La destrucción de un Boeing 777 de Malaysia Airlines sobre los cielos de la región de Donestk, en el este de Ucrania, una semana después sigue sin explicarse convincentemente. Lo único probado es que los 298 pasajeros que salieron de Ámsterdam hacía Kuala Lumpur en el vuelo MH17 han muerto. Se ha desatado una autentica guerra de declaraciones entre el gobierno de Kiev y los rebeldes de Donbás que se acusan mutuamente del derribo del avión. Declaraciones que se han visto reforzadas en un primer momento por las acusaciones de Barak Obama contra Vladimir Putin, matizadas después por el gobierno estadounidense al hablar de «error de los separatistas».
Todas las informaciones apuntan a que el vuelo MH17 fue presuntamente derribado por un misil a 10.000 metros de altitud sobre las inmediaciones de Donestk, territorio controlado por las milicias de autodefensa separatistas. El gobierno de Kiev asegura que los rebeldes derribaron el avión de pasajeros con el sistema de misiles tierra aire BUK con soporte ruso, pero éstos contestan que no disponen de este tipo de armamento.
Los rebeldes han derribado aviones de combate y de transporte y no lo esconden: ayer mismo alardeaban de haber derribado dos cazabombarderos SU-25 que volaban a 5.200 metros de altitud cerca de la frontera rusa. Kiev asegura ahora que los rebeldes no tienen capacidad para derribar aviones a esa altura y que los misiles procedían desde Rusia. Mientras los cuerpos de los muertos han empezado a llegar a Ámsterdam, después de amontonarse durante días en un tren frigorífico en las inmediaciones del incidente, y las cajas negras se han enviado a la Gran Bretaña para su análisis (si ha sido un misil poco van a aclarar), después de la poca colaboración de los rebeldes, Moscú ha difundido unas inquietantes informaciones que situarían a un cazabombardero del ejército ucraniano a 5 kilómetros del MH17 momentos antes del incidente.
El incidente del MH17 no se puede entender sin explicar el contexto de guerra civil entre el ejército ucraniano leal a Kiev y las autodenominadas milicias de autodefensa de la región de Donbás que han instaurando por su cuenta y riesgo las repúblicas populares de Donestk y Lugansk. Y nada de esto puede entenderse tampoco sin la revolución del Maidán en Kiev que terminó en un golpe de estado el pasado mes de febrero que destituyó al presidente Víctor Yanukóvich, y que a su vez provocó la rebelión de las regiones rusofonas. El apoyo incondicional de Estados Unidos y la Unión Europea primero alentando la revuelta y después al nuevo gobierno de Kiev, con financiación procedente del Fondo Monetario Internacional y la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, tienen su contrapartida primero en la toma militar de la península de Crimea y después su anexión por parte de Rusia y el presunto apoyo armamentístico que este país da a los rebeldes.
Kiev cuenta con un nuevo presidente elegido por la mayoría del país, el magnate Petró Poroshenko que financió el Maidán, pero en las regiones del Donbás, controladas por los rebeldes, no se hicieron esas elecciones. En su lugar días antes llevaron a la practica sendos referéndums de autodeterminación para separarse de Kiev, conformando Novoróssiya (integrada por las regiones Donestk y Lugansk), y sopesar su unión a Rusia. La dimisión en bloque del gobierno del primer ministro Arseni Yatseniuk (líder del partido de Yulia Timoshenko, Batkivshchyna) por sus desavenencias con sus socios de gobierno (el UDAR, Golpe, de Vitali Klichkó y, el partido Svoboda, Libertad, de Oleg Tiagnibok) al querer imponer una subida generalizada de impuestos para sufragar los gastos de la guerra, sumado a los enfrentamientos físicos en la Rada Suprema con los comunistas, no vaticinan nada bueno.
La tragedia del vuelo MH17 Malaysia Airlines se suma a la misteriosa desaparición en sur del océano Indico en el pasado mes de marzo del MH370, mismo tipo de avión (un Boeing 777) y misma compañía aérea.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 25 Julio 2014.