Queimada – por Iván Dueñas

Título original: Queimada!
Nacionalidad: Italiana
Año: 1969
Dirección: Gillo Pontecorvo
Guión: Franco Solinas, Giorgio Arlorio, Gillo Pontecorvo
Interpretación: Marlon Brando, Evaristo Márquez, Renato Salvatori, Norman Hill, Tom Lyons, Carlo Palmucci, Giampiero Albertini, Dana Ghia
Música: Ennio Morricone

La historia transcurre en una isla Las Antillas que los productores de la película inventaron para poner cara a los problemas que debieron afrontar los habitantes nativos de las colonias americanas.

Si rastreamos en el pasado, cualquier episodio de amotinamiento esclavista podría identificarse con los sucesos ocurridos en Queimada, solo que aquí, la ferocidad con que el débil despierta de su letargo hace que acontezca una auténtica revolución, imposible de parar con medios convencionales. La constelación isleña que acompaña a Queimada, fue explotada hasta la extenuación y los soberanos extranjeros que extendieron aquí sus dominios, simplificaron la producción al monocultivo intensivo para alimentar un sector industrial en alza.

Queimada es un vocablo portugués y no significa otra cosa que “quemada”. Los portugueses son los primeros en interesarse por la isla y, por consiguiente, los primeros en someter a los indios a los duros trabajos de las plantaciones. El proceso de conquista se complica más de lo esperado, pues los invasores encuentran un pueblo insumiso, guerrillero, dispuesto a combatir las intromisiones de unos bárbaros codiciosos. Los motines se repiten una y otra vez, hasta que el ejército colonial encuentra la solución definitiva: prender fuego a toda la isla. Por increíble que parezca, esto mismo pasó en el año 1525, pero no fueron portugueses los responsables, sino españoles, y lo mandó hacer Diego de Almagro en una aldea cerca de Cuzco, en represalia a los indios incaicos rebeldes. Seguramente, Pontecorbo cambió la nacionalidad de los hechos para evitar la censura franquista. Al borrar todo vestigio de vida humana, el territorio comienza a repoblarse con esclavos traídos de África, que a la larga se declararán insubordinados y harán de nuevo la guerra contra sus señores.

El agente William Walker, consejero británico, personaje que encarna Marlon Brando, viaja a la isla para mediar en los asuntos de Estado, pero realmente, lo que hace es contribuir en la conspiración que está naciendo contra el gobierno isleño. Si Queimada recuperara la independencia y ya no fueran súbditos de Portugal, el Imperio británico tendría el camino despegado para “asociarse” con ellos. La compañía azucarera Antilles Royal Sugar Company está abriéndose paso a nuevos mercados y quiere controlar la producción de Queimada. José Dolores es quien lidera la trama conspirativa. Junto con Walker, planea el asalto al banco de Rosario, la capital, y con el botín, asegurarse la supervivencia para los tiempos difíciles que les esperan. Todo lo guardan en una aldea, que protegen de cualquier incursión portuguesa, asaltando a los soldados y despojándoles de sus uniformes y fusiles para utilizarlos ellos mismos. La fotografía de estos aldeanos, que siempre han vestido con harapos y ahora se enfundan el traje de soldado portugués, no tiene desperdicio.

Los hechos en la sierra corren paralelos a los hechos que acontecen en la ciudad. Allí lo que brilla es el poder de convicción y negociación del inglés con las autoridades isleñas. Ambas partes discuten las ventajas que traería la independencia. Walker pone el acento en la consecución del libre comercio, pero el gabinete presidencial, quiere ir más allá y ensalza los valores nacionales de un pueblo que nació bajo la corona portuguesa, pero que ya tiene identidad propia. Pontecorbo elige una fiesta de disfraces, donde todo se confunde, para dar el golpe de Estado y asaltar la casa del gobernador.

Todo parece ir viento en popa, hasta que representantes de blancos y negros se sientan a deliberar sobre la clase de país que quieren. La abolición de la esclavitud no se hace esperar, pero lo que concierne a los acuerdos que siguen vivos con la compañía azucarera inglesa, provoca desencuentros. Dolores no admite ninguna de las propuestas porque ni quiere ni sabe qué se traen sus compatriotas entre manos con los ingleses. Además, si a ellos hay que ceder la manutención de la isla, todos los esfuerzos habrían sido en vano. Él no distingue entre un esclavo y un trabajador que se pone al servicio de patrones extranjeros. Después de todo, es posible romper lazos con los tratantes del azúcar, pues si los negros se niegan a cortar la caña, nadie se enriquecería porque no habría mercancía para vender. Dolores quiere volver a la vida indígena, a vivir de lo que mana de su tierra, como antes de que los europeos pusieran el pie en ella.

Con el tiempo, ambos bandos acabarán enemistados, y la gente de José Dolores, será perseguida y aniquilada. Teddy Sánchez, presidente de la nueva república, sucumbe a los encantos de los ingleses y les cede la explotación de sus plantaciones por… 99 años. Esto significa que la Sugar Company, determinará por todo este tiempo el rumbo de la economía de Queimada, aunque para ello empobrezca a la sociedad entera. Los trabajadores de las plantaciones resisten los ataques del ejército y hasta realizan incursiones en la ciudad. Cuando la guerra parecía inclinarse de su parte, llegan los regimientos británicos, que emprenden una masacre sistemática. Si les ganan, será porque sus armas son más sofisticadas, pero en la guerrilla, los rebeldes luchan con ferocidad para defender sus ideas, y lo hacen de una manera más valiente si cabe. Por eso Don Quijote renunció a utilizar las armas de fuego. El Presidente es consciente de la insostenibilidad de la situación, y en un acto filantrópico, reparte panes a los habitantes de las aldeas. Se pregunta que tal vez no habría Dolores si la Sugar Company no hubiese intervenido con tanta holgura en sus asuntos. Sus palabras llegan a oídos de los ingleses, y Teddy Sánchez muere fusilado.

La solución final se repite. El fuego es quien arrasa otra vez la sierra y los rebeldes, según salen azuzados por las llamas, son disparados como en una montería. Sin embargo, mientras haya una hebra de pasto dice Dolores en sentido figurado, habrá otros que lo intenten y la bestia caerá en su propio fuego. Es interesante la evolución que Pontecorbo dota al personaje: pasa de la ignorancia, de hacer todo lo que los blancos le mandan sin observar que no recibe un trato justo, al pensamiento crítico que vierte sobre sus compatriotas como un orador del senado romano. Incluso llega a entender que si le capturan, como de hecho pasa, y muere en la horca, será un mártir, un símbolo que otros pueblos oprimidos de las Antillas convertirán en referente, para que ellos, como él dice, tomen la libertad por sus propios méritos, porque nadie la dispensa sin recibir nadie a cambio. A estos fantasmas no los puede nadie. Hay que destacar la ayuda que Walker presta a los operarios que montan la horca. Él les enseña a montar una máquina para morir, igual que en todo lo restante que los europeos han introducido en estas tierras vírgenes.

Como se puede comprobar, las plantaciones estaban estrechamente ligadas a la trata de esclavos que los patrones compraban como mano de obra. Los viajes aumentaron cuando Enrique VIII fundó la Royal Navy en el siglo XVI y también tras la independencia de las 13 colonias de Norteamérica, que obligó al rey a paliar las pérdidas conquistando nuevos territorios en África y en el Caribe. Por otra parte, la Revolución Industrial sentó las bases de la economía capitalista, que empujó a las empresas a fundir sus capitales para generar más beneficio y buscar cantidades inconmensurables de materia prima. El fenómeno se produjo al amparo de los avances tecnológicos. El poder que alcanzaron los colonos europeos, reafirmó la creencia que tenía el hombre blanco sobre su superioridad frente a otras etnias, como de hecho pensó el escritor Rudyard Kipling, que le condujo a conquistar nuevos territorios donde «mejorar» la calidad de vida de seres humanos que, según él, la divina providencia le había mandado proteger. Los blancos se atribuyeron a sí mismos la responsabilidad de hacer de estos territorios una réplica de su civilización, aunque, francamente, en ningún sitio era necesario.

Durante el siglo XIX, las colonias tuvieron administración directa. Podían ser colonias de asentamiento o de explotación, como Queimada, cuya economía estaba sujeta a un grupo de empresarios multinacionales. La fundación del Banco de Inglaterra consolidó el dominio de esta potencia en el planeta, porque a través de sus créditos, influyó no solo en las transacciones comerciales, sino también en las adquisiciones militares. Imperialismo es la manera de ejercer dominio sobre un país por medio de la guerra, pero también por el control de la producción de todo un país. Queimada fue víctima del «darwinismo social», principio que sustenta el derecho que los países más poderosos tienen de crecer a costa de los más débiles. Su máxima expresión es el liberalismo que permite a sus valedores truncar por completo el camino de un pueblo como el que vive en esta isla que acabó convertida por los europeos en un vasto latifundio azucarero.

Iván Dueñas Villamayor. Toledo.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 29 Diciembre 2014.