La revuelta árabe XI – por Francesc Sánchez

La intervención militar de occidente contra Siria salvo sorpresas es inminente. Barak Obama en un intento de compartir la responsabilidad de ir a la guerra está esperando que el Congreso le avale. El Senado ya lo ha hecho: la operación durara sesenta días y podrá prorrogarse treinta más. Este paso por la Cámara de los Representantes de Barak Obama viene precedido por el fiasco del primer ministro británico David Cameron en el Parlamento y por la decisión de François Hollande de no consultar a sus diputados en la Asamblea. Barak Obama en un ejercicio de malabarismo responsabiliza a la comunidad internacional si sus planes de ir a la guerra no tienen el apoyo en su país y en el resto del mundo. Pero en la cumbre del G-20 en San Petersburgo parece que no ha encontrado partidarios para su cruzada. Es una guerra impopular e incierta.

El detonante de esta internacionalización de la crisis siria ha sido un supuesto ataque por parte del ejército regular sirio con armas químicas sobre la población civil que produjo mil cuatrocientas muertes. El Secretario de Estado John Kerry aportó una serie de pruebas sobre la utilización de gas sarín que no convencen a Vladimir Putin. La misión de inspectores de Naciones Unidas, que se encontraba en Siria antes del ataque, ante la inminencia de esta nueva fase de la guerra, ha salido abruptamente del país anunciando que el análisis sobre las pruebas recogidas tardaran al menos dos semanas. Y en cualquier caso la autoria quedara vacante.

Lo que está sucediendo entorno a Siria recuerda a lo que sucedió días antes del inicio de la guerra de Iraq. En esa ocasión los inspectores de las Naciones Unidas fueron enviados para encontrar las armas de destrucción masiva que en su momento tuvo el régimen baazista de Sadam Husein. La posesión de estas armas que jamás se encontraron fue una de las razones esgrimidas por la Administración Bush para invadir Iraq al margen de la legalidad internacional y terminar tanto con el régimen como con el estado hasta nuestros días. La otra razón era la presunta connivencia del régimen con grupos terroristas. Esto tampoco fue nunca probado. Lo que si parece estar bastante probado es que desde la desaparición del estado en Iraq multitud de grupos combaten en el país en su particular yihad provocando muerte e inseguridad entre las fuerzas de seguridad y entre la población. La resistencia suní, otrora principal beneficiada del régimen e integrante de los cuadros funcionariales, combate desde hace tiempo a estos mismos grupos.

En Siria las circunstancias de partida son diferentes pero el resultado tras una intervención puede ser incluso peor que en su vecino Iraq. Para empezar en Siria hay una guerra civil desde hace más de dos años que ha provocado más de cien mil muertos y millones de desplazados. El régimen sirio, la otra rama del Baaz, integrada por los chiitas alauitas, cristianos y muchos sunitas, mantiene un robusto ejército integrado por medio millón de soldados, apoyado desde hace unos meses por milicianos de Hezbolla. Este ejército regular combate a una amalgama de rebeldes que está integrada por desertores del ejército, voluntarios extranjeros, probablemente mercenarios y personas que han tomado las armas, encuadrados en un difuso Ejército Libre de Siria y la milicia islamista Jabhat al-Nusra vinculada a la organización terrorista Al Qaeda. Todos estos grupos reciben armamento y entrenamiento de Qatar y Arabia Saudita. Estados Unidos, Israel, y Turquía han colaborado también en estas labores. La Turquía de Recep Tayyip Erdogan y la Arabia Saudita de Abdalá bin Abdelaziz han manifestado abiertamente sus intenciones de liquidar el régimen de Bachar al-Assad.

Mientras Iraq soportó en solitario la invasión de la coalición liderada por Estados Unidos en el 2003, Siria cuenta con el apoyo de los antes mencionados milicianos de Hezbolla y la alianza regional con Irán que podría entrar en escena si el conflicto se internacionaliza. Bachar al-Assad en una entrevista al periódico Le Figaro mantiene que Oriente Medio es un polvorín que ante un ataque extranjero hará estallar toda la región. Para el mandatario sirio los rebeldes son simples terroristas a sueldo de los extranjeros.

Las armas químicas empezaron a utilizarse en la Primera Guerra Mundial por las potencias enfrentadas en las trincheras infinitas. España las utilizó en Marruecos durante la guerra del Rif. Estados Unidos durante la guerra del Vietnam utilizó napalm y otras substancias. Durante la guerra entre Iraq e Irán este tipo de armas volvieron a utilizarse provocando cien mil muertes (entre ellas cinco mil muertes entre los kurdos en Halabja en 1988). Israel ha usado fósforo blanco contra los palestinos. La utilización de armas químicas está prohibida por los países que así lo acordaron en 1993 en un tratado que algunos países nunca firmaron. Las armas químicas son despreciables por su forma de matar y más si son lanzadas contra la población civil. Pero no debemos olvidar que el armamento convencional ha matado en Siria a más de cien mil personas sin que los que nos gobiernan se inmuten. La delgada línea roja que ha marcado Barak Obama en Siria la ha podido cruzar tanto el régimen como los rebeldes.

Las potencias occidentales son conscientes que haciendo la guerra a Bachar al-Assad el conflicto puede expandirse a toda la región. La eliminación del régimen y el estado sirio sin una invasión terrestre convertiría de facto a Siria en un estado fallido en manos de multitud de grupos armados que podrían hacerse con todo tipo de armamento. Tampoco podemos olvidar que mientras se ha callado ante el golpe de estado contra los islamistas moderados de los Hermanos Musulmanes en Egipto con esta nueva guerra se estaría beneficiando al islamismo más radical.

Barak Obama ha querido hacer de la intervención en Siria una cuestión de principios. Pero esto después de cien mil muertos llega tarde. Lo que se está jugando ahora es otra cosa. Un revés en el Congreso en la política del poder mundial significaría mostrar una debilidad política de los Estados Unidos en el exterior. Pero Barak Obama debería de tener en cuenta que el uso de la fuerza militar, aunque es una opción que está en sus manos, no tiene porque ser el único camino. Menos para el primer Nobel de la Paz preventivo de la historia. El bombardeo de las posiciones del régimen puede causar numerosas bajas entre la población civil.

Tal como yo lo veo la guerra en Siria tiene dos caminos para resolverse: la vía política que abra las negociaciones de paz entre las partes en la anunciada conferencia de Ginebra que cada vez se atrasa más en el tiempo (una interpretación de la internacionalización de la guerra sería la de debilitar a Bachar al-Assad hasta entonces), y la vía militar que tarde o temprano requerirá tropas terrestres (desde soldados de una coalición que derrote al régimen hasta en el mejor de los casos cascos azules que se interpongan entre las partes). El problema como decíamos es que ante la inminente intervención toda la región puede saltar por los aires.

Post scriptum .-

En la cumbre del G-20 en San Petersburgo, como decíamos, Barak Obama no ha encontrado el respaldo deseado, aún así ha logrado que once países (Francia, el Reino Unido, Italia, Turquía, Japón, Corea del Sur, Arabia Saudí y Australia) firmen un documento por el que respaldan políticamente a los Estados Unidos. De momento solo dos de ellos, Francia y Turquía, participarían de forma activa en la campaña militar al margen del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Los últimos movimientos en la crisis Siria vienen de la mano de una especie de ultimátum que ha dado John Kerry al régimen de Bachar al-Assad: el ataque puede evitarse si accede a deshacerse de su arsenal químico. La propuesta ha sido recogida al momento por Moscú para convencer al régimen sirio para que este deje bajo control internacional su arsenal químico, algo que ha aceptado Bachar al-Assad.

Finalmente Barak Obama en una comparecencia en la Casa Blanca ha dejado estar de momento sus planes de atacar militarmente a Siria a cambio de un debate en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre una resolución que obligue al régimen sirio a entregar y desmantelar su arsenal químico.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 6 / 10 Septiembre 2013.