Homenaje – por Juan Miguel de Mora

Esto es un homenaje a un hombre que no conozco más que por sus libros, al que seguramente no conoceré nunca y del que nada espero, ni menos él de mí. En suma: esto es lo que uno escribe para sí mismo, para tranquilizar la propia conciencia sabiendo que, por lo menos en un caso, uno dijo lo que tenía que decir.

No es fácil decir lo que se tiene que decir. Como no es fácil hacer lo que se tiene que hacer. Sólo unos pocos en este planeta lleno de ausencias de valores (los valores son más notorios cuando no existen) hacen lo que se tiene que hacer y dicen lo que tienen que decir. Chesterton ya jugó a las paradojas con Mr. Pond.

Algunos hicimos lo que se tenía que hacer. Lo explicó Cecil Day-Lewis: No fue engaño ni ingenuidad, gloria, venganza o dinero; vinimos porque nuestros ojos abiertos no veían otro camino.

Los pueblos son impredecibles: como los individuos de la especie suelen esconder colectivamente sus detritus bajo la alfombra, salvo algunos casos de dignidad sin precedentes como Alemania después del nazismo. Cada uno desde su horizonte, cada uno desde sus raíces y su conciencia, hicimos lo que debíamos. Desde el México cálido de los anchos sombreros, hasta la fría Inglaterra de Mr. Chamberlain y Mr. Eden, tan lejana de los que integraron el batallón británico en el Ebro. Quienes, como otros muchos ingleses, no tenían nada en común con Chamberlain que, sin dejar su paraguas, nos derrotó con calumnias.

Ningún pueblo a lo largo de la historia ha sido tan calumniado como lo fue el español entre 1936 y 1939, ni tan solapados los crímenes de un gobierno como lo fueron los cometidos por el conocido asesino llamado Franco durante y después de la llamada “guerra civil”.

Los pueblos los integran esas multitudes que, enardecidas, son capaces de asesinar a cualquiera al oir una voz anónima acusando a la víctima. Los pueblos cometen crímenes, pero después los niegan. Como Turquía el holocausto armenio; Japón la matanza de Nanking y otras en China; Serbia negando las suyas en los Balcanes o las naciones occidentales, siempre tapando y solapando sus crímenes inauditos en África, en Asia y en América.

Inmisericorde historia, sangrienta estela de dolor y miseria, triste y miserable desempeño el de la humanidad.

Una larga vida, con dos guerras, me enseñó que el verdadero heroísmo, la integridad moral y el valor no suelen ser los que se manifiestan al calor del combate o de emociones como un himno o una bandera, sino los que ponen al sujeto ante el dilema de aceptar públicamente lo que la mayoría oculta.
Y a un hombre que ha tenido ese valor va dedicado este homenaje. A un historiador sin tacha y sin mancha, a un hombre capaz de anteponer la verdad a todo: Antony Beevor.

La conspiración contra la República Española tuvo más fuerza en las mentiras contra ella que la Legión Cóndor de Hitler o las divisiones italianas de Mussolini luchando con Franco. Y Beevor (autor de obras magníficas como “Berlín, la caída”, “La batalla de Normandía” y otras) publicó en 1982 una versión desinformada de la guerra de España. Pero el segundo libro suyo sobre el tema, publicado en 2005, es “una obra totalmente nueva”.

Las tradicionales mentiras, violaciones de monjas (el gobierno de Franco sólo encontró un caso y muy dudoso), matanzas de los “rojos”, “horrores” estúpidos como que Dolores Ibárruri mató a un cura mordiéndole la yugular, todo eso circuló y todavía hay quienes lo creen. De las Brigadas Internacionales: la idea de que todos eran del Partido Comunista –mayoría sí, pero sólo eso y no yo- aún está arraigada, pero nadie divulgó que, después, Stalin hizo asesinar a los exbrigadistas de los países satélites y a muchos de los asesores militares que él mismo mandó a España.

Beevor es un historiador responsable (ya quedan pocos en el mundo) y cuenta lo ocurrido en ambos bandos después de investigar la verdad: “Hubo, quizá, gentes que fueron a España en busca de emociones, pero la motivación esencialmente altruista de los voluntarios no puede ponerse en duda”.

La verdad sobre aquella guerra se ha abierto paso y es la única en la que la historia la han escrito los vencidos. Los vencidos y algunos historiadores con dignidad.

Y para los que mantienen las calumnias, para los que condenaron al juez Garzón, Shakespeare describió su destino:

El apestoso caldero de las brujas:

Witch´s mummy, maw and gulf,
Of the ravined sat sea shark,
Root of hemlock, digged i´the dark,
Liver of blasfeming jew,
Gall of goat, and slips of yew,
Slivered in the moon´s eclipse,
Nose of Turk, and Tartar´s lips,
Finger of birth-strangled babe,
Dich-delivered by a drab,
Make the gruel thick and slab.

Juan Miguel de Mora. Ciudad de México.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 7 Marzo 2012.

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