La revuelta árabe VII – por Francesc Sánchez

Retomamos esta serie de artículos de la revuelta árabe mencionando que en Egipto mal que bien los Hermanos Musulmanes tras multitud de protestas callejeras siguen en el gobierno. En Siria las cosas van bastante peor. La guerra civil durante dos años ha matado ya a más de 70.000 personas y ha provocado más de 5,5 millones de desplazados.

Israel ha atacado desde el aire un complejo militar y un almacén de armas en Siria argumentando que el régimen del Bashar Al-Assad enviaba, o tenía pensado enviar, armamento a la milicia de Hezbolla en el Líbano. Barak Obama repitiendo su conocido mantra que dice que Israel tiene derecho a defenderse ?en este caso sería una acción preventiva? les ha apoyado nuevamente. Pero detengámonos un momento en el argumento porque es importante: hasta ahora Barak Obama y occidente, con mayor o menor énfasis, justificaban las acciones de la maquinaria de guerra israelí ?aunque murieran civiles colateralmente? cuando había habido cualquier tipo de ataque, por ejemplo el lanzamiento de cohetes caseros, aunque no se produjeran victimas. Lo nuevo no solo es la anticipación a cualquier ataque si no la agresión a otra nación que presuntamente iba a facilitar armas a la milicia de Hezbolla. En un momento en que la guerra civil siria parece estancada y en la que los grupos armados que combaten al régimen reciben armas desde el exterior porque se las proporcionan otras naciones este ataque israelí es un mal precedente.

El otro tema del que se está hablando mucho es el de la utilización de armas químicas en la guerra civil. Hasta ahora se acusaba al régimen de Bashar Al-Assad de haber usado este tipo de armamento contra los insurgentes y la población civil. Pero ahora resulta que las Naciones Unidas aseguran que los rebeldes también han usado estas armas. Recordemos que la posesión de armas de destrucción masiva, entre las que se encuentran las armas químicas, fue el principal argumento que usaron Estados Unidos, Gran Bretaña y España para iniciar la guerra contra el Iraq de Sadam Husein. Armas que en su día existieron y fueron usadas con el consentimiento tácito de occidente pero tras la guerra y posterior invasión nunca se encontraron. La utilización de armas químicas por parte del régimen sirio es pues el argumento que puede justificar una intervención militar. Pero esta guerra, en palabras del propio Barak Obama, no tendría «una intervención terrestre», interpretándose fácilmente, que al igual que sucedió con la Libia de Muamar el Gadafi, los Estados Unidos, Francia, Reino Unido y quién sea, estarían dispuestos a bombardear desde el aire objetivos militares del régimen sirio. Los republicanos en Estados Unidos apuestan por proporcionar armamento convencional a los rebeldes, algo que ya otras naciones como Qatar o Arabia Saudita están haciendo. Armas a unos rebeldes que forman grupos muy heterodoxos que ciertamente combaten al régimen pero que podría darse la paradoja que luego usaran contra los occidentales: recordemos lo que sucedió cuando los americanos proporcionaron armamento a los muyahidines que luchaban en Afganistán contra el Ejército Rojo.

El ataque israelí de instalaciones militares sirias es una declaración de guerra que ha provocado que países árabes contrarios al régimen del Bashar Al-Assad como Egipto se hayan opuesto. Israel, por mucho que haya machacado a los palestinos y a los libaneses por acoger a Hezbolla, en los últimos tiempos no había intervenido a cara descubierta en las guerras de la región. Y la razón es que si algo une a los árabes es precisamente la contrariedad que les produce el trato que ejerce Israel a los palestinos como la propia creación de ese estado en el corazón de Oriente Medio. Pueden llegar a aceptar su existencia como un hecho consumado pero no olvidan ni la imposición ?avalada por la comunidad internacional en 1948?, ni las guerras que en el pasado han librado contra ese país, ni el maltrato a los palestinos. En cuanto a la utilización de armas químicas por ambas partes en Siria es un elemento más de preocupación, no solo por los efectos sobre la población civil, si no porque estas armas pueden caer en manos de grupos terroristas que conforman también el ejército que se opone al régimen sirio. La últimas informaciones que llegan de Siria nos estarían diciendo que cada vez más integrantes del Ejército Libre de Siria se estarían pasando a la milicia Jabhat al-Nusra que podría tener vinculaciones con Al-Qaeda. Una intervención armada desde el aire podría no solo mermar la capacidad militar de Bashar Al-Assad si no, si se lo propone, destrozar al régimen. Esto, como sucedió en Libia, dejaría al país en manos de los rebeldes, una amalgama de combatientes y políticos que están en el exterior. Tal como están las cosas el revanchismo y la dispersión de armas por toda la región entre grupos armados podrían ser una realidad. Si cae el estado Siria podría convertirse como Somalia en un estado fallido. Lo que pretende evitar Barak Obama a toda costa, una intervención militar terrestre, tarde o temprano puede imponerse. Por esa razón si se eligiera este camino mejor sería una fuerza de interposición de Naciones Unidas constituidas por naciones árabes que una reedición de los desastres de George W. Bush en Iraq. Pero para que esto fuera posible debería de haber dialogo y compromiso entre el régimen sirio y la oposición, algo que hoy parece imposible. En cuanto al otro camino es dejar que las cosas sigan su curso, que los contendientes se sigan desgastando, y esperar que uno de los dos venza definitivamente, o lleguen al convencimiento de que la sangre vertida sobre la población civil es ya suficiente.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 11 Mayo 2013.