En los Países Árabes hay una serie de problemas estructurales a nivel económico que perjudican gravemente la propia economía del país y el bienestar de la gran mayoría de la población, a excepción de las élites económicas, que en gran medida, se ven beneficiadas por el sistema económico imperante. Podemos definir tres grandes problemas estructurales dentro de la órbita árabe: la gran dependencia al petróleo, el fuerte desempleo (sobre todo de población joven, que no ven posibilidades de integrarse dentro del sistema laboral) y la “maldición” que puede suponer disponer de recursos energéticos (hidrocarburos). De hecho, estos tres problemas estructurales están totalmente relacionados entre sí, pues todo gira en torno a la misma fuente de riqueza: los recursos energéticos.
El tema a abordar propiamente en este artículo será la “maldición de los recursos”: como el disponer de estos recursos puede condenar a un país a tener serios problemas estructurales a nivel económico. Las economías petroleras han generado una fuerte dependencia a los ingresos del petróleo, siendo así casi su única vía de ingresos disponibles. El término “maldición” no es más que una visión crítica de esta realidad, pues, para lo que unos observan como un factor negativo (la inmensa población de dichos países), a otros les es una virtud (en este caso, son las élites económicas que se benefician de la exportación del petróleo).
De todas formas, entran en juego unos aspectos económicos problemáticos, que al margen del beneficio económico que suponen dichos recursos, afectan a todas las capas de la economía de estos países. Uno de estos problemas es el llamado Dutch Disease, el “Síndrome Holandés” o “Mal Holandés. Este efecto repercute en la moneda, debido a la especialización de un producto como el petróleo, que genera una gran liquidez en la exportación. El país en cuestión empieza a recibir un número significativo de divisas, y el gran aumento de divisas perjudica los otros productos para la exportación, debido a que se incrementa el tipo de cambio, y evita ser un país competitivo con el resto de exportaciones. De hecho, estos países no tienen la necesidad de generar otros beneficios a través de la diversificación de sus productos en la exportación, dados los grandes beneficios que genera el petróleo; por tanto, evita el interés de invertir beneficios en otras industrias, generando a la vez, un problema de empleo, puesto que la industria del petróleo no requiere de mucha mano de obra.
Otro de estos aspectos económicos problemáticos a nivel estructural es el efecto Crowding Out o “Efecto Expulsión”. Las industrias del petróleo o gas (otras energías), en los Países Árabes, están en manos del Estado. El fuerte control que genera el Estado sobre estos recursos produce este efecto, el efecto de expulsión de la inversión extranjera. Empresas privadas no invertirán en estos países, pues las trabas para integrarse en la explotación de estos recursos son numerosas y costosas, totalmente protegidas por el estado, y esto se traduce a una falta de inversión extranjera dentro del país.
Un tercer problema estructural que encontramos es la volatilidad de los ingresos que genera el petróleo. Las fluctuaciones de mercado en los precios del barril generan el problema de ingresos dispares de un mes a otro, o por ejemplo, la caída de la demanda de petróleo; en definitiva, no se dispone de una cantidad fija de ingresos con los cuales se puedan gestionar los beneficios. Esto supone una mala gestión de los beneficios del petróleo, debido a que no se puede establecer una política de gasto adecuada. También, al margen de este problema, encontramos que las propias élites beneficiarias de este negocio no acostumbran a reinvertir el beneficio (como ya he escrito antes), o una parte de éste, para la modernización del país, o una mejora sustancial del nivel de vida, que se podría dar con unas políticas de gestión adecuadas de estos recursos.
Uno de los males principales, o uno de los problemas estructurales más relevantes dentro de la “maldición de los recursos” es, como he dicho, la volatilidad de los ingresos del petróleo. Para minimizar los daños que pueden causar a la economía de estos países, se han creado lo que se denominan Fondos del Petróleo. Gracias a la gran liquidez que genera el petróleo, estos fondos existen con el nombre de Fondos Soberanos, y países como Arabia Saudí, Kuwait, Noruega,… disponen de ellos. China también dispone de éstos, aunque su origen no radica en la liquidez del petróleo, sino en las exportaciones de su industria. Con estos Fondos Soberanos, el objetivo es minimizar los daños por dicha volatilidad de ingresos y actuar como una inyección de capital en momentos de descenso de la demanda o bajada de los precios del barril.
Los Fondos Soberanos son a la vez criticados por el poder de inversión que suponen y por su opacidad (no saber la cantidad exacta y su poder de abasto real), a excepción de los noruegos, que son totalmente transparentes. Hay un claro temor a que estos fondos puedan acceder a sectores como el alimentario, armamentístico,… además, estos fondos pueden dejar de ser meras inversiones para convertirse en mecanismos de presión política contra países objetivo. A la vez, dichos fondos, tienen sus defensores, pues con la crisis económico-financiera de 2008, fueron estos fondos los que permitieron estabilizar la economía (no la deuda) saliendo al rescate de bancos.
Para solventar la “maldición de los recursos” abordaré, como último tema, la gestión política de los hidrocarburos. Una buena gobernanza, o una democratización de la gestión, permitiría realizar proyectos de desarrollo de mejor calado para estos países, ya que disponen de una gran liquidez, pero que la población civil, en gran medida, no se ve beneficiada, sino al contrario, más perjudicada, pues no logran integrarse dentro del sistema laboral, debido a que el propio sistema lo impide, por ejemplo por su falta de diversidad económica y las trabas que el mismo Estado impone.
En este artículo he abordado uno de los principales problemas estructurales de los Países Árabes: la “maldición de los recursos”, que está condenando a millones de personas al desempleo y a la precariedad en las formas de vivir. El disponer de hidrocarburos debería ser una virtud y un gran hándicap para estos países, pero está suponiendo la condena sistemática de la población a la pobreza, a favor de unas élites que día tras día se ven más beneficiadas por este modelo económico y este tipo de gestión de los recursos.
Jordi Sánchez Callado. Barcelona.
Colaboración. El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 13 Octubre 2014.