
Una vez más la demagogia y manipulación políticas quieren quitarnos algo nuestro, algo que cuando ha dejado de servirles como ellos quieren han decidido que conviene más tirar a la basura.
Muchos de ustedes no sabrán que vivo en Valencia a pesar de ser andaluza (cosas de la vida y el amor), personalmente, sólo he vivido en ésta ciudad y he sido partícipe de su cultura desde hace unos nueve años, pero aun así me van a permitir el lujo de opinar sobre una situación que se ha ido de las manos y que no es difícil apreciar que vulnera una de las columnas vertebrales más importantes que unen la Comunidad Valenciana. – seguir leyendo
Sección de Radio y Televisión
#RTVVnoestanca* – por Laura Morillas
El otro día, el presidente de la Generalitat de Valencia, Alberto Fabra, aseguraba que el cierre de la Radio Televisión Valenciana (RTVV) es innegociable alegando que la sentencia que obliga a readmitir al millar de trabajadores que fue despedido en el ERE declarado nulo es -para él- inasumible. Fabra explicó que el Gobierno Valenciano no dispone de los 40 millones de euros que suponen readmitir a los trabajadores.
Cuando se haga efectivo el cierre de RTVV se dejarán perdidos en la memoria y a la oscuridad de una filmoteca en Valencià de la que no se sabe bien qué pasará con ella, programas y espacios culturales propiedad de toda una generación de niños y niñas que han crecido con la alegría de ver Bola de Drac en el otro idioma de su ciudad, que han compartido risas en familia viendo ¡A guanyar diners! y que ahora tenían que escuchar a sus padres y madres hablar incesantemente de L´Alqueria Blanca retratando gran parte de sus vidas.
Cuando se haga efectivo el cierre, ya nadie nos hablará de los Valencians pel món o nos enseñará que la riqueza lingüística puede ser divertida con Trau la llengua. ¿Quién nos va llevar de la mano por los rincones más bonitos de la geografía de la Comunidad?, ¿quién nos va a dar ahora ése plano emblemático, a pesar de lo previsible, de la Fallera Mayor llorando la nit de la Crema? Si se pierde RTVV se pierde un vínculo larguísimo entre los diversos puntos que conforman esta comunidad autónoma. Concretamente se pierde el vínculo informativo profesional, cultural y nuestro que une una casa en Lluixent con otra en Morella, por ejemplo.
Podría añadir además que Carolina Ferre, Nuria Roca o Máxim Huerta son algunos de los televisivos que dieron el salto a la televisión nacional desde Canal 9. Pero no quiero restarle importancia a algo que Víctor J. Maicas, periodista y escritor, detalla perfectamente: «[…] al margen del descarado y lamentable uso político que en los últimos tiempos se ha hecho de este medio de comunicación difundiendo la información (o mejor dicho, la desinformación) según determinados intereses partidistas, lo cierto es que después de habernos quitado TV3 a la fuerza, ya sólo nos quedaba este medio para que, al menos a través de la televisión, nuestra lengua pueda seguir teniendo cierto protagonismo, ese protagonismo que según parece a algunos les tiene sin cuidado. Esos mismos individuos, por otro lado, que probablemente han sido los responsables del gran despilfarro, mala gestión y manipulación informativa que se ha llevado a cabo durante los últimos años».
Éstas son las claves sobre un claro ejemplo más de en lo que se ha ido convirtiendo la política en este país en los últimos años, hundiendo sus raíces más pútridas en las cosas que más limpias deberían de permanecer y que son derecho de todos nosotros, como la sanidad, educación y en este caso, la expresión y libertad públicas.
Pérdidas económicas y gestión manipulada
Cierto es que RTVV tiene a la espalda una deuda de 1.096 millones de euros -según la sentencia del TSJV- pero Fabra calla que ésta ha sido generada, en gran medida, por la vergonzosa gestión basada en el aumento de plantilla, del gasto en producción externa y en derechos deportivos. Con la llegada del PP a la Generalitat Valenciana se aumentó considerablemente el número de trabajadores de RTVV, hasta que cinco años después -año 2000- el gasto de personal se había doblado: 50 millones de euros cuando en 1995 era de unos 24 millones. Datos de 2009 fijan el coste de las nóminas de los trabajadores en 81,3 millones.
José Ignacio Pastor, vicepresidente de RTVV de 2003 a 2011, en declaraciones a El País, comentó que «al llegar Zaplana a los periodistas que consideraron rojillos los pasaron a Punt 2 y empezaron a contratar personas afines al PP, trabajadores a los que luego se regularizó con oposiciones a medida». Zaplana por su parte declaró en 1995 en ABC que «la televisión es el último bastión en el que están resistiendo los socialistas».
Es un buen momento para introducir un dato económico: la deuda de RTVV en 1995 era de 32 millones de euros -con un saldo negativo en ese ejercicio de 16 millones de euros-. En 1996 y 1997 el déficit resultó de 28 millones en cada ejercicio. En 1998 RTVV asumió pérdidas de 47 millones. En 1999 subieron dichas pérdidas anuales hasta los 69 millones. En 2007, hubo pérdidas de 206 millones y en 2008 ascendieron a 211 millones. Los datos de 2009 asumen unas pérdidas de 278 millones.
Todas estas pérdidas y su alarmante aumento no han ido apareciendo de la nada ni implican en absoluto que los espectadores dejaran de lado su televisión autonómica. Además de lo dicho sobre el desmesurado aumento de plantilla (y ciertos salarios) que se ha ido dando, está el asunto de los contratos de RTVV en derechos deportivos, como ya he comentado.
Hasta 1995 el gasto aquí era de aproximadamente 11 millones de euros anuales. En 1995, la nueva administración de RTVV vinculada al PP se hizo con los derechos de retransmisión de la Liga y firmó contratos privados con los equipos valencianos más mediáticos. El Sindic de Comptes opinó que Canal 9 se estaba extralimitando con estos contratos ya que su función debía ser la de retransmitir los partidos y no la de gestionar sus derechos de imagen. RTVV firmó contratos con el Valencia por valor de 30 millones de euros, con el Villarreal por 25 millones y con el Levante por 12 millones. De hecho, y acorde con la información que la Cadena Ser ha recopilado increíblemente bien, de 2003 a 2010, RTVV gastó 459 millones de euros en derechos de Valencia, Villarreal y Levante. La firma de los derechos de emisión de la Fórmula 1 para 2010-2013 supuso un desembolso de 22 millones de euros añadido.
El ex redactor de informativos de RTVV Artur Balaguer nos cuenta desde la tinta del diario Público que «desde el mismo momento que pisó la alfombra del despacho presidencial, en la televisión recibimos órdenes claras al respecto de cómo, o más bien desde qué lado, se podía grabar a Eduardo Zaplana». Balaguer fue despedido de RTVV tras negarse a cambiar los contenidos aprobados de su sección de deportes para introducir una entrevista en directo al entonces presidente, José Luis Olivas, en una visita a la concentración de la selección española de fútbol.
La historia de Canal 9 tampoco es ajena a meteduras de pata de cierta trascendencia por mezclar manipulación política con periodismo, como el mantener su programación musical inmediatamente tras el informativo de mediodía sobre el 11S. O Como la no-información sobre el accidente de metro de 2006 que, aprovechando que al coincidir temporalmente con la inminente visita del Papa Benedicto XVI a Valencia, no fue noticia destacada ni tan siquiera el día de la tragedia (algo que Frederic Ferri -editor y presentador de RTVV- confesó en el documental 0 que fue orden directa desde el despacho de Camps).
Y no olvidemos que el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz tiene imputados al ex director de RTVV Pedro García, al entonces jefes del departamento técnico del ente, Luis Sabater, y a su director de antena, Antonio de la Viuda, por la adjudicación a dedo a empresas vinculadas a la Trama Gürtel de la sonorización de los actos celebrados con motivo de la visita del Papa a Valencia en 2006.
La Cadena Ser resume en un artículo reciente algo que no creo que se pueda expresar mejor de lo que Bernardo Guzmán ya lo ha hecho: «El gobierno Fabra dijo que quería mantener la radiotelevisión pública pero que la única forma era con una brutal reestructuración. Para ello impulsó este ERE que ha resultado una auténtica chapuza. En una dura sentencia se relatan diversas irregularidades y se llega a hablar de vulneración de derechos fundamentales. El ERE no se declara improcedente, se declara nulo lo que conlleva la readmisión de los más de 1.000 despedidos. La Generalitat podría haber recurrido pero ha preferido anunciar el cierre […] Eso sí, ni autocrítica a cómo han planteado el ERE ni a casi 20 años de gestión de distintos gobiernos populares marcados por el despilfarro, manipulación y escándalos».
Pero, lo verdaderamente paradójico de todo ésto, es que después de varios años -como acabamos de ver- de este tipo de gestión en RTVV, es ahora cuando el Consell de la Generalitat decide que es hora de cerrar dicha televisión pública, ahora cuando la última presidenta del Consejo de Administración y directora general de Radio Televisión Valenciana (RTVV), Rosa Vidal, ha presentado su dimisión (con fecha 6 del presente mes) junto a todo su equipo directivo por falta de confianza en el Gobierno Valenciano, a quien acusa de «haber faltado a la verdad» en el comunicado en el que anunció su decisión de cerrar la sociedad pública valenciana.
Vidal se ha enfrentado en los últimos meses al Gobierno Valenciano tanto por la línea de los informativos como por su gestión en la última fase del expediente de regulación de empleo, del que rescató a 186 técnicos para evitar que la televisión dejara de emitir.
Por supuesto, la digna actuación de Rosa Vidal, quien ha demostrado ser toda una señora, deja nuevamente en el aire otra cuestión sucia y sobre la que se podría argumentar más durante largo rato, la responsabilidad de hecho y moral -a pesar de los pesares- que también han tenido los trabajadores, si bien principalmente los anteriores directivos, sobre el devenir de RTVV, dada su permisividad y silencio en muchos casos.
Es difícil actuar, moverse cuando alguien te está presionando con un gran peso o hablar cuando de eso depende el trabajo que sustenta tu vida, pero hay que pensar también qué habría pasado si los trabajadores (y anteriores directivos) de RTVV hubieran lanzado un grito alto y claro a la opinión pública y los órganos de justicia competentes de actuar antes del citado ERE. Una huelga a tiempo, unas denuncias y dimisiones firmes.
Nos dejan una Comunidad huérfana
Y una vez expuesto todo lo anterior, habrá quien se haya perdido entre los múltiples datos económicos catastróficos citados o no crea aun así, que el cierre de un ente televisivo como Canal 9 tenga mayor transcendencia que el de un ERE injusto.
El problema va más allá de la indignación ante el silencio de la Generalitat sobre su responsabilidad moral y de facto en RTVV. Dejan huérfanos de cultura a cientos de miles de valencianos.
Hubo un tiempo atrás en los años ochenta, que yo no he vivido, cuando tanto los colegios como muchos medios de comunicación empezaron a revitalizar la cultura que había permanecido en la sombra durante tanto tiempo, cuando estuvo terminantemente prohibido en los colegios poder expresarse en la lengua de Ausiàs March o Salvador Espriu. La misma lengua que se habla en casa de tantos valencianos que están orgullosos de sus raíces y señas de identidad (como mi suegro Vicent que desde el día que me conoció me habló en valenciano), lengua que muchos aprendieron de padres y abuelos, y con la que pronunciaron sus primeras palabras.
El cierre de RTVV, como ellos mismos dicen, no es una muerte sino un asesinato. Un asesinato a la cultura de todos cuántos vivimos en esta hermosa tierra.
Nota: #RTVVnoestanca es la etiquita hashtag que usan en el Twitter los trabajadores y simpatizantes de RTVV para evitar su cierre.
Laura Morillas García. Valencia.
Redactora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 9 Noviembre 2013.