El origen del conflicto en Palestina – por Francesc Sánchez

The Mayor of Jerusalem Hussein Effendi el Husseini [al-Husseini] (Ottoman), meeting with Sergts. Sedgwick and Hurcomb of the 2/19th Battalion, London Regiment, under the white flag of surrender, Dec. 9th [1917] - American Colony (Jerusalem) - Library of Congress - Wikimedia Commons

El conflicto entre palestinos e israelíes probablemente sea el conflicto contemporáneo en activo sobre el que más se ha informado. Esto obedece a la longevidad del conflicto (sesenta y siete largos años), a la violencia que expresa el conflicto (normalmente cebándose en los más débiles), y al hecho de convertirse este conflicto en muchas ocasiones en el epicentro de un gran terremoto que sacude toda la región de Oriente Medio. Esa gran cobertura sin embargo no ha servido hasta el momento para que los contendientes y la comunidad internacional encuentren una solución. Me atrevería a decir que el drama de los palestinos y en mucha menor medida de los israelíes se ha convertido en algo normal y rutinario para los que lo sufren diariamente, y para los que lo presenciamos desde la distancia. La cobertura informativa de un conflicto es necesaria porque da a conocer a los ciudadanos esa realidad, también porque de alguna u otra manera hace que la violencia sea menor hacía las victimas, pero ésta por si sola no sirve para solucionar los conflictos si los ciudadanos se desentienden del mismo y no transmiten a sus representantes políticos la voluntad de solucionarlo. Este artículo que presento en esta nueva publicación que tiene entre sus manos tan solo pretende ser una pequeña retrospectiva histórica del origen de estos setenta y siete años de conflicto.

Los prolegómenos del conflicto empiezan en la Gran Guerra (1914-1918) cuando los árabes son alentados a rebelarse contra el Imperio Otomano por los británicos a cambio de unas vagas promesas de autogobierno. La rebelión árabe tuvo un papel significativo para desestabilizar la Sublime Puerta pero tanto los británicos como los franceses no tuvieron intención de conceder a los árabes su soberanía: bajo el acuerdo secreto Sykes – Pikot de 1916, hecho publico por los soviéticos un tiempo después, se establecía un reparto de los territorios otomanos en Oriente Medio en diferentes áreas de dominio directo y de influencia. Las nuevas fronteras en Oriente Medio juntaron algunas provincias otomanas en nuevas entidades y separaron de otras marcando los límites, que se mantienen hasta la actualidad, de unos estados coloniales o tutelados por los imperios. La Palestina histórica pasó a ser un Mandato británico hasta 1948, momento en que los judíos emigrados desde Europa, fuerzan la partición del país y declaran su independencia.

La presencia judía en Palestina desde sus diferentes diásporas (iniciadas casi dos mil años atrás) había sido marginal. Fue durante el ascenso de los nacionalismos y el antisemitismo en Europa cuando muchos judíos mezclando su credo religioso y la política empiezan a demandar un estado propio. El sionismo a finales del siglo XIX emprende una serie de compras de tierras a los terratenientes absentistas en Palestina pero no logra realmente conseguir una emigración importante hacia esas tierras. Los británicos durante la Gran Guerra prometieron a los sionistas a través de la Declaración Balfour al barón Lionel Walter Rotchild un hogar en Palestina para el pueblo judío pero nuevamente, como sucedía con las promesas a los árabes, esto no dejará de ser más que una declaración de intenciones. Un hecho cambiara todo: la Shoah (la catástrofe para los judíos comúnmente conocida como el holocausto que llevaron a cabo los nazis durante la Segunda Guerra Mundial) mató alrededor de seis millones de judíos en campos de extermino, y los supervivientes, desubicados, desatendidos o con una férrea voluntad de constituir una estado aparte, esta vez sí emigran masivamente hacía Palestina. El objetivo de estos judíos es echar a los británicos y constituir un estado judío en el máximo territorio posible en Palestina, y para ello no escatimaran todo tipo de medios (incluidos los atentados terroristas que llevó a cabo el Irgún) contra un gobierno colonial que terminará por perder el control de la situación. La constitución del estado de Israel en 1948, que establece la partición de Palestina, es avalada en la Asamblea General de las Naciones Unidas mayoritariamente por sus miembros, pero es rechazada por todos los países árabes emancipados que limitan con el nuevo estado.

Había también otro problema. Los palestinos, aquellos árabes que durante docenas de generaciones eran los habitantes oriundos de Palestina, vivían en una tierra ahora exigida por los israelíes. Entonces se produce lo que eufemísticamente se conoce como la gran emigración de cientos de miles de árabes hacía donde pueden (hacía la Palestina árabe y hacía los países limítrofes) para malvivir en campos de refugiados. Esto que los palestinos conocen bajo el nombre de la Nakba (la catástrofe), y que para ellos es simple y llanamente una expulsión, se mantiene hasta nuestros días. La primera guerra entre árabes e israelíes inicia para muchos el conflicto aunque como hemos visto los prolegómenos ya se iniciaron mucho antes con todo lo contado hasta ahora. Hubo tres más de formales, la de 1956, en la que los israelíes del lado de los británicos y los franceses se lanzaron contra los egipcios cuando Nasser nacionalizó el Canal de Suez, la Guerra de los Seis Días de 1967 cuando los israelíes se enfrentan a los egipcios, los sirios, los iraquíes y los jordanos, por la que los egipcios pierden el Sinaí, los sirios los Altos del Golán y los palestinos ven ocupar lo poco que les quedaba, y finalmente la Guerra del Yom Kipur en 1973 que les enfrentó a egipcios y sirios, y por la que Sadat, tras firmar la paz con Begin cinco años después en los Acuerdos de Camp David, recuperó la península del Sinaí.

El resto quizá ya es más conocido. El estado de Israel, eminentemente judío aunque en él vivan casi dos millones de árabes, mantiene una Ley de Retorno que permite emigrar a su territorio a todos aquellos judíos que lo quieran. Esto supone una falta de tierras para los nuevos ciudadanos que el estado de Israel resuelve expropiando tierras a los palestinos en su propio territorio, ocupado por el ejército desde la Guerra de los Seis Días. Esta situación ha generado toda una serie de guerras informales y asimétricas, entre un ejército moderno y armado hasta los dientes contra unas milicias palestinas que apenas pueden defenderse, que se han saldado con miles de muertes entre los palestinos. El conflicto para muchos eterno entre palestinos e israelíes difícilmente puede resolverse si nos retrotraemos a los orígenes del mismo, porque la política de hechos consumados ha cambiado la realidad, pero el pasado hay que conocerlo. Los palestinos, a diferencia de la responsabilidad que tienen los israelíes sobre la Nakba, no fueron los responsables de la Shoah, sin embargo desde entonces están recibiendo sus consecuencias.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
El artículo fue publicado originariamente en la revista Euro-Arab

Redacción. Memoria. El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 24 Abril 2015.