Escuálidos camellos transitan por la arena, con el aire cansado de quien todo lo ha visto, mirando desde arriba a los búfalos pedantes, siempre muy estirada la cabeza con vulgaridad de señora de clase media que tiene por destino hacer evidente lo de la paja, la viga y el oculista.
Rechonchos y vacíos, transitan por las calles en lujosos vehículos, con el aire adiposo de quien todo lo tiene, mirando hacia arriba, la cabeza siempre estirada hacia el que manda, con la vulgaridad obscena del híbrido entre policía y banquero.
Los camellos, tristes y humillados porque los gringos los confundieron con dromedarios, se congratulan de que la confusión no haya sido con diputados o políticos.
Cuando el día– siempre fiel a Federico- se va despacio, la tarde colgada al hombro, dando una larga torera sobre el mar y los arroyos, los que nos gobiernan van a hozar a sus elegantes pocilgas, mientras Otumba, “lugar de Otomíes”, pueblo inteligente que sabe ir más allá de las apariencias, rinde cada año homenaje a los que verdaderamente lo merecen, los que trabajan abnegadamente, sin quejarse, sin bonos, sin aguinaldos, con inteligencia y buena voluntad, sirviendo a sus amos y con ellos al país, como no hacen los iletrados “padres de la Patria” que, de atenernos a las definiciones estrictas, sí que lo son, aunque incestuosos, puesto que siempre la están jodiendo.
Bien saben los vecinos de Otumba que ese animal solípedo, tan calumniado y humillado, es inteligente, mucho más que algunos de los que periódicamente van a pedirles el voto a ellos, honrados habitantes de Otumba, y dignos herederos de la gran cultura Otomí.
“Monte arriba y cara al viento, buscando reposo y calma, íbame yo, muy contento por darle descanso al alma. Y cuando a lo alto llegué y al dar la vuelta a la cima, un rebaño me encontré, que se me venía encima. Caminaban las ovejas marchando al paso, tranquilas y pasaban las parejas al sonar de las esquilas” decía Eusebio Blasco Soler a fines del siglo XIX.
Bello y tierno espectáculo el de un rebaño de ovejas pastando tranquilas en la verde extensión de una ladera, como blancos brochazos de un pintor gigante que así da a la contemplación dos de los colores de nuestra bandera. Del tercer color se encargan los gobernadores y ediles reprimiendo al pueblo en las manifestaciones y asesinando periodistas y dirigentes populares, mejorando la vigorosa aportación de los narcotraficantes a ese color.
Pero en nuestro México no son ovejas lo que predomina en el paisaje social sino borregos que de uno o de otro modo, entre la amenaza y el soborno, el PRI lleva para hacer bulto en las manifestaciones pro-gobierno a las que, mal que bien, van llevados por un untuoso y babeante líder con la espalda doblada y la lengua todavía seca con el polvo de los zapatos del presidente.
Todo ello envuelto para regalo de imbéciles como el PRD, el PAN, el PANAL y amigos que les acompañan, en un hermoso papel sedoso de “Pacto por México” que permitirá a Enrique Peña Nieto y los suyos hacer lo que quieran con la complicidad de los que sólo aspiran a seguir disfrutando del pastel con trozos de una que otra diputación, alguna senaduría y, si se portan bien, quizá una gubernatura.
Remata el paquete la cinta de seda para que se vea por fuera: las grandes campañas idiotas (creo que dije idiotas y en realidad quería decir idiotas) como las “Cruzadas” contra el hambre, contra el analfabetismo (aunque moleste a muchos diputados), contra el desempleo o contra lo que sea.
El presidente debió haber aprendido en sus frecuentes visitas al Vaticano que las Cruzadas fueron un fracaso y sólo produjeron horrendas matanzas en las que los “cristianos” caballeros cruzados asesinaron hombres mujeres y niños también cristianos y arrasaron repetidas veces ciudades cristianas en Hungría, como Zara, para citar solo una, y también Constantinopla donde las violaciones, los asesinatos, la crueldad y la sed de rapiña fueron inauditas y mayores que las de los musulmanes de Saladino.
Cruzada no es una palabra muy adecuada. Y cuando un gobierno quiere de verdad acabar con el hambre o el analfabetismo tiene medios mucho más efectivos, poderosos y eficaces que invertir en anunciarlo el dinero que debe emplear en realizarlo.
Pero con las Cruzadas, Saladino y esas cosas volvemos a pensar en escuálidos camellos transitando por la arena…
Juan Miguel de Mora. Ciudad de México.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 12 Mayo 2013.