Los Siervos de la tele – por Carlos Torres

El mercado audiovisual español lleva años en continuo deterioro, pero es ahora cuando muestra su cara más cruel, con el desmantelamiento de las televisiones públicas y con unas condiciones laborales cada vez más cercanas a la servidumbre.

El nacimiento y expansión de las empresas privadas de producción audiovisual, o Productoras, a lo largo de la década de los noventa provocó un cambio en el mercado laboral televisivo, dando lugar al concepto “por obra”. Las cadenas de TV empezaron a delegar en Productoras la consecución de distintos programas, abandonando la fórmula de la Producción propia o programas hechos por el personal contratado por la Cadena.

En ésta nueva interacción televisiva, las Productoras se encargaban de formar un equipo sólo para el programa contratado, es decir, para “esa obra”, algo que puede durar años, meses, o tan solo días, lo que ha dado lugar a una continua inestabilidad laboral y a una perdida progresiva de derechos laborales, al tiempo que se ha establecido una relación de servidumbre con respecto a “la obra”, que es la que determina los horarios, la disponibilidad, e incluso las relaciones personales dentro de una redacción.

Hasta el año 2001 la única ventaja del personal de Productoras era económica, con unos sueldos mayores que los contratados por las cadenas de TV: el redactor de un programa de TVE, contratado por Productora podía cobrar unas 450 mil pesetas mensuales (2.700€) con 12 pagas anuales, mientras que el mismo redactor, pero con un contrato con la cadena cobraba 250 mil pesetas al mes (1.500€) con 14 pagas. Al año casi 12mil € más para los que dependían de una Productora. Sin embargo, aquel mismo año la tendencia empezó a cambiar y mientras los sueldos del personal contratado por las Cadenas fue aumentando legalmente con los incrementos del IPC, los del personal de Productoras se estancaron primero, para luego empezar a reducirse hasta llegar a la situación actual, en la que un redactor de Productora cobra, como media, unos 1.700 € (12 pagas), y uno contratado por la Cadena ronda los 2.700 € al mes (14 pagas). Si sumamos este desfase a la diferencia positiva de once años atrás, nos arroja una pérdida adquisitiva de casi 30 mil euros anuales… Este abaratamiento salarial provoca que las cadenas despidan a su personal fijo (un proceso que comenzó A3 TV en el año 2003 según información recogida por el diario El Mundo) y contrate los servicios de Productoras o Subcontratas, como está ocurriendo en la actualidad con algunas cadenas autonómicas.

A lo anterior hay que sumar el sacrificio obligado por “la obra”, que en muchos casos exige una devoción casi religiosa del trabajador al programa por el que está contratado. Como ejemplo, el horario de entrada en un magazín de mañana suele estar en torno a las seis de la mañana y la salida se establece sobre las seis de la tarde, si todo va bien… O sea, si el programa del día siguiente está completo y no hay una noticia de actualidad que obligue a permanecer más tiempo en la redacción, por supuesto, sin cobrar horas extras. Eso refleja devoción y entrega, pero también miedo al despido y es que en un mercado laboral tan precario es fácil caer en una espiral por la que nadie se atreve a levantarse de la mesa, aunque no haya nada que hacer, hasta que lo diga el jefe, o la jefa…

Recientemente un inspector de trabajo de Madrid, el Inspector Domínguez, intentó “normalizar” la situación laboral de las productoras en cuanto a horarios, contratos, sueldos, etc., pero su trabajo, como señala Vertele, parece que sólo logró efecto en los famosos y en la actualidad hay programas en parrilla que evitan la normativa laboral e incluso buscan el trabajo gratuito…

Efectivamente, esta es una tendencia muy de moda y todas las empresas han recibido ofertas, en el sentido que señala el diario económico Expansión. Son muchas las personas que tras ser despedidas de una Productora o Cadena de TV, se ven descolgadas de un mercado audiovisual que en el último año ha generado un 9’3 % de paro (frente al 1’23% de la media nacional), según publica la Fundación AVA. En un intento desesperado por entrar en una empresa, muchas personas ofrecen sus servicios de forma gratuita. Sin embargo, trabajar gratis en un sector con los derechos laborales “castrados”, es algo parecido a lo que ocurrió en la Edad Media, entonces se les llamó Siervos de la Gleba y hoy podríamos llamarlo “Siervos de la tele”, o sea, todos los que renuncian (renunciamos) a sus derechos a cambio de una ocupación con mínimas, o inexistentes, ganancias. Un camino muy peligroso, pero cada vez más transitado en la tele.

Carlos Torres Montañés. Madrid.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 29 Agosto 2012.