El virus del ébola está causando una alarma social no sólo en África sino también en Occidente por los recientes casos de cooperantes y misioneros que han fallecido a causa de esta enfermedad letal.
Estas muertes de pacientes occidentales han extendido el miedo a un posible brote del virus por Europa. El Ministerio de Sanidad español ha comunicado las sospechas de varios pacientes que han sido aislados en distintos hospitales por precaución al presentar sintomatología semblante a los primeros signos del ébola. Casos todos ellos que han resultado negativos.
Mientras tanto en los países afectados como Guinea Conakry, Liberia, Sierra Leona y Nigeria aumentan el número de casos y fallecidos cada día, en estos momentos se han contabilizado 5.000 casos y 2.500 muertos. Estos países en la medida de los pocos recursos de que disponen han establecido medidas de protección ante la avalancha de nuevos infectados. Medidas como la declaración del estado de emergencia, la puesta en cuarentena de varias ciudades, suspensión de empleo para los funcionarios no esenciales durante un mes, y movilización de las fuerzas armadas para prestar el apoyo necesario a médicos y organizaciones. Todo parece insuficiente para parar esta epidemia. Si bien es cierto que se están destinando más fondos para la construcción de nuevos centros de aislamiento y control de fronteras, no son suficientes para atajar esta epidemia.
Hemos de decir que estos países no disponen de un número de médicos y profesionales para tan ingente población infectada. De hecho se corresponde un facultativo para la atención de 100.000 personas, número muy insuficiente para contener la virulencia del ébola. Además son los profesionales uno de los colectivos que más se contagian por estar al lado de estos pacientes y no contar en muchos de los casos con instrumentos de protección que les salvaguarde de una posible inoculación. Por lo que cada muerte o infección de estos especialistas disminuye considerablemente la capacidad de respuesta ante la enfermedad.
Frecuente es el escaso saneamiento de que disponen muchos barrios de algunas ciudades, siendo escasa el agua potable. Muchos enfermos contagiados del virus del ébola son tratados en las mismas salas que otros pacientes, porque presentan similar sintomatología que otras enfermedades más comunes, con lo que el riesgo de contagio aumenta de forma considerable.
La población no dispone de información suficiente y en algunos casos familias enteras infectadas no encuentran la ayuda necesaria para su ingreso en los hospitales, faltan camas y salas de aislamiento acondicionadas, todo ello debido a un sistema sanitario deficiente. Las tradiciones de estos países tampoco ayudan en nada a evitar los contagios. En muchas regiones los ritos funerarios conllevan un contacto directo con el fallecido.
¿Pero cuál es el origen de este virus? El virus del ébola se detectó por primera vez en 1976 en el Sudán y República del Congo en dos brotes simultáneos, y el nombre de este virus se debe al río Ébola que pasa por una de las aldeas afectadas.
Este virus pertenece al género Ebolavirus el cual comprende cinco especies distintas. Se transmite por contacto directo con órganos, sangre, secreciones y líquidos corporales de algunos animales vivos o muertos de algunas especies de murciélagos de la fruta, aunque se han documentado casos de personas que trabajaban con gorilas, chimpancés, etc. Posteriormente el virus se transmite por contacto directo a través de las mucosas, sangre, secreciones y otros líquidos corporales de las personas infectadas y por contacto indirecto con materiales contaminados por dichos líquidos.
La sintomatología es de aparición súbita y se caracteriza por fiebre, debilidad intensa y dolores musculares, cefaleas, dolor de garganta. Más tarde pueden aparecer náuseas, vómitos, diarreas, erupciones cutáneas, insuficiencia renal y hepática y en algunos casos hemorragias internas y externas ocasionando al enfermo fallo multiorgánico.
La contagiosidad de los enfermos está presente mientras el virus permanezca en sangre y secreciones. El período de incubación oscila entre 2 y 21 días, aunque se conoce un caso donde esta fase se ha prolongado hasta 61 días. La tasa de letalidad alcanza el 50-90%.
El diagnóstico viene dado tras descartar varias enfermedades como el paludismo, la fiebre tifoidea, el cólera, la leptospirosis, la peste, la hepatitis, mediante distintas pruebas de laboratorio: ELISA, detección de antígenos, seroneutralización, aislamiento del virus mediante cultivo celular. Hemos de incidir en el peligro que supone el manejo de estas muestras por lo que se requiere condiciones de máxima contención biológica.
No hay vacuna todavía para este virus. Con todo ello se está investigando un suero creado a partir de tabaco transgénico que ha dado resultados positivos en dos ciudadanos norteamericanos, denominado ZMapp. Todos los estudios que después son aplicados a humanos necesitan de protocolos específicos y éstos tardan años en ser verificados y consensuados por las Agencias de Medicamentos. En el caso del ébola se están saltando los ensayos clínicos para su uso compasivo.
Los gobiernos de todos los países están evaluando los riesgos de esta epidemia porque la fiebre del virus del ébola se asocia a brotes de gran magnitud y elevada letalidad. Aunque el riesgo de extensión global de este tipo de virus es baja por la forma de contagio y la escasa relación con los países donde se extiende la enfermedad, no podemos descartar la llegada en algún caso por lo que los profesionales de la salud han de estar preparados para advertir posibles alertas en personas que provengan de estos países.
España ha sido uno de los países donde se ha establecido un aislamiento biológico a raíz de la llegada de un misionero infectado por este virus. Lamentablemente no superó la enfermedad. En un principio el hospital de referencia para atender al misionero era el de La Paz, pero la Administración consideró que este hospital era más grande y podría tener más riesgos para implantar un protocolo específico de enfermedades contagiosas de esta índole, por la cual cosa se decidió que el centro sanitario para atender a este enfermo fuera el Hospital Carlos III.
En este sentido se oyeron voces de trabajadores y sindicatos como el de CSI-F de la poca formación que habían recibido los profesionales que estarían encargados de velar por la seguridad y asistencia de este paciente. El sindicato manifestó que el hospital encargado de procurar el servicio sanitario exigido al enfermo sólo contó con unas charlas de apenas 40 minutos a las que no pudieron asistir todos los profesionales.
El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias CCAES ha establecido un protocolo específico con el objetivo de garantizar la detección y el diagnóstico precoz de un posible caso de enfermedad por el virus del ébola. Todos los posibles contagios serán notificados a este organismo, las muestras de serología serán remitidas al Centro de Microbiología del Instituto de Investigación Carlos III. Dentro del hospital se dispondrá de salas de aislamiento estricto en habitaciones con presión negativa y restricción de visitas, la ambulancia que transporte al enfermo se habilitará con una cabina separada del conductor y con los trajes específicos de alta protección.
Ante la no existencia de un tratamiento especial frente a esta enfermedad, y ante cualquier sospecha se realizará un procedimiento intensivo de soporte donde estarán contraindicadas las inyecciones intramusculares, los antiinflamatorios no esteroideos y las terapias anticoagulantes intentando minimizar en la medida de lo posible los procedimientos invasivos. En caso de fallecimiento no se realizarán autopsias por el grave riesgo de exposición con las secreciones y será efectuado por personal adecuado siendo transportado por la Policía Sanitaria Mortuoria en féretro sellado.
La Administración tendría que plantearse la educación y formación en los profesionales de la salud en materia de prevención, conocimiento, protocolos y procedimientos en base a un hipotético brote. Porque sólo con los conocimientos necesarios se pueden establecer medidas que solapen y aminoren posibles contingencias mayores.
Francisca Bernal Pérez. Viladecans. Barcelona.
Colaboradora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 20 Septiembre 2014.
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