afrocuba y donde se encuentra uno de los primeros cabildos existentes en Cuba, perteneciente a los abakuá, alrededor del cual existieron más de 27 Casas Templo o Cabildos, de los que actualmente quedan muy pocos.”
Las manifestaciones religiosas de origen africano ocupan un lugar destacado en Cuba, especialmente en Matanzas, y desempeñaron también una función importante en la preservación de los cantos, la música y las danzas.
La música evolucionó y en ella se perciben los aportes de sus raíces, con agrupaciones laureadas a nivel nacional e internacional como Afrocuba y Los Muñequitos de Matanzas, entre otras. Pero, existen otras vías para fomentar las prácticas afro en la ciudad.
“Aquí estamos representados, por ejemplo, a través de las agrupaciones folclóricas que expresan mediante la música y la danza los elementos que forman parte importante dentro de la identidad nacional. Digamos que están las Casas Templo y los Cabildos.
“Cada uno de los remanentes religiosos fuertes en los sitios de la propia ciudad como el cabildo San Juan Bautista y de San Burdú, el de Santa Teresa, el Arará, el de Ewardo, la Casa Templo NilóNiyyé, que son espacios que continuamente están haciendo permanecer su tradición.
“En Matanzas perduran también tradiciones como la festividad del cabildo San Juan Bautista, el 23 de junio, los 7 de septiembre cuando religiosos del barrio de La Marina, en Versalles y otros lugares de la ciudad se encuentran para reservar los tambores de la casa y llevan a las orillas del mar las ofrendas que se le daban a Olokumpara que la buenaventura reinara en Matanzas.”
La presencia de los esclavos en nuestro suelo trajo consigo la relación biológica con otras razas, cuya consecuencia es el mestizaje del pueblo cubano, haciéndonos participes ineludibles de su maravilloso y rico legado cultural.
Entre los proyectos que se gestan actualmente en Matanzas está AfroAtenas, encaminado a divulgar, conservar y hacer perdurar la memoria, la tradición y el acervo de sus culturas.
“Uno de sus objetivos fundamentales es salvaguardar y revitalizar las tradiciones y costumbres que tengan que ver con la cultura y la identidad del matancero, como expresión de las interrelaciones entre estas y el legado cultural africano.
“Contribuye a realzar la totalidad de expresiones de esta cultura y las formas transformadoras, que llegan a la comunidad y se muestran en los estilos de vida, las manifestaciones conductuales de sus practicantes, como hacedores y continuadores de estas tradiciones.
“Recalca cómo los herederos de este acervo pueden vincularse con otras realidades a través de un mismo pensamiento, un mismo sentimiento que sería el amor por mantener latente la cultura cubana de origen africano.
“Podría ser mediante la mezcla entre los que practican alguna de las variantes de la religión y los que no son religiosos pero que sus padres lo fueron y siguen manteniendo esta identidad, aunque no la profesen.”
Para Matanzas, el negro fue el agente decisorio de la historia, la economía, la cultura, la religión, la danza, la música y la tradición que hoy día tenemos como el legado más puro de África.
En su preservación descansa la posibilidad de cederlos también a nuestros descendientes como una de las riquezas culturales más amplias que poseemos.
“Este es un trabajo que no es solo responsabilidad de los que estamos hoy, sino de poderlo continuar mañana y por eso debemos sentar bases para que esta riqueza cultural permanezca en el tiempo.
“Por eso hoy también se desarrollan muchas estrategias y en función de eso tenemos el Callejón de las Tradiciones, aunque próximamente también se implementará el Ateneo de la Rumba que funcionará como una escuela de formación para el canto, la danza y la percusión folclórica.
En su interior existirá una sala homenaje a los grandes rumberos que le dieron el valor que hoy distingue ese patrimonio nacional cubano. También se dedicarán espacios a reflejar las mezclas entre la cultura afro y la de origen chino, donde tenemos que Changó por un lado adopta el nombre de Santa Bárbara (religión católica) y por otro es conocido como Fan Gón (expresión asiática), o sea como esta transculturación trasciende culturas de diferentes orígenes étnicos hasta nuestros días.”
Decimos hoy que la población matancera es imagen presente del componente africano, que ha contribuido a la conformación de la nacionalidad cubana, y la identidad de nuestra provincia. Matanzas llegó a ser, y es, un pedazo de África.
Jessica Mesa Duarte. Matanzas. Cuba
Colaboración. El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 28 Mayo 2015.