Albania cumple 100 años como país, recordando la ‘Gran Albania’ – por Bárbara Bécares

Las banderas albanas han ocupado cada rincón de Albania. El país celebró el día 28 de noviembre nada menos que 100 años de independencia del Imperio Otomano. Un siglo en el que, a pesar de la felicidad que reflejaron los pasados días las constantes celebraciones, el país no ha conseguido sus aspiraciones. Estas son, para muchos ciudadanos, el retorno a la ‘Gran Albania’.

La gran Albania o también conocida por Albania étnica comprende dicho país y muchos de los territorios colindantes como Kosovo, región independizada hace unos años de Serbia de manera unilateral y aún no aceptada por muchos países, ciudades de la República de Macedonia y partes del sur de Montenegro y del norte de Grecia. Por eso, no debe extrañar que, durante estos días, también las banderas con fondo rojo y un águila negra en el centro ondeen en masa fuera de las fronteras de Albania.

Éste fue uno de los países más cerrados al exterior durante los años en los que el comunismo imperó en el este de Europa. Bajo el régimen de Enver Hoxha, fallecido en 1985, los ciudadanos albanos tenían pocas posibilidades de salir fuera de las fronteras del que hoy es uno de los países más pobres de Europa y con menor nivel de desarrollo. Desde el año 1990, el país comenzó a integrar organizaciones supranacionales de las que ahora forma parte como la OTAN, tras comprometerse con la democracia. Y muchas personas comenzaron a emigrar hacia países europeos y Estados Unidos. De hecho, se calcula que hay algo más de 200 mil en el mencionado país del norte de América, 500 mil en Turquía (los censos calculan que hay más de un millón, pero gran parte de la población se ha adaptado a la cultura y lengua de su país de destino y se consideran más turcos que albaneses) y más de un millón de población albanesa repartidos por diversos países europeos, la mayoría en Italia, Alemania y Suiza.

Los albaneses que viven en los primeros países mencionados, los colindantes a Albania, no son emigrantes llegados tras la apertura de las fronteras del país, como sucede con la gran parte de los ciudadanos en los países del occidente de Europa o de Estados Unidos. Son personas cuyos antepasados, hace décadas, en incluso siglos, ya habían nacido en esas ciudades. Pero en la península balcánica, las fronteras, invasión tras invasión, siempre han estado muy difuminadas y hasta comienzos del Siglo XX, con la caída del Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial, no comenzaron a delinearse de una manera similar a como las conocemos ahora.

A pesar de eso, los albaneses adoran Albania, vivan donde vivan y aunque ellos y todos sus antepasados hayan nacido fuera del mencionado país, respetan su bandera, mantienen su lengua en el día a día (el albanés es un lenguaje muy diferente a cualquier otro idioma de Europa) y recuerdan los logros de su nación Albania, de su mayor líder nacionalista histórico, Scanderberg (que luchó en el siglo XV contra los Otomanos y cuyas armas volvieron a Tirana este año, desde Austria, para la celebración del centenario de la nación ) y las bellezas de sus ciudades. Y, dicho sea de paso, sin mucha objetividad.

Los albaneses que pertenecen a otras naciones de los Balcanes se han sentido históricamente marginados y discriminados. De ahí la independencia de Kosovo, aceptada por gran cantidad de países como Estados Unidos, Francia, Alemania o Reino Unido. Y ese sentimiento de marginación fue una de las principales causas de las tensiones acontecidas en Macedonia y que desencadenó en el año 2001 en un conflicto armado en el norte del país, sobre todo en la ciudad de Tetovo, donde entre el 80 y el 90% de la población es de etnia albanesa, frente a una minoría macedonia (no hay cifras oficiales, a falta de un censo reciente). El conflicto fue grave y amenazó a la estabilidad del país, hasta que se firmó el Acuerdo de Ohrid, donde la parte macedonia cedía en varias de las peticiones de la población albanesa, como un mayor reconocimiento a la lengua albanesa, más poder político para estos en las municipalidades donde son mayoría o una importante minoría, derechos equitativos de ambas etnias cuando se trata del acceso a empleos públicos o un mayor papel en la sociedad civil. Y estos acuerdos mejoraran considerablemente la convivencia.

Los habitantes de Albania son muy críticos con la situación de su país, la corrupción policial y política, la pobreza de sus habitantes (este es uno de los países más pobres del continente) y muchos aspectos que quedan por resolver para algún día entrar en la Unión Europea, como los habitantes del país querrían. Los habitantes de los países colindantes suelen tener una visión idealizada de Albania, mucho menos crítica y prefieren ponderar las bellezas y cualidades de Albania antes de afrontar la realidad en la que se encuentra el país.

Pero a todos les gustaría hacer un país más grande, que uniría las ciudades de la antigua gran Albania. Por diferentes razones. Por ejemplo, los albaneses que habitan en Macedonia se sentirían integrados, parte de un país y eliminarían ese sentimiento que mencionábamos anteriormente de discriminación. Para los ciudadanos de Albania, me comentaba el otro día mi colega Vasian, original de Tirana, que aunque es consciente de que la situación para los habitantes es mucho mejor en países como Macedonia, preferiría una Albania mayor “porque así serían más fuertes para sacar el país adelante, para luchar conjuntamente por sus derechos y poder ser algún día parte de instituciones políticas supranacionales como la Unión Europea”.

Sin embargo, el plan no es viable. El gobierno macedonio lleva en sus 21 años de independencia de Yugoslavia luchando por mantener sus fronteras tal y como están, pese a los ataques de sus vecinos de la región, también por parte de Bulgaria, que alega fronteras históricas con el deseo de modificar las marcadas actualmente, y no va a ceder a los deseos del gobierno de Tirana ni de los ciudadanos albaneses de unir ciertas ciudades como son Struga, Tetovo, Gostivar o Debar a Albania. Macedonia es un país estable que, a pesar de contar con un gobierno demasiado nacionalista a ojos de la población albanesa, piensa continuar luchando por hacerse un hueco en la Unión Europea y en la OTAN en un corto plazo de tiempo, lo que le llevará a hacer lo posible por contentar a todas las minorías que viven dentro del país.

Bárbara Bécares. San Martín del Rey Aurelio, Asturias.
Colaboradora, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 18 Diciembre 2012.