Un problema de lenguas – por Francesc Sánchez

En este mundo cada vez más globalizado se hace necesario entenderse con personas que hablan otras lenguas. Y esto sirve tanto para poder optar a depende que trabajos tanto en España como en el extranjero como para salir del país y poder comunicarse con los demás.

Antes el saber lenguas era un coto privado de unos cuantos, normalmente de la clase más pudiente, o de la élite intelectual, en ambos casos porque tenían la suerte de poderse costear unos estudios que a la mayoría cuando no eran vedados eran insuficientes. En nuestra civilización como lengua culta y del conocimiento lo fue primero el griego (no olvidemos que el Nuevo Testamento fue escrito en este idioma) y luego el latín, durante el Imperio Romano y en la Edad Media (cuando los clérigos escribían y copiaban sus códices en los monasterios). Fue con la llegada del Renacimiento y sobre todo de la Edad Moderna, cuando se rompe la Cristiandad y se da la emergencia de los reinos protestantes que devendrán en los nuevo estados, cuando las lenguas vernáculas se imponen. Estas nuevas monarquías absolutistas, entre ellas la Hispánica, adoptan sus propias lenguas suplantando en el exterior al latín como lengua franca. La lengua beneficiada desde el poder en estos reinos se implanta sobre las demás quedando las minoritarias fuera de la oficialidad y permaneciendo solo en las clases populares. Esto es lo que sucedió en España en los reinos que formaban la Corona de Aragón tras los Decretos de Nueva Planta de 1714. El catalán tardaría mucho tiempo a volverse a utilizar como lengua culta y literaria. Fue el movimiento cultural de la Renaixença el que hizo posible su ascenso desde las clases populares a las pudientes convirtiendo la lengua en una seña de identidad de un catalanismo en formación.

Sin embargo, como decíamos, el afán de aquellas gentes de entenderse más allá de su realidad más cercana llevo a muchos a aprender otras lenguas. En la Rosa de Foc (la Barcelona de principios del siglo XX) fueron los movimientos obreros con sus escuelas los que empezaron a enseñar otras lenguas, una de ellas, el esperanto que fue un intento frustrado para la generación y promulgación de una lengua universal. Pero todo esto se terminó con la oscuridad de las dictaduras, primero de Primo de Rivera y después, pasando por un paréntesis de libertad que fue la Segunda República, de Francisco Franco. Entonces el catalán desapareció de las escuelas y se impuso el castellano. En este país los que pudieron disponer de unos estudios pudieron optar a una lengua extranjera, pero en lugar del inglés se optó por el francés, y de ahí el desconocimiento de la élite española durante muchos años del inglés. Fue con la vuelta de la democracia que las lenguas propias de este país, diferentes al castellano, volvieron a las escuelas. En Cataluña, que es el caso que mejor conozco, la cooficialidad del castellano con el catalán ha hecho posible con la enseñanza de las dos lenguas en las escuelas una sociedad bilingüe durante mucho tiempo. Ha sido en los últimos tiempos cuando han aparecido denuncias desde la distancia y también minoritariamente desde aquí que quieren mostrar una dictadura lingüística que margina al castellano. La realidad es bien diferente, mientras ciertamente la oficialidad se expresa preferentemente en catalán, los medios de comunicación y la calle se expresa mayoritariamente en castellano. Por esa razón se ha de exigir que en ese país hipotéticamente independiente de llegarse a instaurarse las dos lenguas sean oficiales.

En cuanto al inglés como lengua universal no obedeció a ningún acuerdo entre las naciones para entenderse, si no como en su momento el francés ?que fue como decíamos más arriba la lengua de la diplomacia durante mucho tiempo? fue posible por una posición de fuerza. No se entendería el inglés como lengua internacional si no hubiera habido un Imperio Británico y los Estados Unidos no hubieran sido una de las potencias que vencieron en la Segunda Guerra Mundial tomando el relevo de los británicos en el sistema de poder mundial. Aunque el inglés finalmente ha sido aceptado como lengua internacional, incluyendo aquí países que nunca fueron colonias del Imperio y esas mismas colonias cuando se independizaron. Todas las lenguas mayoritarias siguen el mismo patrón de fuerza. La lengua ha formado naciones e imperios: los franceses tras la Revolución lo tenían clarísimo la nación empieza en la escuela. Elijamos la que queramos, el inglés, el francés, el alemán, el árabe, el chino, el ruso, el portugués, o el español.

El hecho es que debemos entendernos. Y la elección del inglés en España como lengua internacional, aún habiéndose hecho esfuerzos en su aprendizaje en las escuelas desde el inicio del período democrático, sigue siendo una de las asignaturas pendientes para los españoles. Los que no tuvieron oportunidad de estudiar este idioma lo tienen más difícil. Pero tanto los que tuvimos la oportunidad como los que no, en la mayoría de los casos si queremos aprender bien el idioma y no hay facilidades para viajar, debemos de aflojar la billetera en escuelas privadas. Los medios de comunicación y el cine, a no ser que busquemos expresamente la versión original, se expresan en nuestras lenguas.

Pretendidamente el gobierno del Partido Popular, en un alarde de internacionalismo, ahora ha encontrado la solución a este problema, queriendo introducir en algunas comunidades autónomas el inglés desde el primer tramo educativo. Pero por de pronto, en las comunidades autónomas donde más énfasis se está haciendo, es en aquellas donde existen dos lenguas, apostando por una enseñanza trilingüe, en perjuicio siempre del catalán o valenciano. La obligatoriedad de certificar el conocimiento del inglés para aquellos licenciados o graduados que quieran optar al master de Educación ?lo que se sacaron de la manga con afán recaudatorio y para cribar a la gente en substitución del Certificado de Actitud Pedagógica? muestra que esto es imparable. Los profesores en activo de cualquier tramo educativo ya están avisados de que deberán certificar ese nivel de inglés.

No dudo en ningún momento que el nivel de inglés en la escuela ha de mejorar pero tampoco dudo que más allá de reforzar las horas lectivas de esta lengua encuentro una barbaridad que un profesor de matemáticas, filosofía o historia, que ha certificado su inglés a la desesperada, pueda dar sus clases en inglés y que alguien las entienda. Y si queremos que los profesores del primer tramo educativo enseñen además de las lenguas propias el inglés ya podemos despedirlos porque la mayoría de ellos nunca lo aprendieron, menos para enseñar. Para esto harían falta profesores especializados en lengua inglesa. Si a esto añadimos que la lengua vehicular en España es el castellano y en algunas comunidades autónomas, sus respectivas lenguas, me pregunto hasta que punto el introducir el inglés como el idioma vehicular no estaremos haciendo una dejación por nuestras lenguas. En fin, no me deja de sorprender que el Partido Popular, defensor de la patria, la unidad y las esencias de España y estas historias, tenga un afán tan internacionalista. Sería más indicado que el gobierno, en el caso que continuara España con una nueva configuración que se pretendiera plural, hiciera posible que el catalán se pudiera aprender en la escuela pública en cualquier otro territorio más allá de las comunidades donde ahora se habla.

La lengua sirve para entendernos pero también es una seña de identidad de nuestra cultura. Esto no debería ser en ningún momento ni para separarnos ni incompatible con el aprendizaje de otras lenguas. La imposición del inglés como lengua universal es un hecho consumado que no debemos infravalorar ni menospreciar, menos en una Unión Europea en formación que requiere una lengua franca, pero nunca a expensas ni de nuestra lengua ni del aprendizaje del resto de materias.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 17 Diciembre 2013.

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