Vengo de una región en la que emigrar es una necesidad desde hace tiempo. No en aquellos años de franquismo donde España era aún un país pobre cuando la gente buscaba empleo más allá de los Pirineos. En aquellos momentos, mi región recibía inmigrantes de otras regiones del país.
Vengo de una de las Cuencas Mineras asturianas. En la década de los 60 del pasado siglo, ésta era una región a la que personas de otras provincias cercanas inmigraban a causa del trabajo que ofrecía la industria hullera y la siderurgia que surgió después. Ahora y desde los años 90, Asturias es la segunda provincia en España que más población va perdiendo, a causa de la emigración de los jóvenes a otros lugares del país y, según unos datos muy recientes de Comisiones Obreras, es la población más envejecida del país, mientras que el desempleo juvenil lleva tiempo siendo muy alto, ya desde antes de la crisis. ‘Asturias o trabajas’ como por aquí se suele decir.
El carbón que enriqueció la región dejó de ser rentable y comenzaron los planes de reestructuración de la zona, el primero fue en 1998, que tenían como objetivo crear opciones alternativas de empleo en las cuencas mineras del carbón, ahora que la fuente principal de trabajo se estaba disolviendo. Esos fueron buenos años. Con la llegada de dinero de la Unión Europea se prejubilaron muchos mineros con buenos sueldos, se reformaban instalaciones públicas y se ofrecían becas a los jóvenes para estudios universitarios o de idiomas. Ese dinero también tiene como finalidad la creación de nuevas vías de trabajo y el desarrollo de otras industrias para el fomento del empleo más allá de las minas.
Sin embargo, ese punto parece haber fracasado teniendo en cuenta el éxodo de la juventud asturiana desde hace más de una década. Ejemplos de empresas como Alas Aluminium, que consiguió fundarse gracias a una importante cantidad de dinero proveniente de los fondos mineros y con terreno cedido por Hunosa, la empresa estatal que se dedica a la extracción minera y a su explotación en la zona central de Asturias. Esa empresa cerró a los siete años con grandes deudas y dejando en la calle a 300 empleados de la región y con una gran deuda a pagar por el gobierno del Principado.
Uno de esos ejemplos más en el que los trabajadores y ciudadanos en general tienen que sufrir por una mala gestión de empresarios y políticos. La Unión Europea daba dinero que nunca llegaba a controlar, como suele pasar en épocas de bonanza.
Ahora llegaron los perros flacos y el gobierno de Mariano Rajoy decide, sin previo aviso en su programa electoral, recortar en un 65% unos presupuestos que se habían firmado el pasado año por el gobierno español y la Unión Europea y que ofrecían dar apoyo financiero a la región hasta 2019 para continuar con las medidas de desarrollo para las cuencas mineras. Ese recorte supondría una mayor depresión para las zonas mineras de este país, donde no se ha conseguido encontrar opciones alternativas.
Los mineros siempre se han caracterizado por ser luchadores. Ser minero no es un trabajo grato. Para empezar, suele tener como consecuencia enfermedades crónicas como la silicosis y lleva a un gran desgaste físico. Pero es un trabajo digno. Un empleo que les permite a muchas personas poder vivir en su tierra y poder mantener a sus familias. Familias que sin la minería, tendrán difícil encontrar otro empleo en la región. Los mineros van camino de Madrid para encontrarse el día 11 de este mes con las autoridades encargadas, tras cientos de kilómetros caminando. Otros continúan sus protestas cerca de los pozos mineros aún abiertos. Y otros llevan días encerrados en minas en señal de protesta, lejos de sus familias, sin noticias de los políticos responsables del recorte recién anunciado. Ninguno de ellos, todos en huelga, cobrará sueldo este mes ni el próximo. Y ellos parece que seguirán luchando hasta que se les escuche aunque, a falta de informaciones, muchos no están seguros sobre qué será exactamente de ellos. Los más veteranos tendrán sus prejubilaciones. Los que tienen contratos temporales se irán a engrosar las listas del paro con pocas opciones a encontrar un nuevo empleo viendo la situación actual.
Se critican muchas cosas de la mina, como que no es un negocio rentable o que es contaminante. De acuerdo. Sin embargo, Hunosa no presenta un déficit demasiado costoso para un gobierno como es el español: en abril de este año se calculaba que el déficit en 2012 sería de 326.000 euros, mucho menos que el de otros años pasados y una cifra baja para una empresa que emplea a unos 2.000 empleados. Y representa muchísimo menos que esos 19.000 millones de euros que el estado inyectó a Bankia, ese banco mal gestionado y que aún necesitará cantidades de dinero mayores. También es contaminante, no lo niego. Pero seguirá siendo contaminante la extracción de carbón en las demás regiones de la Unión Europea que suplirán la demanda a unos costes más bajos o incluso esas minas que podrían reabrirse en Alemania. Por cierto, de ser verídicos esos rumores de una posible apertura de minas de carbón en el país liderado por Angela Merkel, eso sería el gran colmo de los colmos.
Para finalizar, no olvidemos que no todo estriba en el futuro de esas familias, sino en el futuro de la región. El problema es que muchas veces incluso los habitantes de estas cuencas parecen olvidarse de que muchos de los servicios que tienen la oportunidad de usar en su día a día fueron construidos gracias a esos fondos mineros que el gobierno de Rajoy acaba de recortar sin previo aviso y se atreven a quejarse de los cortes de las carreteras de ese gremio de trabajadores que no está dispuesto a quedarse de brazos cruzados mientras los políticos incumplen acuerdos ya firmados.
Bárbara Bécares. San Martín del Rey Aurelio, Asturias.
Colaboradora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 7 Julio 2012.
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