El naufragio del barco Joola en Senegal – por Sàgar Malé

Los hechos

En el mes de septiembre de 2002, más de 1.950 personas eran víctimas de uno de los peores naufragios que ha habido en los últimos años. Quedaron siete horas en plena mar, muriendo por no aguantar más tiempo nadando, en total desprotección: el accidente se produjo por la noche y hasta el día siguiente no se dio la alarma del accidente. Sólo aguantaron quienes más resistieron.

Provenían de Casamance, un territorio del sur de Senegal que queda aislado al ser separado por Gambia, un país que es como una lengua que se adentra al interior del país siguiendo el curso del río. El barco se llamaba «Joola» nombre del grupo humano mayoritario de una región tropical y boscosa donde hay desde hace años reivindicaciones de independencia. Una desgracia que ha permanecido casi desconocida a pesar de ser superior a la que ocurrió con el famoso Titanic, y posiblemente más evitable.

Este naufragio pertenece a la historia de una parte de nuestra ciudadanía y somos responsables de que la memoria de estos hechos no se borre. En Cataluña hay muchas personas originarias de la Casamance, e incluso en Mataró hay un superviviente del barco. No ha habido ningún homenaje a las víctimas, ni siquiera información de lo que ocurrió (excepto el estudio de Jordi Tomás «Le Joola: 10 años de un naufragio olvidado» para el Centro de Estudios Africanos). Y existe el riesgo de quedar en el absoluto olvido.

Las voces de las víctimas

En 2002 fuimos a la Casamance con la asociación de comunicación social Mapasonor donde filmamos varios testigos y, 10 años más tarde, hemos editado el documental «Joola, el naufragio”. Pero en 2012 descubrimos que en Mataró vivía desde hace 7 años un superviviente, Moussa Sagna, que nos explicó detalladamente sus sensaciones en el momento del hundimiento del barco. Su testimonio una prueba de que este accidente forma parte de la vida de nuestra ciudadanía y es responsabilidad nuestra que no quede en el olvido.

«El barco empezó a inclinarse hacia un lado y yo veía como la gente llamaba desde arriba. Esperé hasta que volcara, y en ese momento salté al agua. En dos minutos dio la vuelta. Yo, a diferencia de otros, sabía nadar, e iba esquivando las olas, cuando venía una ola me hundía hasta que pasaba, y así durante varias horas. Un francés que nadaba con su mujer me señalaba por dónde ir, sin alejarnos nunca del barco ya que si viniera alguien a rescatarnos sería el primero que intentarían localizar. Había gente que nadar hasta la 1 o las 2, pero no aguantó más, era muy difícil. Había gente que murió en la 1, a las 2… a las 3… hasta las 6 que ya sólo en quedábamos unos 60.”

“Lo que pasó fue una negligencia muy grande por parte del gobierno de Senegal… nadamos casi toda la noche sin socorro. Me cuesta mucho entender porque si un barco sale de Ziguinchour por la noche y tiene un accidente a las 11, nadie se preocupe hasta las 6 … Este accidente no se podrá olvidar por nuestro pueblo, los diolá, ya que para nosotros es muy importante ver el cadáver cuando alguien se muere. Y cuando vemos el mar siempre recordamos las personas fallecidas que no hemos podido ver.”
“Venir aquí me permitió olvidar muchas cosas. Allí cada vez que veía una familia con gente muerta me traía recuerdos difíciles. Aquí lo olvidé.»

En el 2002 hablamos con varias víctimas directas del naufragio. Dos de ellas nos dibujaron las sensaciones de pánico y frustración que sentían. Hablamos con un náufrago anónimo que, al igual que en Moussa, nos explicaba sus sensaciones sólo tres meses después del accidente, aunque en situación de shock, con un dramatismo impasible: «El barco dio una vuelta, y la parte de abajo fue arriba. Todo el mundo se quedó dentro y no podían salir porque las puertas estaban cerradas. La gente en el interior lloraba, se oían sus llantos entre las olas. Las olas hacían ir el barco de un lado a otro y eso me provocó heridas. Yo tenía miedo ya que aún estaba dentro del barco, y en el momento que éste dio la vuelta el agua penetró en el interior con fuerza. Yo quería salvar mi hija pequeña, pero me di cuenta que ya era demasiado tarde y decidí salir. Cuando salí por la ventana sentí cómo la gente gritaba y gritaba. Yo también necesitaba gritar pero, que debía hacer… si llamaba el agua me entraba por la boca. Cogí fuerzas, pues, y continué nadando. Estuvimos nadando más de 4 horas, 5 e incluso más. »

Un familiar anónimo de tres víctimas que provenía de Dakar nos explicaba con dolor absolutamente contenido: «Estábamos, en Oussouye, en la Casamance, tomando unas vacaciones con mi mujer y mis tres hijos. Estuve con ellos 15 días, pero yo volví a Dakar para trabajar 15 días antes del accidente y ellos se quedaron. El día de llegada fui al puerto, pero a las siete de la mañana el barco aún no había llegado y fui al trabajo pensado que cuando llegaran ya me llamarían. Pero me encontré un periodista que había oído que el barco Joola había naufragado.”

“Empecé a hacer la búsqueda de mis familiares y encontré el cuerpo de mi mujer que fue uno de los primeros en ser recuperados. De los hijos nunca he sabido nada. Se ha ido todo lo bueno de la vida. Mi hija tenía 8 años, el medio 5 y la más pequeña 11 meses. Lo he perdido todo. Estaba casado, este es mi anillo, lo tenía todo, mujer e hijos y ahora lo he perdido todo.»

La interpretación de los hechos

En 2002 también hablamos con dos personas catalanas que vivían en la región, nos reconstruyeron los hechos y nos los ubicaron en su contexto.

Joan Solà, un cooperante bastante popular en Oussouye, explicaba: «Fui al Ayuntamiento de Dakar a ver las fotos de los cadáveres e hice cola con un montón de gente que estaba intentando encontrar el cuerpo de sus parientes o amigos. Media hora después me encontré con un espectáculo horroroso como nunca me había imaginado: había tantos niños, tantos, que casi me desmayé.»

«Ahora, de regreso en Oussouye, me está saliendo todo: el cansancio, la rabia, la impotencia… Por el momento el recuento de víctimas de los pueblos de la región está siendo muy duro: sólo en la zona de M’lomp se contabilizan 156 víctimas, a Djembereng 53, en Oussouye sólo 6 para que la gente se quedó en el pueblo para las fiestas reales, que evidentemente se suspendieron, y salvó a mucha gente. Personalmente conocía a 6 víctimas. El recuento es largo, duro y difícil…”

«Y el cúmulo de despropósitos también se va conociendo. El barco naufragó a las 23 horas, y pese a las 24 horas debería haber reportado su posición y nadie se preocupó por saber qué pasaba con el barco hasta las 5 de la mañana, cuando ya no había casi nada hacer. Una buena parte de los cadáveres recuperados eran de gente que pudo salir del barco y que murió ahogada porque les fallaron las fuerzas. Que el barco iba sobrecargado eso nadie, ni el gobierno se atreve a ponerlo en duda.»

«Las respuestas del gobierno están provocando que, tras la tristeza, la gente esté pasando a la indignación, a la rabia. La gente dice, y esto es una novedad entre los diolá que hablen en público, que con ello ya se ha colmado el vaso, que ya basta, y que no se puede seguir así más tiempo. No sé qué consecuencias tendrá este drama en la región, pero a partir de ahora ya nunca más será igual, no sólo porque en cada casa hay un pariente o amigo a quien llorar, sino porque la gente ya no puede aguantar más esta situación»

«En fin, ya paro porque todo esto me está desbordando, voy a ver si puedo descansar, si los fantasmas de esa gente que nunca más podrá hacernos disfrutar de un Kasumai y con una sonrisa me lo permiten. Quizás algún día en el más allá nos veremos las caras.»

La catalana Fina Costa Jussà, hermana escolapia a Djembereng, nos hizo una aclaratoria interpretación del impacto del naufragio en la región: «El barco aquí es casi el único medio de transporte para la gente de clase social normal. Se usa mucho para hacer comercio con los productos de aquí en Dakar, el bunuk o el mango, y para comprar cosas de allí y venderlas aquí. El barco permite llevar mucho peso a un coste barato y evitar tener que desplazarte demasiado con las mercancías. »

«El año y medio que el barco estuvo averiado repercutió mucho el comercio de esta zona. Y cuando volvió a funcionar, la gente cogió de nuevo el barco desesperadamente. Es verdad que estaba sobrecargado… y se habla oficialmente de 1.300 víctimas, pero todo el mundo sabe que hay muchas más, casi 2.000. Por ejemplo, los niños de menos de 8 años no pagan, y el censo de las víctimas según la venta de billetes vendidos no los puede contabilizar… Y ya habéis podido ver que aquí no hay una mujer que viaje sin niños.»

«Otra alternativa para viajar es la carretera, pero no es segura y la gente intenta evitarla. Hay un 80% de posibilidades de que te ataque la guerrilla que lucha por la independencia de Casamance… bueno aunque siempre te queda el interrogante de si realmente todos los que te encuentras en la carretera son rebeldes o sólo son bandas armadas para atracar viajeros. Cuando te encuentras no siempre hablan Joola, hay muchos que son extranjeros o senegaleses de fuera de la Casamance. El gobierno va dejando cada vez más de lado la Casamance y la región va quedando cada vez más marginalizada.»

Ver documental relacionado: Joola, el naufragi (Mapasonor)

Sàgar Malé Verdaguer. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 14 Abril 2013.