La Historia en el Cine y la Televisión I: los documentales – por Darius Pallarès

Desde la aparición del cine y de la radio a comienzos del siglo XX y, sobre todo, con el desarrollo del cine sonoro a finales de la década de 1920 y el posterior surgimiento de la televisión a mediados del siglo pasado, las formas de expresión audiovisual se han ido convirtiendo en el principal medio de información y de entretenimiento. El reciente desarrollo de la informática y de las telecomunicaciones no sólo ha permitido la proliferación de productos audiovisuales y ha favorecido su difusión a través de la televisión y de Internet, sino que también ha abierto las puertas al desarrollo de nuevos productos como los canales de televisión temáticos, la animación digital o los videojuegos.

En este contexto, la Historia, entendida como una narración del pasado de las sociedades humanas de acuerdo con los testimonios materiales, orales, escritos y visuales que de ellas se conservan, se ha visto tan afectada (al igual que muchos otros ámbitos de la cultura y el conocimiento) por la irrupción de los medios audiovisuales que bien se puede decir que la mayoría de la población sabe más de determinados acontecimientos del pasado por lo que ha visto y oído en las películas y en los documentales que por lo que haya aprendido en la escuela o leído en los libros y revistas especializadas.

Cuando se habla de productos audiovisuales de temática histórica para el cine y la televisión, hay que hacer una primera distinción entre aquellos que son de ficción y los de no ficción. Entre los últimos, el más destacado es el documental divulgativo orientado al público en general, es decir, que no está destinado exclusivamente a escolares, universitarios, docentes e investigadores. Si bien se considera que el documental como modalidad cinematográfica nació con la obra de temática antropológica del estadounidense Robert Flaherty, Nanuk el esquimal (1922), los primeros documentales de divulgación histórica surgieron en la URSS de la mano de la cineasta ucraniana Esther Shub, que entre 1927 y 1928 produjo una trilogía de documentales sobre la historia de Rusia desde finales del siglo XIX hasta el décimo aniversario de la Revolución de Octubre. Por su parte, la producción de documentales para la televisión comenzó a desarrollarse a partir de la década de 1950 en los Estados Unidos con títulos como Victory at Sea, una serie de 26 episodios emitida por la cadena NBC entre 1952 y 1953 que trata de las batallas navales protagonizadas por la armada estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, o The Twentieth Century, otra serie histórica estrenada por la CBS en 1957 y que se mantuvo en antena durante nueve años.

En los primeros años, los documentales de divulgación histórica recibían diversas denominaciones como compilation films en inglés, films de montage en francés o montaje documental en castellano. Todos estos términos hacían referencia al hecho de que se trataba de un producto que se elaboraba en la mesa de edición a partir de la selección de materiales fílmicos que habían sido grabados en el pasado (noticiarios, reportajes, películas de propaganda, etc.). Este aspecto es de suma importancia, ya que la existencia o no de material audiovisual condicionará las temáticas abordadas en los documentales de divulgación histórica. Por ello, uno de los temas más tratados, y que continúa siéndolo en la mayoría de documentales que se producen en la actualidad, son los grandes conflictos armados del siglo pasado como las dos guerras mundiales o la guerra de Vietnam. En el estado español, este tipo de documentales se centran en la Guerra Civil de 1936-1939, dando lugar una gran cantidad de títulos entre los que se pueden destacar, a modo de ejemplo, la serie documental España en Guerra, emitida en Televisión Española en 1987, o la también serie documental Zona Roja, que se emitió en la Televisió de Catalunya en 2003.

Y es precisamente la gran cantidad de material audiovisual que se conserva del siglo pasado lo que hace que la historia de dicha centuria a través de los principales acontecimientos y de las personalidades más relevantes sea también otro de los grandes ámbitos temáticos del documental de divulgación histórica. En el caso español, un acontecimiento ampliamente tratado ha sido el periodo conocido como la Transición (1975-1982), donde destaca sobre todo la serie documental La Transición, que consta de 13 capítulos que tratan la evolución política de España desde el asesinato en diciembre de 1973 del entonces presidente del gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco, hasta el triunfo de la UCD de Adolfo Suárez en las elecciones de junio de 1977, y que fue emitida en la Segunda Cadena de Televisión Española en 1995. Pero en el ámbito de las cadenas autonómicas también se pueden mencionar otros títulos como La transición en Euskadi, emitida en la cadena autonómica vasca en 1998, Andalucía de la Transición, emitida en el Canal Sur entre los años 2000 y 2001, o Dies de transició, de la televisión catalana, emitida en 2004.

Queda un tercer gran ámbito temático, que es el de las grandes civilizaciones de la antigüedad (Egipto, Mesopotamia, Grecia, Roma) o de las culturas no europeas más importantes como la India, China o las de la América precolombina. Evidentemente, no se conserva material audiovisual de esas épocas ni de aquellas sociedades, pero ello es compensado por la abundancia de testimonios de la cultura material hallados en los yacimientos arqueológicos y por la majestuosidad de los conjuntos arquitectónicos y monumentales que se conservan de dichas civilizaciones, lo cual permite disponer de un abundante material rodado expresamente para la producción de documentales. En este caso, nos encontramos con la incorporación de materiales no audiovisuales y de otros recursos a la hora de producir documentales de divulgación histórica como son las fotografías, los grabados, los dibujos, las obras de arte, los mapas gráficos, los planos de localización, las publicaciones periódicas, los documentos escritos, las animaciones, las grabaciones musicales, etc. También está la inclusión de grabaciones de entrevistas realizadas a protagonistas y testimonios de los hechos históricos y a investigadores o especialistas del tema tratado. Además, está la confección de intertítulos o la grabación de una voz en off que explique las imágenes que se van sucediendo en el documental y faciliten su compresión; y también la intervención de un presentador que va introduciendo al espectador en el tema que se está tratando, y que puede ser un investigador de renombre o bien algún personaje famoso que sirva para atraer a la audiencia. Tampoco hay que olvidar la recreación o reconstrucción de momentos históricos mediante el uso de actores y figurantes, y de vestuario y decorados de época.

Todo este abanico de recursos para la realización de documentales divulgativos ha permitido la ampliación de los temas tratados en ellos, abordando no sólo otras culturas sino también otras épocas históricas como, por ejemplo, en los documentales cinematográficos La conquête de l’Angleterre (1955), que trata la invasión normanda de Inglaterra a partir de las imágenes del famoso tapiz de Bayeux, o City of Gold (1957), producción canadiense que narra la fiebre del oro del siglo XIX usando material fotográfico conservado de la época. En los últimos años, las mejoras e innovaciones tecnológicas en la realización de productos audiovisuales han propiciado el uso cada vez más extendido de animaciones generada por ordenador, lo cual supone la incorporación de nuevos recursos y de nuevas formas de tratar y presentar los materiales audiovisuales, gráficos y textuales, además de favorecer aún más la cantidad de documentales divulgativos que se producen y su diversificación temática. Este aspecto se ha visto además impulsado en las últimas décadas gracias al desarrollo de las telecomunicaciones con la aparición de la televisión por cable, la televisión por satélite y de la televisión digital, lo que ha dado lugar al nacimiento de canales temáticos como The History Channel, Discovery Channel o National Geographic.

Un último aspecto a considerar es la finalidad del documental de divulgación histórica. Su condición de ser precisamente un producto orientado a la divulgación hace que su objetivo principal sea la transmisión de unos conocimientos básicos sobre una época, un proceso, un acontecimientos o una personalidad relevante del pasado sin profundizar –aunque no lo excluya necesariamente– en el estado más reciente en que se encuentran las principales líneas de investigación o en las diferentes interpretaciones, debates y controversias que se plantean entre las personas especializadas en la temática histórica tratada. Como cualquier otro producto audiovisual destinado a su difusión por el cine y la televisión, lo que importa es llegar a la máxima audiencia posible, lo que supone evitar entrar en las complejidades de los matices y de los puntos de vista encontrados y por el contrario ofrecer un producto atractivo y comprensible para la población en general.

Ciertamente, no se puede desdeñar el importante aporte proporcionado por los documentales de divulgación histórica para fines educativos y para fomentar un mayor conocimiento del pasado –base fundamental para una mejor compresión del presente. Pero hay que tener en cuenta que el tratamiento que se da a los hechos históricos no es inocente, ni tiene como único fin el enriquecimiento cultural e intelectual de la sociedad. Del mismo modo que hemos de considerar qué tipo materiales audiovisuales, gráficos y textuales han sido utilizados en un determinado documental de temática histórica, y la forma en que estos son presentados, también hemos de tener presente la ideología subyacente en la interpretación o la visión del pasado que se ofrece en el documental, lo cual implica preguntarse entre otras cosas quién lo produjo y para qué medio, a qué público se dirigía, con qué fin y cuál era el contexto social y político existente cuando se realizó y se difundió. En última instancia, los documentales de divulgación histórica juegan un papel muy importante a la hora de influir en el proceso de formación de una determinada memoria colectiva y fomentar un sentimiento de pertenencia y de lealtad al sistema político-institucional vigente o de identificación con un modelo social o con un proyecto político determinado. Por ello, no nos debe extrañar que entre las primeras producciones realizadas para las televisiones públicas encontremos los documentales que tratan sobre la historia nacional de sus respectivos países.

Darius Pallarès Barberà. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 3 Febrero 2014.

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