Freemuse: ‘todo lo que es prohibido es deseado’ – por Sàgar Malé

o deja de ser curioso que una asociación de derechos humanos especializada en la censura musical como Freemuse se haya creado en Dinamarca, un país donde estos derechos no han estado en peligro a lo largo de su historia contemporánea. Más curioso es que en nuestro país este tipo de asociaciones no hayan proliferado como setas. Al contrario, la brutal censura cultural y musical que vivimos se ha borrado de la memoria histórica colectiva.

Una muestra de una transición «in ejemplar», aunque se diga lo contrario, y de un pasado que, por haber sido invisibilizado, reaparece en la actualidad de una manera u otra. Este artículo pretende dar a conocer la actividad de esta entidad esperando que cunda el ejemplo.

Freemuse: ‘todo lo que es prohibido es deseado’
( Asociación por los derechos de expresión musical)
por Sàgar Malé

«En mis labios hay un cerrojo
Y en mi cuello hay una explosión
Nadie sabe cómo se siente mi corazón en estos días
Bajo las cortinas de la censura en esta ciudad sofocante
Yo todavía creo que la primavera vendrá…»

( Canción del iraní Arya Aramnejad)

Definición y orígenes

Freemuse ha destacado recientemente por movilizar una campaña a favor del grupo ruso de punk Pussy Riot. Dirigida al presidente Vladimir Putin y a Kirill de la Iglesia Ortodoxa Rusa, se pide la libertad de las tres componentes detenidas por cantar canciones críticas a Putin en una iglesia de Moscú. Este ha sido, recientemente, el caso más mediático. Pero la entidad lleva años impulsando otras campañas, como por ejemplo la del cantante iraní Arya Aramnejad, el kurdo Ferhat Tunç en Turquía o la de Mouad Belghouat (El Haked) en Marruecos. En su web www.freemuse.org se documentan violaciones a los derechos de expresión musical de todo el mundo, apoyando a los músicos, haciendo grupos de observación de sus juicios y creando una red global de apoyo a músicos y compositores amenazados.

«La idea de crear Freemuse -cuenta Marie Korpe, directora ejecutiva de Freemuse- surgió después de años de viajar trabajando para la radiodifusión en África y Asia del Sur. Nos dimos cuenta que los músicos y compositores eran censurados y perseguidos de la misma manera que los periodistas y escritores, y que ninguna organización les estaba defendiendo. Esto nos dio la idea de organizar una Conferencia Mundial sobre la Música y Censura en 1998. El Instituto Danés de Derechos Humanos apoyó la idea y trabajó en la captación de fondos. Desde entonces Freemuse trabajamos con normas internacionales de derechos humanos y con redes como la International PEN, Aricle 19, IFEX, Freedom Now y otros. Además desde 2012 somos una organización con Estatus Especial Consultivo desde 2012 en el ECOSOC, el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. »

Interdisciplinariedad

Además, algo que caracteriza las actividades de Freemuse es que se requiere de la interrelación de muchas disciplinas. En concreto los músicos trabajan codo a codo con expertos de derechos humanos. Muchos músicos han sido desde siempre protagonistas de denuncias sociales y políticas, pero cuando se ha tenido que hacer búsquedas y campañas de entidades dedicadas a la defensa de los derechos humanos su participación se ha limitado a invitarlos a que canten o toquen en sus actividades. A veces incluso se argumenta que la música es música y no política (como si la política no tuviera ninguna influencia en el desarrollo del arte y la cultura).

«La junta directiva y el consejo consultivo de Freemuse somos un grupo interdisciplinario de personas relacionadas con la musicología, con la investigación musical, con el derecho, con la politología, islamólogos… Algunos son periodistas que han trabajado en el campo de la música y las artes durante más de 25 años, y otros tienen más experiencia en temas de política internacional o de cooperación al desarrollo. Todo el personal de Freemuse ha viajado a lo largo de años o ha trabajado y / o vive en países en vías de desarrollo. »

Informes

Esta interdisciplinariedad lleva a que la elaboración de informes por parte de los expertos en derechos humanos de Freemuse se combine con la búsqueda e investigación de etnomusicólogos (por ejemplo John Baley), de músicos y de periodistas musicales (como Mark Levine) o de periodistas generales (como Garth Cartwright). Todo este trabajo interrelacionado debe basarse en los principios metodológicos de la disciplina de los derechos humanos: la investigación sobre el terreno se basa en entrevistas a testigos directos que han sufrido censura (presenciales o por otros métodos) y en la búsqueda de los responsables de estas violaciones para ejercer un trabajo de presión política. La investigación del problema y la investigación de la estrategia de incidencia política van mano a mano, y habitualmente los informes se cierran con pliegues de recomendaciones.

«Freemuse no somos una organización académica, sino que trabajamos con académicos. Para la elaboración de nuestros informes elegimos especialistas que tienen habilidades para escribir y comunicar para un público amplio. También trabajamos con periodistas que realizan investigaciones en profundidad, o que tienen unos conocimientos específicos a base de años de viajes a una región específica o país. Pero las publicaciones de Freemuse no están dirigidas al mundo académico sino que pretenden ser digeribles por todos, incluyendo los músicos. Todas las publicaciones son previamente revisadas por expertos. »

Presión política

«Además en Freemuse hacemos de observadores en procesos judiciales a músicos, compositores y defensores de los derechos humanos perseguidos por la justicia, y trabajamos también en la documentación legal para solicitar asilo político a músicos en riesgo». Un ejemplo es el del cantante camerunés Lapiro de Mbango, encarcelado tres años por cantar la canción «Constitución constipada» donde criticaba que el presidente Paul Biya hubiera cambiado la Constitución a su favor. Debido a la canción se produjeron manifestaciones y el régimen detuvo Lapiro con la excusa de que incitó a los manifestantes a quemar una plantación de bananas. Freemuse y otras organizaciones iniciaron una campaña de denuncia y de presión política, y en septiembre de 2012 se logró que se diera asilo político en Lapiro y su familia en Estados Unidos.

Formas de censura

La censura en la música tiene una multiplicidad de causas y de factores difíciles de resumir, y que dependen de cada contexto específico. En las actas del «Congreso sobre libertad de expresión en música» que Freemuse realizó en 2005 en Beirut, se crearon cuatro grupos de trabajo temáticos que pueden ser considerados como cuatro tipologías de censura: los conflictos, las restricciones religiosas, la autocensura y la censura del mercado.

Los informes en profundidad respecto Freemuse desde 2001 (todos ellos descargables gratuitamente por internet a www.freemuse.org) vemos cómo estas formas de censura se solapan o interrelacionan en cada caso. Si hablamos de censura a causa de los conflictos el informe más emblemático es el de Afganistán, un país que lleva más de 30 años en guerra. En «Can you stop the birds singing?» (Puedes detener los pájaros cuando cantan?) de 2001, el etnomusicólogo John Baily ubica el período de los talibanes como una de las máximas expresiones de la censura musical (prohibieron literalmente la práctica musical por razones de extremismo religión). Pero cuando se repasa los periodos anteriores demuestra que la censura musical fue ampliamente usada como arma social de conflicto, y con el mismo argumento religioso.

El periodista Jean-Christophe Servant nos habla en el informe de 2003 «Wich way Nigeria?» (¿Qué camino, Nigeria?) del impacto en términos de censura de la aplicación de la ley islámica en mezclada con una voluntad política represora. Hay que tener en cuenta que Nigeria había sido un epicentro musical de África Occidental, sobre todo con el estilo del afrobeat. En el informe analiza casos concretos como el de Femi Kuti (hijo Fela Kuti creador del afrobeat) o músicos de otros estilos como Alhaji Sirajo Nunca Asharalle y Haladji Waba Yarim Asharalle. En el caso de Zimbabwe un informe de 2001 muestra cómo la presión política y la creación de un estado de miedo permanente es de tal nivel, que acaba aplicando la autocensura del mercado musical y la censura oficial no hace falta que actúe («Playing with fire. Fear and self-censorship in zimbawean music» Jugando con fuego. Miedo y autocensura a la música de Zimbabwe de Banning Eire)

En casos como el del pueblo romaní de Rumanía («A Little bit special. Censorship and the gypsy Musicians of Romania», Algo especial. Censura y músicos gitanos de Rumanía de Garth Cartwright, del 2001) la censura es más de orden social de racismo hacia una minoría y, aunque el gobierno no tenga ningún mecanismo legal de censura, es condescendiente con esta marginación. Este tipo de censura también se aplica a estilos musicales como es el heavy metal que gobiernos antidemocráticos de muchos países identifican con fenómenos culturales desestabilizadores («Headbanging against repressive régimen. Censorship of heavy metal in the Middlke East, North Africa, Southest Asia and China» Rompiendo la cara a los regímenes represivos de Mark Levine).

¿Censura en un mundo globalizado?

En el contexto actual la aplicación de la carta de los derechos humanos tal y como está redactada ahora tiene puntos débiles y establece relaciones asimétricas entre países: las carencias que se visibilizan son de países en vías de desarrollo (Afganistán, Marruecos), o de países con débil o inexistente democracia (Irán, Cuba). Pero quedan sin relevancia los grandes problemas planetarios actuales que dependen de países desarrollados y con democracias estabilizadas, pero que vulneran de una u otra manera los derechos humanos a escala planetaria: los lobbies empresariales, la especulación financiera, las oligarquías comunicativas y los grupos de presión a los gobiernos.

Como ejemplo para el caso musical, seis grandes compañías controlan la industria discográfica mundial, lo cual no es un sano indicador de libertad de expresión… ¿Vulneran más los derechos culturales y musicales países como Cuba o Turquía que Estados Unidos? En la actual carta de derechos humanos sí que lo hacen ya que no hay metodologías para evaluar el impacto que tienen estos fenómenos planetarios sobre los derechos humanos y concretamente sobre los derechos culturales (que podrían formar parte de los llamados DESC, Derechos económicos, sociales y culturales).

En 2005 Freemuse hace dos aproximaciones a este tipo de vulneraciones que no están claramente tipificadas. Un ejemplo es el informe que hace de Estados Unidos y la censura musical después de los acontecimientos del 11 de septiembre del 2011 «Singing in the echo chamber? Music Censorship in the US After September 11th» (Cantando en la caja de resonancia. Censura musical en Estados Unidos después del 11 de septiembre) donde se dice: «A menudo se cree que las violaciones de la libertad de expresión sólo se realizan en países lejanos no democráticos gobernados por déspotas. Sin embargo, se ha hecho evidente que cualquier país sometido a guerra o a otras presiones introduce la censura como una herramienta para controlar su población y el descontento emergente dentro de la sociedad. En este informe (…) por primera vez Freemuse mira al papel de los medios de comunicación como guardianes de la censura. Hemos aprendido que los medios de comunicación deben ser independientes. Su función es ser el organismo de control de los gobiernos, la política y el poder».

Una segunda reflexión es a unas jornadas realizadas en Beirut al 2005 con el nombre de «All that is Banned is desired» (Todo lo prohibido es deseado) donde se organiza una mesa redonda llamada «Mercado y dominio de los medios y sus efectos en la expresión musical». La reflexión que hace la publicación es bastante relevante de por dónde van las cosas en materias de censuras no tipificadas:

«La Declaración Universal de los Derechos Humanos garantiza la libertad de expresión intelectual, pero eso no garantiza automáticamente el acceso a un público a los medios de comunicación. En la era de la tecnología globalizada ha abierto nuevas vías para los artistas para difundir su música, pero al mismo tiempo los medios de comunicación regionales y mundiales y las industrias de la música tienden a invertir en un menor número de artistas. ¿Es un problema para la libertad de expresión? ¿El dominio del mercado y los medios de comunicación contienen elementos de censura por sí mismo? Muchos concluyen que la forma más siniestra de la censura de hoy es la censura corporativa. Mientras que el arte puede aflorar bajo la censura estatal represiva, no se puede salir adelante en un entorno donde las grandes empresas deciden qué puede y qué no puede ser transmitido o distribuido. »

Nota: este artículo fue publicado en catalán en la revista Caramella.

Sàgar Malé Verdaguer. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 25 Enero 2013.