Han pasado diez años de las multitudinarias movilizaciones del no a la guerra. Aquel 15 de Febrero de 2003 millones de personas salieron a las calles para intentar parar una trágica guerra contra Iraq pero de nada sirvió. En la mañana del 20 de Marzo los primeros misiles y las primeras bombas empezaron a caer sobre Bagdad. Se pasaron el derecho internacional por el forro. Fue una guerra en la que España no solo aportó contingentes militares -una vez que los aliados destruyeron tanto lo que quedaba del ejército iraquí como la estructura estatal- si no que también fue parte activa en su promoción en la comunidad internacional: para la posteridad queda aquella infame fotografía en las islas Azores de José María Aznar al lado de George W. Bush, Tony Blair y Durão Barroso. Si el régimen -como la estatua de Sadam- cayó rápidamente al cabo de unas semanas, y las armas de destrucción masiva jamás se encontraron, los combates no convencionales contra la resistencia duraron mucho más tiempo. El terrorismo contra los opositores monopolizado por el régimen en el pasado se sociabilizó contra toda la población de la mano de multitud de grupos que entraron en el país a hacer su yihad particular. Los muertos de la guerra y la postguerra se cuentan por centenares de miles. Tras unos meses de administración directa de los Estados Unidos se iniciaron los primeros pasos para la «normalización» política en el país. El histórico partido Baaz -recordemos el partido único- fue proscrito y sus dirigentes más prominentes fueron encarcelados, en cuanto a sus integrantes, muchos huyeron y otros formaron parte de los nuevos tiempos. Sadam Husein tras esconderse meses en un miserable agujero fue juzgado por un tribunal ad hoc y ejecutado. Las fotografías de su muerte se difundieron por todas partes. En el 2005 mientras continuaba la ocupación se abrió un proceso electoral en el que los árabes sunís estuvieron ausentes. Y bueno, ahora dicen que en la lucha del poder entre diferentes facciones, hay normalidad. Nuri al-Maliki, miembro del partido chiíta conservador Al-Dawa (llamamiento), desde el 2010 es el jefe de estado de lo que queda de país.
El no a la guerra de Iraq en España venía precedido de la protesta contra la gestión que hizo el gobierno del Partido Popular del desastre ecológico del petrolero Prestige en la costa gallega, de una huelga general, de una ley de educación que nadie quería, y si retrocedemos más en el tiempo tenemos que mencionar también la protesta contra las Cumbres Europeas del año 2002 durante el turno de presidencia española, que movilizaron cientos de miles de personas en Barcelona en contra de la Europa del Capital y la Guerra. Casi nada. La gota que colmó el vaso, con la guerra Iraq aún caliente, ya la conocemos, los atentados terroristas en los trenes de cercanías de Madrid el 11 de Marzo de 2004. No fueron los atentados los que dieron la victoria a los socialistas si no la manipulación que hizo el gobierno de Aznar. Como decía, la gota que colmó el vaso.
El gobierno cambió de manos y José Luís Rodríguez Zapatero cumplió rápidamente su palabra de retirar las tropas de Iraq. Para compensar esta retirada España envío más soldados a la guerra de Afganistán. Pero así son las cosas. Esa guerra a diferencia de la Iraq tenía el consentimiento de las Naciones Unidas, y por lo tanto, fue y es legal. Además no hubo millones de personas en las calles protestando, a fin de cuentas vimos todos caer las torres del Word Center de Nueva York, y en cierta forma esa guerra la mayoría de personas la vio como una consecuencia sin cuestionarse demasiadas cosas. Si el gobierno de Zapatero ya empezaba a decepcionar a muchos de sus votantes más lo hizo cuando en materia económica no cambió nada. Para ser justos hay que decir que hicieron una serie de leyes asistenciales, como la Ley de Dependencia (congelada en la practica tras los recortes) o los famosos 400 euros a los desempleados (cuestionados por el nuevo gobierno), y reconocieron algunos derechos como el matrimonio entre personas de un mismo sexo, o la creación de la una Ley de Memoria Histórica que no convenció a ninguna asociación, pero en lo fundamental no cambiaron nada. Y este es el reproche más grande que puede hacérsele a Zapatero, mientras la derecha le culpa de haber dilapidado cantidad ingente de recursos económicos, desde la izquierda se le debe recordar que no hizo nada para tratar de cambiar el modelo económico. La crisis de las subprime en Estados Unidos y la burbuja inmobiliaria en España hicieron el resto. Pero este no es lugar para hacer un juicio sumarísimo a Zapatero. Tan solo es importante señalar unas cuantas cosas para intentar explicar la decepción de muchos por un gobierno, que ciertamente fue un respiro bien merecido para todos, pero que generó más expectativas que cambios reales.
Si esa fue la primera decepción de la segunda somos todos más responsables. Y me refiero al hecho de que el movimiento en contra de la guerra de Iraq, es decir contra los desmanes del Partido Popular, desapareció. No está fuera de lugar cuestionarse hasta que punto ese movimiento existió coyunturalmente en contra de un gobierno, de una política autoritaria, y con el cambio político para muchos perdió su razón de ser. Por supuesto esto no sirve para todos los casos, muchos han seguido luchando, y se puede ver si se quiere una continuación en el movimiento 15M, pero yo creo que se trata de otra cosa distinta. Estamos hablando de amplias mayorías de personas que cada día estaban viendo por televisión barbaridad tras barbaridad. Y es quizá ahora, con el Partido Popular de nuevo en el gobierno, cuando empezamos a ver semejanzas. La crisis económica que generaron los especuladores inmobiliarios y de la banca nos golpea en el día a día mientras el gobierno destruye el modesto estado del bienestar que tenía el país. Las movilizaciones en contra de los recortes, en contra de los desahucios, o la marea blanca en contra de la privatización de la sanidad son dignos ejemplos que nos expresan que la lucha continúa. ¿Pero cuando el gobierno del Partido Popular deje el poder volveremos a repetir lo mismo? La crisis económica tiene un alcance global: en Europa tenemos al heroico pueblo griego que las está pasando canutas y al victorioso pueblo islandés que está intentando cambiar el sistema político y está llevando a los tribunales a unos cuantos banqueros. Y que decir de lo que está sucediendo en el Magreb y Oriente Próximo donde hemos asistido a unas revueltas que aún no han terminado. ¿Estamos realmente identificando nuestro adversario -por no decir enemigo, pero esto suena siempre políticamente incorrecto para las mayorías-?
Pero termino un poco por donde empezaba, a fin de cuentas el no a la guerra, fue muchas cosas pero sobre todo fue una muestra del pacifismo de las amplias mayorías en occidente frente a las guerras. Y es aquí cuando debo dejar constancia que el mundo desde que se decidió invadir Iraq no es menos violento ni más seguro. Han habido atentados terroristas en medio mundo cebándose sobre todo entre los propios musulmanes. Desde entonces Israel ha entrado a saco en Gaza y ha bombardeado el Líbano sin apenas contestación en las calles. La revuelta árabe ha traído la democracia a Túnez y Egipto aunque ahora esté cuestionada, pero también la guerra civil en Libia y en Siria. En Malí también tenemos otra guerra civil en la que como europeos estamos implicados por la intervención francesa. Y esas tenemos, contrariamente a lo que mantenía Francis Fukuyama cuando el liberalismo venció al socialismo real, la historia sigue inexorablemente su curso.
Post scríptum: Cuando digo que las movilizaciones del 15 de Febrero de 2003 no sirvieron para nada me estoy refiriendo a que con ellas no se pudo parar la guerra contra Iraq. Sirvieron para demostrar que los pueblos que salieron a las calles no querían esa infame guerra y fueron una muestra tanto de pacifismo como de dignidad.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 8 Marzo 2013.