Un disparo mata a otro disparo – por Isaac Jiménez

Desde que James Madison reflejara en la Segunda Enmienda de la Constitución Norteamericana, reconocido por el Tribunal Supremo también, el derecho a que todo americano posea armas de fuego, la cultura del fuego cruzado se ha convertido en una realidad cotidiana.

Hoy en día, hay en el mercado unas 310 millones de armas de fuego, es decir, haciendo un promedio, de un arma por habitante prácticamente. Según un estudio de M. Siegel de la Universidad de Boston, aludiendo a cifras dadas por el FBI, cuanto mayor es el número de propietarios de armas, mayor es la tasa de homicidios. Sin embargo, los cinco millones de miembros de la Asociación del Rifle; cuyo presidente actual es John C.Sigler, aunque cabe recordar que hasta 2003, fue el famoso y veterano actor Charlton Heston, se defienden mostrando otras cifras diferentes y refiriéndose al estudio mencionado anteriormente como falso, ya que la tenencia de armas de fuego no quiere significar que aumente la violencia.

La segunda enmienda queda matizada con el uso y el porte de estas armas con el único fin de proteger la libertad. La lógica aplastante de este escrito se va perforando cada día más y los propios estadounidenses temen a que esa libertad se confunda con la venganza, con el odio…

Desgraciadamente, ha quedado demostrado, según los recientes acontecimientos, que el fin de la pólvora no se destina a la protección de la libertad; sino, a todo lo contrario, a privar a los demás de lo más preciado que tiene una persona, la vida.

Aún sin estar recuperados de la tragedia de la escuela de Newton en la que murieron 26 personas, de los cuales 20 fueron niños y de una manera tan fría y sádica que se hace imposible relatar, este cáncer paradójico de matar volvió a reproducirse a mitad de septiembre cuando un hombre de unos 34 años, creyendo que era espiado mediante ondas, entró a una instalación naval de la capital estadounidense. El resultado fue de trece muertos. Sin más. Obama lloró en público con la anterior tragedia. En ésta, se ha limitado a asentir y apuntar que las tragedias de este calibre van aumentando en Estados Unidos. Algo de lo que no nos habíamos apenas percatado.

Me gustaría recordar que tras la matanza de Newton se puso un plazo hasta finales de enero para proponer iniciativas o medidas restrictivas para el uso de armas. Además, cuando se conoció la noticia, aumentó de forma significativa la compra de todo tipo de instrumentos para disparar. 23 fueron las medidas “restrictivas” que se implantaron. Sin olvidar que el pasado agosto se añadieron dos nuevas medidas relacionadas con los antecedentes penales de aquellos que compran las armas. Escaso como ridículo. Se puede comparar la eficacia y la rapidez con la que suelen llevar este tipo de asuntos de Estado con la forma en la que se desplaza un crustáceo.

El congresista estadounidense Mike Thompson hacía unas declaraciones tras el incidente de Washington y lo más relevante que dijo fue: “El Congreso debe actuar”. Fin. Si después de todas esas matanzas en las que se han visto involucrados niños pequeños e inocentes que se encontraban en sus aulas como un día más de escuela, no ha cambiado, ¿por qué ahora? ¿Cuándo será el límite? ¿Cuándo será suficiente?

¿Qué ocurrirá ahora tras el tiroteo de Washington?, ¿se abrirá, o “reabrirá”, no sé cuál sería el verbo correcto, el debate legislativo sobre el control de armas?, o ¿algún acontecimiento internacional, tal como las armas químicas en Siria, las manifestaciones en Egipto o, quién sabe, Corea del Norte eclipse el tema nacional estadounidense? La lucha de tantas familias americanas por vengar con la paz la muerte de sus familiares parece que se atenúa cada vez más…

En ocasiones, vivir “al otro lado del charco” hace que “no comprendas” la forma de vida y “la cultura americana”. Como se aprecia, llenaría toda esa frase de comillas. Por ello, para intentar comprender cómo se vive en el Primer Mundo, nos apoyamos en películas, documentales…que nos muestran una realidad que muchos quieren ver distorsionada.

Una de las películas que recomendaría sobre este tema tan poco agraciado es “Elephant”, de Gus Van Sant. Siempre observamos y conocemos la visión de las víctimas de estas terribles matanzas; sin embargo, desconocemos la perspectiva de los propios autores de los asesinatos. El director estadounidense nos proporciona mediante su visionado el día a día y la preparación de la tragedia de los dos autores de la matanza del Instituto de Columbine. Tan cruel como magistral. Este problema de tal envergadura llega a ser ignorado a propósito por los propios ciudadanos, llegándose a “acostumbrar” a estas tragedias y como hemos comprobado, incluso, por parte del gobierno, como un “elefante en la habitación”.

Tantas preguntas sin respuestas. Concesión, transparencia, acción y paz. Difícil que esas cuatro palabras coincidan en una misma respuesta. Tal vez, el final de esta sociedad sea que un disparo mate a otro disparo.

Isaac Jiménez Martín. Metz, Lorena Francesa, Francia.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 30 Septiembre 2013.