Venezuela: el bueno, el malo y el feo – por Lídia Pedro

Era ya lunes cuado llegaba al tranquilo barrio de Chacao (Caracas, Venezuela) después de ver una de las escenas más esperpénticas de los últimos años. Como salidos de una novela de Valle-Inclán, miles de venezolanos se congregaron en los alrededores del palacio de Miraflores para celebrar la reelección del Comandante Hugo Chávez, presidente de Venezuela. Lo que empezó como una imagen perfecta de celebración y jolgorio multitudinario terminó siendo una escena de lo más grotesca. La gente avanzaba entre trompicones y empujones, el grado de alcoholismo de muchos de ellos era altísimo (lo denotaban los zigzags y las incoherencias al hablar), decenas de motos avanzaban entre la gente de una forma brusca y violenta, como si no les preocupara atropellar a alguien… Era el pueblo. De ahí, que por fin entendiera la frase de George Bernard Shaw “la democracia asegura que no nos gobiernen mejor de lo que nos merecemos”. Hacía tiempo que había oído la frase de la boca de un gran periodista panameño, pero no fue hasta ese día que entendí su esencia. Al fin y al cabo, los gobernantes salen de la demos, ¿no es así?

El bueno

Para bien o para mal, Chávez ha dado voz y un gran peso a la gran masa de la población. En muchos países son gente que ni pinchan ni cortan, gente que por ser los más pobres e ignorantes, son ignorados por los demás. Ellos son los que Eduardo Galeano describió como Los Nadie, “los hijos de nadie, los dueños de nada” son esos que sueñan “con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto de suerte”. Para muchos Nadies, Chávez se convirtió en ese día de suerte, y para los que no lo eran en su peor pesadilla.

El presidente venezolano ha puesto la pobreza a la delantera de las políticas nacionales y gracias a su carisma y elocuencia ha conseguido que muchas personas se identifiquen con su persona. Sin embargo, para llegar a entender la popularidad de Chávez es imposible hacerlo sin mirar el pasado. Las crisis petroleras de los 70 propiciaron que en Venezuela la corrupción y la inflación aumentaran exponencialmente. Para arreglar la situación se tomaron una serie de medidas neoliberales (aumento de los impuestos y reducción de los subsidios, entre otras). Sin embargo, la subida del precio de la gasolina hizo enfurecer a la población y provocó una serie de protestas conocidas como el Caracazo. Poco después, apareció la figura del joven teniente-coronel Chávez, quién calificó la represión del gobierno de Carlos Andrés Pérez durante las protestas como genocidio (casi 300 muertos) y empezó a preparar un golpe de estado (Operación Zamora). Éste fracasó y Chávez terminó en prisión, pero su retórica y apelación a personajes históricos, como Simón Bolívar, empezó a dar efecto. Cuando salió de la cárcel buscó apoyo en distintos países y finalmente en 1998 decidió buscar el liderazgo del país democráticamente. El Comandante prometió reformas sociales y económicas, quería alejarse del neoliberalismo que tantos males había traído a Venezuela hasta entonces. Eso fue lo que le llevó a Miraflores en 1999.

Sin lugar a dudas, Chávez ha hecho mucho bien a gran parte de la población. En 2003 puso en marcha un conjunto de planes sociales llamados misiones. Actualmente hay alrededor de 17 Misiones y 6 Grandes Misiones. Entre otras, existe la Misión Barrio Adentro que trae asistencia primaria a todo el mundo a través de médicos cubanos. La Misión Robinson que enseña a escribir a analfabetos o la Misión Mercal que ofrece comida subsidiada a los más pobres. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su informe Panorama Social (2011) la pobreza en Venezuela se ha reducido del 48.6 en 2002 al 27.8 en 2010. Además, The Guardian también afirma que el desempleo ha pasado de un 14.8% en 1999 a un 7.6% en 2009 y el GDP per capita se ha duplicado entre 1999 y 2011.

Así que no tendría que extrañar que Chávez haya vuelto a conseguir más del 50% de los votos. Pero no es oro todo lo que reluce.

El malo

Las maravillosas misiones han traído muchísimas mejoras a millones de personas, pero no siempre funcionan como deberían. El penúltimo día de mi estancia en Venezuela, el periodista Ángel Ricardo Martínez fue a ver a uno de esos famosos médicos cubanos (Misión Barrio Adentro). El doctor nunca apareció y, según cuenta, una mujer le comentó: “ayer tampoco vino”. Isaac Mencía, en un artículo en el periódico venezolano Tal Cual, afirma que todas las Misiones tienen en común “la ineficiencia y la falta de transparencia en el uso de los recursos públicos”. Sobre la Misión Barrio Adentro hace hincapié en el hecho que el propio Chávez confesó que muchos de esos centros permanecen cerrados. Además, a principios de octubre, El Universal (periódico venezolano) informaba que un grupo de trabajadores de Barrio Adentro estaban en huelga de hambre por, según cuenta un afectado, no cobrar lo que les toca.

Durante el 2010 las tasas de inflación de toda la región aumentaron de forma alarmante, en Venezuela se registró la tasa más elevada, según el CEPAL del 27.4%. Mientras ciertos productos se encuentran subsidiados en Supermercales, centros Acopio y Mercales, fruto de la Misión Mercal; en supermercados normales o grandes superficies tienen precios astronómicos. Por ejemplo, al cambio oficial, un litro de aceite subsidiado te cuesta menos de un euro mientras que en un supermercado común te sale a casi cinco. Comer fuera de casa es también pecado mortal, te dejas riñones y ojos (siempre hablando en términos de cambio oficial). Una hamburguesa en un puestecito callejero cuesta nada más y nada menos que unos 7 euros, súmale la soda y pagas casi 10 por comer de pie y en la calle… Lo más surrealista del caso viene cuado te pones a pasear por los centros comerciales y ojear precios. ¿Cómo puede ser que haya venezolanos capaces de gastarse 100 euros en una mochila escolar Nike?

Además de este tipo de contradicciones y problemas en los proyectos sociales, las expropiaciones del gobierno solo han hecho que crear enemigos en algunos sectores de la sociedad, actualmente la oposición. Pero sin lugar a duda, lo que más problemas ha traído al gobierno chavista es la inseguridad, la alta tasa de criminalidad y los buitres que revolotean alrededor de cualquier líder, subiendo los índices de corrupción.

Según Kevin Casas-Zamora, exvicepresidente costarricense, en 1998, cuando Chávez fue elegido presidente, los asesinatos en Venezuela rondaban los 4.500 anuales, mientras que en 2011 llegaron a la escandalosa cifra de más de 19.000. Encabezando la lista de ciudades más peligrosas del mundo se encuentra Caracas, cuya tasa de asesinatos ha superado ya la de Ciudad Juárez, en México. La creciente tasa de criminalidad no hace más que traer inseguridad a la población. Sin embargo, los opositores acusan la impunidad hacia ciertos sectores y una gran falla en la aplicación de las leyes como las causas de tales índices de delincuencia. Me quedó claro cuando el día de las elecciones, a las afueras del colegio Andrés Bello pasaron un grupo de motoristas gritando consignas chavistas y haciendo gestos amenazantes hacia los pocos que decidieron gritarles algo en contra. Un acto ilegal, que quedaría sin sanción. Algunos votantes, probablemente opositores, quedaron indignados, perplejos y resaltaron la impunidad de la que disfrutaban ciertos sectores de la población. Los policías que custodiaban el colegio no movieron ni un dedo. Otros miembros del cuerpo policial demostraron la misma indiferencia durante la celebración de la victoria de Chávez. Días después me enteré que un periodista fue asaltado y le robaron todo su equipo fotográfico. ¿Cuántas cosas más debieron pasar esa noche de celebración?

El feo

Chávez enfrenta los próximos años con muchos temas que solucionar y sabiendo que si falla, en tres años se le puede abrir un proceso revocatorio. A parte de temas claves como la inflación y la criminalidad, el Comandante tiene otro gran problema entre sus propias filas. Su sucesión. Si bien es cierto que Chávez anunció que está curado del cáncer que sufría, gran parte del proceso político socialista venezolano tiene como eje central su figura. Así que, cuando él falte, la división interna en el seno de las elites que le rodean podría ser un gran problema. Él es el único que sabe realmente su estado de salud, ya sea que esté completamente curado o no, debe empezar a pensar en la Venezuela sin Chávez.

Pasados tres días de su reelección, Chávez nombró a su nuevo vicepresidente, Nicolás Maduro, quien había sido Ministro de Relaciones Exteriores desde 2006. El nombramiento parece indicar que será Maduro quien deberá seguir ese camino socialista y bolivariano que se inició en 1999. Sin embargo, Maduro no tiene ni la mitad de personalidad y don de gentes que tiene Chávez, quien empezó a forjar su carisma ya en prisión y quien se ha convertido en líder de unos invisibles cada vez más visibles. Chávez tiene tiempo de moldear Maduro, de infligirle el carisma necesario. Aunque ese tiempo vendrá determinado por tres factores: la evolución de su enfermedad, que la decadente economía no ponga sus bases en contra y que la criminalidad no haga sentir a sus bases que Venezuela es un país sin ley. Si esos tres temas se voltean en contra, probablemente la oposición pueda encontrar el camino que tanto anhela. Un camino que muchos creen que empezó el domingo 7 de octubre cuando Henrique Capriles, candidato opositor a la presidencia venezolana, aceptó la derrota de una forma digna de admiración, sin rencores ni palabras de odio. Parece que Venezuela entra en un nuevo camino, un camino más democrático donde las batallas no se libran con plomo sino con palabras. Esperemos que esta vez sí, que la oposición haga su papel, haga política, y que Venezuela se fortalezca de una democracia sana. Hay muchas cartas sobre la mesa y hay que saberlas jugar bien.

Lídia Pedro Solé. Caracas, Venezuela.
Colaboradora, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 17 Octubre 2012.

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