
Su infinita humildad no impide que esta fotógrafa haya evolucionado hasta convertirse en una de las mejores del mundo. Con dos World Press Photo y una Medalla de oro al mérito en Bella Artes, Muñoz es un referente para el mundo de las instantáneas. A sus 63 años, acaba de llegar del Congo. Y lo que le queda.
Puede que muchos nos preguntemos cómo se hacen esas fotografías que llenan exposiciones y galerías. Cómo se alcanza tal calidad y cómo se consiguen entrever los mensajes y sentimientos de los fotógrafos a través de sus imágenes. Sin embargo, la respuesta a estas preguntas no está tan lejos cómo nos imaginamos.
Existe gran variedad de charlas y conferencias en las que los profesionales aportan su visión fotográfica, entre las que se encuentran iniciativas como “A cámara abierta” en Madrid, donde los fotógrafos amateurs pueden escuchar las experiencias y los consejos de los verdaderos profesionales.
Todos están de acuerdo en que disfrutar de alguien como Isabel Muñoz ya que su labor fotográfica ha sido reconocida por los centros más prestigiosos. Dos World Press Photo la avalan, superando al quizás más conocido Samuel Aranda, ganador en 2011 del mismo premio con una imagen de las revueltas de Yemen publicada en The New York Times; Ahora bien, la conferencia de Muñoz se convirtió en casi dos horas de preguntas que se fueron transformando en una sencilla conversación. En ella se dedicó a responder a todas las cuestiones con naturalidad y entusiasmo, sin perder un ápice de simpatía.
Obviamente, los congregados allí éramos muchos. Más que sillas había. Pero eso no fue problema para escuchar sus vivencias, sus problemas en los proyectos y sus sorpresas, ya que desde el año 86, cuando expuso por primera vez en el Instituto Francés con su trabajo “Toques”, no ha dejado de investigar y evolucionar. Como curiosidad a esta primera exposición, a Isabel Muñoz le robaron una fotografía, pero esto le hizo mucha ilusión. “Cuando una persona se molesta en robar una imagen es porque le ha encantado”, comentaba entre risas.
Tras una pequeña visualización de los últimos 5 años de trabajos, comienzan las preguntas. Se agita la larga melena, negro azabache, poco habitual a su edad. Quizás sea porque su espíritu se mantiene más que joven. Entre los rostros que tiene enfrente se mezclan jóvenes con adultos. Canas con largos rizos y sonrisas con rostros serios. Todos atentos.
Nos preguntamos entonces por qué el blanco y negro en la mayoría de sus obras. Y parece simple; “El blanco y negro separa demasiado la imagen, hacen que sean oníricas y permiten que pongas tu propio universo dentro de ella. El color, por el contrario, no. Es cierto que el platino en color permite crear un color “onírico”, pero es diferente”. Por lo tanto, las imágenes de los sueños es el fin de sus composiciones. Hacer soñar a los espectadores.
A través de este complejo blanco y negro revelado gracias al platino, Isabel Muñoz es capaz de reproducir la piel humana de un modo soberbio. “El cuerpo y la danza son pretextos para hablar del ser humanos, del nosotros, de su dignidad, sus sentimientos. A través del cuerpo he encontrado la forma de contar”. Es decir, los cuerpos de todos los rincones del mundo pretenden reflejar la realidad global y local. Una percepción quizás antropocéntrica pero que tiene muy buenos resultados.
40 años de trabajos dan para muchos temas. Para muchas miradas y muchos viajes, pero como ella afirma, “cada trabajo se cuenta de una forma. No todos los temas son iguales, así que hay que contarlos de manera distinta. Contarlo todo igual es aburrido; me gusta que mi vida y la fotografía evolucionen”. Y esta continua evolución es la que la ha mantenido en lo más alto del panorama fotográfico a sus 63 años. “Hay que tener miedo a repetirse, hay que dar el salto a la hora de contar. Hay que seguir buscando”.
Entre los que más sorprenden al público, el reportaje de los maras y “la bestia” (el tren de la muerte) debido a la dificultad que entraña realizar un trabajo así. Ella misma pasó miedo en las cárceles donde se encontraban los maras, pero intentó no demostrarlo para llevar a cabo las fotografías. ¿Y cómo surge esta iniciativa? Del año 2000 al 2005, en Etiopía, Muñoz quiere plasmar un trabajo con el cuerpo como lenguaje. En ese momento, piensa en las tribus urbanas del siglo XXI que usan su cuerpo para retratar una realidad concreta y se plantea entonces el proyecto de los maras. Debido a la mayor seguridad, decide llevarlo a cabo en El Salvador, en la cárcel. Ahora bien, fue un trabajo complicado, ya que la autora es “incapaz de fotografiar nada que no ama”. Sin embargo, ella no quería juzgar, así que trabajo tomó otra forma: ser testigo de una realidad.
La realidad es por lo tanto la base de su obra. Contarlo todo tal y como es. Y por supuesto, sus principios le han impedido hacer algunos trabajos. Algunas ofertas muy apetecibles a las que ha tenido que decir que no porque no le dejaban contar la realidad a su manera, tal y como es. Rechaza entonces cualquier tipo de manipulación de la misma, ya que “contar solo una parte no es lo adecuado”.
Otro tema que suscita un gran interés es la cuestión de las cesiones de imagen. En este sentido, la fotógrafa habla de autorizaciones para todos, ya que se trata de un derecho del ser humano. “Obviamente, esto funciona en función de la necesidad y las circunstancias; hay que hacer comprensible a los demás el trabajo para que cooperen, pero siempre hay que pedir permiso”. Respeta a los fotógrafos que buscan “el momento”, imágenes que de ser premeditadas perderían la esencia que están buscando. No obstante, ella defiende que se trata de un derecho inalienable de las personas (incluso de las que están en la cárcel, como el caso de Los Maras), por lo que pide permiso para sus proyectos.
En cuanto al grado de control de las tomas en estudio, realiza previamente un croquis y algunos bocetos para preparar el reportaje y así después intentar hacer todo lo posible en cada situación. Es su forma de contar. Es su realidad a través de su cámara analógica, ya que lo digital, aunque le permite muchas variaciones, sigue quedando en un segundo plano. Su fiel Canon sigue siendo analógica, ya que la calidad, por muchos avances que se han conseguido, sigue siendo menor (en los casos profesionales).
La fotografía es un trabajo complicado. Hacer una foto va más allá de un mero click. “Hay trabajos para los que se necesita profesión. Por ejemplo, yo nunca fotografiaría guerras, ya que moverse en algunos ambientes es complicado”. Sin embargo, gracias a su portaestudio, es capaz de encuadrar de una manera magistral en los ambientes en los que ella se encuentra cómoda; Brasil, Irán, China, El Congo, Burkina Faso, Turquía… y decenas de países más.
La percepción general acerca de esta mujer mejora con los minutos. Se escuchan comentarios positivos, “no me esperaba que fuese así”, “qué mujer tan atrevida”. Y pasa entonces de ser alguien “superior”, con años de experiencia, a una persona cercana que no tiene reparos en comentar sus fallos y equivocaciones. Entre las críticas que se le pueden atribuir se encuentra que sus imágenes son poco naturales, en el sentido de que utiliza portaestudio y no la propia naturaleza del ambiente. La utilización de un equipo más profesional a veces puede teñir sus imágenes de falta de vida, pero en realidad estos fondos neutros ponen de relieve la calidad de la iluminación para retratar el cuerpo humano. Para los que entiendan de fotografía la parte de la iluminación es, si no la más compleja, una de las más difíciles a la hora de tomar instantáneas. Por ello, el equilibrio que consigue la autora en sus obras suscita grandes halagos por parte de los asistentes a la conferencia.
Por último, en relación al futuro de la fotografía, asegura entre risas que ve mejor el futuro de la fotografía que nuestro propio futuro. Es cierto que la crisis ha afectado a este sector, así como el papel (al igual que a la prensa), pero el boom fotográfico que se viene produciendo en los últimos años es fascinante. “Y eso es genial, porque de este modo por mucho que quieran modificar la realidad, siempre habrá un móvil que demuestre lo contrario”.
Isabel y realidad, realidad e Isabel. Cámara en mano, no sabemos de lo que es capaz; simplemente, será algo increíble pero cierto.
Elena Rodríguez Flores. Madrid.
Redactora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 14 Diciembre 2014.