El maestro del agua, el debut de Russell Crowe – por Cynthia Gómez

Título original: El maestro del agua
Nacionalidad: Australia
Año: 2014
Dirección: Russell Crowe
Guión: Andrew Anastasios, Andrew Knight
Interpretación: Russell Crowe, Olga Kurylenko, Jai Courtney, Isabel Lucas, Damon Herriman, Jacqueline McKenzie, Cem Yilmaz, Ryan Corr, Dan Wyllie, Deniz Akdeniz
Música: David Hirschfelder

Con motivo del centenario de la batalla de Galípoli, celebrado el pasado 24 de abril, Russell Crowe ha aprovechado para acercarnos un poco la historia de Turquía, en un contexto marcado por la Primera Guerra Mundial. Film que huye de grandes pretensiones, de ritmo lento y pausado, brinda la oportunidad de hacernos llegar un acontecimiento de indudable relevancia histórica. Dirigida por el propio actor (L.A. Confidential, Una mente maravillosa, Master and Commander), mezcla lo bélico con lo dramático y lo sentimental.

Estamos en el año 1919, cuatro años después de la batalla de Galípoli. Connor (Russell Crowe) es un granjero australiano que pierde a sus tres hijos durante el combate. Afectado por el paradero desconocido de los jóvenes, declarados muertos, decide viajar hasta Estambul. En la capital turca, y con la ayuda de un oficial otomano, trata de descubrir sus respectivos paraderos, con el propósito de poder enterrarlos en su país.

El maestro del agua comienza, precisamente, en la península de Galípoli, el 20 de diciembre de 1915, durante la retirada de las tropas de ANZAC, formadas por australianos y neozelandeses. El Imperio otomano, dispuesto a defender el estrecho de los Dardanelos, trata de evitar a toda costa que los aliados, donde se cuentan también Reino Unido y Francia, logren traspasar este enclave estratégico, que le daría a Rusia más poder. La victoria del Imperio otomano a, que se alcanzaría el 9 de enero de 1916, deja la increíble cifra de unos 250.000 muertos en cada bando, tras casi un año del comienzo del enfrentamiento, y sucesivas consecuencias. Probablemente, la más destacada tiene que ver con la caída definitiva del Imperio otomano, que se extendía por parte de Europa, el norte de África y Oriente Medio.

Pasan cuatro años cuando Connor se dirige a Estambul, aunque aún así son palpables las dificultades y los problemas que sigue afrontando la población turca, que marcha en sucesivas manifestaciones contra los británicos. Grecia es asimismo otra preocupación, con su tentativa de hacerse con la costa oeste de la Península de Anatolia, y con los bolcheviques queriendo conquistar el Mar Negro, y los franceses e italianos el Mar Egeo. En este ámbito marcado por la guerra, Connor trata de hallar a sus hijos, a pesar de la inseguridad que vive el país, en una ciudad marcada por la presencia de la Mezquita Azul y las llamadas de los fieles a la oración. Hay pocas escenas de la guerra, la verdad, y en su mayoría vienen al espectador en forma de flashes en el tiempo, como recuerdos del protagonista.

El transcurso de El maestro del agua puede resultar algo tedioso, en especial porque fracasa en el intento de transmitir la desesperación de un padre por encontrar a su familia. La actuación de Russell Crowe deja de ser la de esperar, en un actor ganador de un Óscar (Gladiator, 2000), por su carga de sentimentalismo de escasa credibilidad. Podrían destacar en el reparto los papeles del oficial ( Yilmaz Erdogan) y del comandante (Cem Yilmaz) del Imperio otomano, aunque para nada el de la delicada y bella Aysha (Olga Kurylenko), propietaria del hotel donde se hospeda Connor. Entre ambos personajes, aflora un romance inverosímil, sobre todo por el intento de engrandecer una unión un poco imposible, entre un hombre australiano y una mujer otomana, sujeta a los convencionalismos sociales y la tradición. El efecto de lograr una relación tipo Jack y Kate en Titanic (James Cameron, 1997), o de un vínculo estilo Romeo y Julieta en Romeo y Julieta (Baz Luhrmann, 1996), resulta absurdo e irrisorio.

Conviene mencionar, por ser un hecho reciente, la muerte de Andrew Lesnie, director de fotografía, el 27 de abril, coincidiendo con los días del estreno mundial de la película. Partícipe en películas como El Señor de los Anillos, ganando el Óscar en La Comunidad del Anillo, o El Hobbit, en las cuales hay que destacar su impecable trabajo, aquí nos deja su última obra, difícilmente superable por estos dos grandes títulos. Cosa similar podríamos decir de los efectos especiales que, pese a ser escasos, dejan constancia del bajo presupuesto destinado a tal fin. Por otro lado, el título resulta desconcertante y hasta ficticio, buscando una conexión entre las habilidades adivinatorias del granjero para encontrar agua en Australia y sus premoniciones para dar con el destino de sus hijos, cruciales, por cierto, para el desenlace.

Dedicada a “todos aquellos que permanecen perdidos y sin nombre, y que aún viven en los corazones y recuerdos de sus familias”, El maestro del agua centra su atención, precisamente, en un tema bien conocido por los españoles, como es la memoria histórica. Cerca de 8 millones de personas, según datos de la propia cinta, fueron declarados desaparecidos, presumiblemente muertos, en los años de la Primera Guerra Mundial. En este sentido, la película es un homenaje a todos estos civiles y militares, con independencia de su nacionalidad y de sus creencias. Una buena elección para los amantes de la historia o para los cinéfilos más curiosos. Si buscas mero entretenimiento, ya la puedes descartar.

Cynthia Gómez. Madrid.
Colaboradora, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 23 Mayo 2015.