Corrupción, Corrupción, Corrupción – por Laura Morillas

¿Recuerdan esas leyendas urbanas de terror en las que si uno repetía la misma palabra clave tres veces delante de un espejo con unas tijeras abiertas en la mano, una maldición espantosa caía sobre ti? Pues bien, tal y como estamos, quizás sea hora de aplicar aquello de “contra situaciones desesperadas emplear medidas desesperadas” y decir la palabra Corrupción tres veces enfrente de un espejo bien grande, a ver si la exorcizamos ya de una vez por todas de nuestra política, nuestra economía, el aire que respiramos y hasta de debajo de los adoquines de la acera que está. Nos puede ir peor si desatamos la temida maldición, pero no mucho.

Conversación de andar por casa, hace unos días hablaba con un amigo sobre lo podrida que está la política española, el despropósito de Gobierno que nos mal-gobierna y la corrupción que nos rebosa en las noticias. Él me preguntaba ¿si fuéramos dos altos cargos y yo te diera bajo mano 10.000 euros de la Empresa sin pedirte nada, de forma 100% confidencial y privada, te juro que nadie se entera jamás, a que dirías que sí, a que los cogerías?. Yo le respondí: No. Y él continuó: Nadie se entera, te aseguro que nadie se entera, cómo no los vas a coger, si es lo que todo el mundo hace, éste, éste y aquel en nuestra misma Empresa ya los han cogido pero tú no te has enterado, la tentación es demasiado grande. Mi respuesta volvió a ser la misma.

La vida está llena de tentaciones en general, de decisiones moralmente cuestionables o claramente deleznables al alcance de la mano, pendientes del hilo de la oportunidad y nuestra decisión al respecto. Todos somos buenos y malos si apelamos a la dicotomía clásica, todos tenemos defectos y virtudes, nadie, ni siquiera el peor asesino del mundo es genuinamente malo, igual que nadie es genuinamente bueno. ¿Pero cómo hemos llegado al punto en el que prácticamente todas las personas que nos gobiernan y/o con Poder (así, con mayúscula) son corruptos?.

¿Qué requisitos son necesarios actualmente para que alguien sea presidente del Gobierno, Monarca, diputado, director de banco, Alcalde, etc.? Ascender en tu partido político junto a una determinada operativa detrás de ti (que normalmente es la que mueve los hilos) amén de que te vote la Ley de Ohm, una cierta rama sanguínea en las venas (además de populacho que se crea que eres “especial” y permita que reines), promoción interna, mucho dinero, cara y contactos, etc.

Discúlpenme por parecer clasista (no lo soy) pero no se pide ni un simple título de FP, ni una carrera universitaria, ni demostrar un bagaje cultural, ético, moral, un sentido común, una educación específica para el importante cargo que vas a desempeñar. Nos gobierna gente que no sabe ni siquiera inglés, no les pidamos ya una preparación académica para ser presidente del Gobierno o intrínseca al Ministerio que diriges -como por ejemplo la carrera de medicina para el Ministerio de Sanidad-. Los mínimos que se exigen son muy mínimos, un mecánico de taller de barrio -con todos los respetos- muchísimas veces está más preparado para ser ministro que algunos de los propios ministros, ética y moral de cada uno aparte. Ni siquiera me detendré en el tema de la Monarquía que muchos pagamos obligados e indignados con nuestros impuestos y que ocasiona escándalos en las noticias cada dos por tres.

Falta ética en nuestra sociedad, faltan ríos y montañas, abismos de ética. En mi opinión sobra mucha religión, mucha gracia de “la picaresca española”, mucho “telereality” y famoseo barato donde la gente gana dinero sólo por el morbo, mucho hacerse el listo y mucha tontería. Hay adolescentes hoy por hoy que no se plantean estudiar o aprender un oficio, sino hacer castings para programas de famosillos para así ganarse la vida, ahí es donde estamos, preparados y listos para zarpar al futuro que nos llegará un día y para el que no estaremos preparamos los que hoy tenemos 30 años y entonces tendremos 70.

Parece que nos creemos todo lo que todo el mundo nos dice, un partido político despliega un programa electoral chorreante de hipocresía y va la mitad de los españoles (dicho a groso modo) y le votan sin pestañear, porque “es mi ideología”, “mi abuelo luchó en su bando en la guerra civil”, “mi cuñada tiene su puesto de trabajo gracias a ellos”, “apoyan a la Iglesia”. La señora Democracia está muy malita, oigan. Y casi nadie le hace el más mínimo caso. Si nuestro presidente del Gobierno mañana nos presentara su dimisión (lo más digno en mi opinión que podría hacer ahora mismo el PP, y no implica que el PSOE ahora mismo esté en buen momento para gobernar) ante la catástrofe de País que tiene entre manos, los múltiples casos de corrupción en los que su partido está hasta las orejas según presuponen los datos que están saliendo a la luz, la ineficacia de las medidas que como Gobierno han tomado hasta ahora, etc., si mañana convocara Mariano Rajoy una nuevas y adelantadas elecciones electorales, podría jugarme casi el cuello a que volvería a salir elegido el mismo gobierno Popular que tenemos ahora. Y digo casi porque podría pasar que “la izquierda se uniera” y saliera el PSOE.

¿Dónde está la cultura, ética y la educación que tendrían que tener gobernantes y poderosos para anteponer el bien del pueblo al suyo propio? ¿para no robar, estafar, pisotear y reírse del pueblo, para no caer en su propio egoísmo, ignorancia, estupidez y/o maldad pura y dura?. El ciudadano de a pie que defrauda en la declaración de la Renta 400 euros, en mi opinión, está siendo un mal conciudadano, igual que el que pide pagar al decorador una parte en B de su reforma del hogar de 5.000 euros. Pero seamos realistas y tomemos las cosas en su justa medida, una cosa es eso, y otra muy diferente si hablamos de miles y miles de euros, si hablamos de traicionar a miles y miles de personas, si hablamos de poner en riesgo la vida de la gente, sus trabajos, sus hipotecas, sus impuestos; Ésto no es ya ser corrupto, es ser un inconsciente y un ladrón de los que deben de ir a la cárcel muchos, muchos años. Porque la tan odiada Crisis se podría haber suavizado a niveles a años luz si la economía española no estuviera más llena de chorizos que de monedas.

Alguien con acusaciones por corrupción sobre sí, debería de tener prohibido por ley ostentar ningún tipo de cargo político, público o bancario. Los delitos por corrupción no deberían de prescribir tan pronto o no prescribir. Debería de revisarse, ya para muchos delitos en general, aquello tan relativo de “salir antes de la cárcel por buena conducta”. La financiación de los partidos políticos debería de ser transparente. Los impuestos que pagamos deberían de repartirse de forma más justa y proporcional (es increíble que la aportación del Gobierno a la Iglesia Católica no se haya recortado y sí la sanidad, educación etc.).

Los jueces deberían estar realmente al margen de las ideologías políticas y religiosas y hacer honor todos los días a su juramento hipocrático, además de tener medios suficientes para juzgar y condenar según la ley. Falla un sistema judicial, policial y auditoril donde si las cuentas malversadas llegan a salir a la opinión pública o jurídica, no hay consecuencias reales legales, tangibles, contantes y sonantes, y si hay detenciones instantáneas para chavales y gente pacífica que se manifiesta en pro de sus derechos y hasta las narices de que les ninguneen. Y no es loco proponer que todos aquellos corruptos probados no-presuntos y estafadores varios, devuelvan algo sustancial del dinero que se han llevado ilícitamente. En teoría todos tenemos conciencia y debemos de dormir por las noches, ¿no?

Hace unas semanas veía la última versión en cine de los Miserables (novela de Víctor Hugo). Siempre me ha resultado curiosa la cierta animadversión de muchos españoles ante los franceses, en absoluto se puede comparar la historia y presente de España con la historia y presente de Francia, ambos países tienen diferencias culturales y han vivido situaciones diferentes a las que han reaccionado de formas diferentes pero, no puedo entender que ésas personas se sientan superiores a los otros y no puedo menos que sonreír y envidiar un poco a los revolucionarios franceses de la Revolución, de las subsiguientes revueltas cuando la Monarquía acabó con la 1º República, de la 2º República victoriosa hasta nuestros días. Porque cuando alguien vive con lo puesto debajo de un sucio puente, con un mendrugo de pan para comer y tres hijos enfermos a los que no puedes ayudar, ésa persona es peligrosa para los gobernantes y reyes. Pero cuando son 6 millones de personas cabradas, constituyen una verdadera amenaza, una revolución a punto de explotar. ¿Despertaremos un día?

Laura Morillas García. Valencia.
Redactora, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 13 Febrero 2013.

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