A mediados de los ochenta la televisión empezó a crecer de forma espectacular. A las dos cadenas públicas se unieron las televisiones comunitarias, las autonómicas, las privadas, las locales, las de cable, las de satélite… Llegó un momento en el que todos los políticos y empresarios de este país podían tener su propia cadena de televisión, o productora… Y cada nueva empresa televisiva que llegaba al negocio invertía, contrataba, producía y reinventaba la tele sin parar, y además de ganar grandes sumas de dinero, aumentaba su capital humano.
Hasta que llegó la TDT. Por la lógica de años anteriores, los nuevos canales de televisión digital tendrían que haber aumentado el negocio y haber mejorado la competitividad y la oferta de contenidos. Sin embargo, el efecto fue el contrario. En el año 2005, antes de que se empezara a hablar de crisis, el ConfidencialDigital desvelaba cuál iba a ser el futuro en palabras del Consejero Delegado de Antena 3. Esa televisión había comenzado un proceso de reducción y externalización de plantilla. En 2006 la RTVE inició su propio ERE con más de cuatro mil despidos. Le siguieron otras restructuraciones e incluso cierres en canales más pequeños y en productoras privadas.
Paradójicamente, el aumento del número de cadenas ha traído una disminución de empresas de producción y de empleos directos en el sector. Para hacer más inexplicable la paradoja, los despidos en muchas de estas empresas se han realizado entre los directamente implicados en la creación televisiva: Directores, productores, redactores, cámaras, realizadores…, quedando al margen de los recortes los sectores “fríos” de la televisión, es decir, administrativos, abogados, gerentes, contables…
En el panorama actual, ni siquiera las grandes cadenas mantienen una situación cómoda. De las cuatro privadas que ya emitían antes de la TDT, dos de ellas han sido absorbidas por las otras dos, que además parecen no tener buenas perspectivas según datos de Vertele y de PRnoticias.
Pero sin duda las grandes perjudicadas están siendo las cadenas públicas. La RTVE, sin ingresos publicitarios, es un problema para el nuevo gobierno, según El País, mientras que la FORTA, que ha perdido el 25 % de los ingresos publicitarios, está regida por gobiernos que deben reducir sus gastos, lo cual les plantea un futuro incierto, como refleja un artículo de PRnoticias.
La burbuja de la televisión se está desinflando de forma alarmante, sin embargo eso no ha provocado una menor emisión. Las mismas cadenas siguen teniendo idénticas horas de programación, lo que se ha reducido drásticamente es la calidad de la misma. Desde 2005 se ha generalizado la repetición sistemática de los contenidos, cada programa de plató, que antes era de emisión única, ahora se repite en diferentes horarios y cadenas del mismo grupo. Las series sufren igual o mayor desgaste, llegando a casos extremos en los que parece que algunas emisoras sólo programan determinadas series. CNN+ pasó a emitir Gran Hermano tras la venta de Cuatro, mientras que otros canales menos conocidos han dedicado el cien por cien de su parrilla a tele-ventas, o a charlatanes y videntes.
A pesar de esto, en el año 2010 aumentó el consumo televisivo y se situó en 234 minutos por persona y día como media. Esto nos lleva a una reflexión: Las televisiones ofrecen cada vez menos variedad y calidad, pero aumenta el consumo televisivo, al tiempo que políticos y anunciantes pierden interés en éste medio. Eso sólo puede significar que el perfil del espectador está perdiendo “calidad” al mismo ritmo que los contenidos que consume.
Para frenar la sangría laboral, económica y de talento en que está inmersa la televisión, es urgente que Emisores y Productores vuelvan a invertir en capital humano experimentado, para mejorar la oferta de contenidos y recuperar la “calidad” del espectador.
No olvidemos que la TV está obligada a informar, formar y entretener (y no todo lo contrario) a los espectadores. Para ello, las personas que componen el sector audiovisual deben tener ilusión, entusiasmo y entrega en un trabajo que exige jornadas de doce y catorce horas con sueldos cada vez menos atractivos. Por eso es fundamental que las empresas vuelvan a apostar por el capital humano, como única manera de revertir el proceso de autodestrucción en que está inmersa la televisión de este país.
Carlos Torres Montañés. Madrid.
Colaboración. El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 22 Febrero 2012.