Jack Kerouac: una vida escrita, una literatura viva – por Robert García

Existen preguntas que nos hacemos a sabiendas de que tenemos la respuesta, quizás para engañarnos y creernos inteligentes. Jack Kerouac fue más allá, intentó buscar la autenticidad de la vida. Jack Kerouac dio sentido a “somos lo que hacemos y no lo que decimos”. Escribir y vivir son sinónimos cuando hablamos de Kerouac, hijo primogénito de la generación perdida o beat. En el camino supuso la explosión de una nueva praxis de vivir, que años posteriores, y con un mensaje más panfletario y superficial, salpicó a la sociedad occidental en forma de melena, libertad y protesta. Quizás para entender parte de la historia de mediados de siglo XX y la postguerra sea imprescindible adentrarse en la literatura de una época que pese a venderse como la victoria de la paz significó el paso hacia un imperialismo cultural, y como el mundo dónde creció “empujó” a Kerouac y a sus compañeros de viaje, a vivir y mostrar la otra América, el otro submundo que emergía entre las baldosas de Times Square, y se escondía en las sombras de la colina de Hollywood.

Todas las obras de Jack Kerouac, además de buscar una estética espontánea y fresca, están llenas de sentimiento. Ya lo afirmó Goethe en su Fausto, las cosas que salen del corazón tienen la fuerza de una verdad. Su obra no se puede entender si la separas de su vida, y a la inversa. El recorrido de su vida es un recorrido a su literatura, y a su propia experiencia vital. Cuando la vida decepciona, y se pierde la fe en la sociedad occidental, la propia inercia a buscarse a uno mismo te empuja a descubrir en primera persona lo que televisión radio y demás medios de comunicación te muestran. Jack, fue una voz en la oscuridad de la noche americana, que retumbó desde las calles de Frisco y Denver, hasta la Gran Manzana.

Infancia después del crack del 1929

Jack Kerouac, fue el tercer hijo de una familia francocanadiense -de las muchas que se trasladaron en esa época en busca de trabajo a Massachusetts- afincada en Lowell, dónde fue cambiando de domicilio por circunstancias económicas de su familia. Su padre, un hombre de fuerte carácter, siempre le inculcó que el mundo se estaba pudriendo, que la sociedad estaba corrompida, y que él tendría que abrirse camino estudiando, y siendo un hombre fuerte y honesto. Esta visión de la vida, le marcaría tanto que siempre tendría remordimientos de no haber cumplido las expectativas que sus padres esperaban de él, aunque su padre sabía que sin dinero y sin influencias, no podría hacer que su hijo triunfará como jugador de fútbol en la universidad.

En los primeros años de vida, la muerte de Gerard, su hermano mayor, supuso un mazazo muy importante para Jack. Lo admiraba, era su maestro, y su ausencia, condujo a Jack a una infancia solitaria, pero muy imaginativa. Durante toda su vida, la muerte de su hermano Gerard fue mitificada por Jack, que en Visons of Cody lo muestra como un santo. El fantasma de su hermano jamás le abandonará. En el colegio, era buen estudiante, y los profesores y profesoras le tenían un cariño especial, ya que a temprana edad -y también por su carácter retraído y sensible- empezó a escribir y dibujar, en definitiva, a demostrar su gran imaginación. Pero por problemas económicos de su familia, se trasladó de unos de los barrios más acomodados de Lowell, a un barrio, digamos que de “segunda categoría”, y tuvo que cambiar de colegio, y se pasó a la escuela pública. Pasó su adolescencia haciendo nuevos amigos, que a su madre no le gustaban, y soportando las peleas cada vez más intensas y numerosas de sus padres. El padre de Jack tenía una pequeña imprenta, y las cosas le iban bien, pero su ambición y su afición al juego, le hicieron poco a poco ir perdiendo todo lo que tenía. Además era una persona muy influyente dentro del mundo francocanadiense de Lowell, pero demasiado orgulloso y a la vez honesto, como para no dejarse comprar ideológicamente por nadie.

Adolescencia marcada por una guerra inminente

En esa situación, y como cuenta Jack en Vanity of Duluoz, siendo un gran atleta, y un fantástico jugador de fútbol americano, se trasladó a Nueva York, concretamente al Colegio mayor Horacce Mann, para preparase para entrar en la Universidad de Columbia, cumpliendo así sus fantasías de convertirse en un gran jugador de futbol, un gran escritor, y una persona respetable. Pero pronto su castillo de naipes se derrumbó. Una vez en Columbia, todo se empezó a torcer. Su entrenador no le hacía jugar, tenía que trabajar en la cafetería del campus, y las nuevas amistades que empezó a hacer, le condujeron a sentir un gran desprecio por cómo funcionaba el sistema de valores en este mundo, ese mundo que hacía dos veranos le ilusionaba.

La inminencia del conflicto armado contra el tercer Reich de Hitler, le hizo caer en una inercia negativa, de desencanto, de la cual no volvió a salir hasta conocer a Neal Cassady. En esta época empezó a leer a Walt Whitman Saroyan, Thomas Wolfe y Hemingway, a la vez que empezó a escribir intentando imitar el estilo de éstos. La Guerra se cruzó con la vida de Jack, y este decidió embarcarse en el Dochester, un barco civil, con el objetivo de llegar a Groenlandia y construir una base aérea. En el cuaderno de bitácora de este viaje, o aventura, o experiencia, tal como recuerda en Vanity of Duluoz, muestra la ingenuidad de un Jack Kerouac que quiere vivir aventuras para poderlas escribir, como habían hecho Jack London, Thomas Wolfe y Hemingway, y como iba en busca de su propio estilo literario. La guerra se cruzó en su vida, pero el la buscó, buscó una excusa para alejarse de todo el mundo, de tener un motivo por el que soñar, de inventar su propio futuro, aunque luego nada de ello ocurriera. Simplemente estaba cansado de su vida en la universidad de Columbia, y quería conocer mundo, y una manera fácil de viajar era como marinero o como tripulante de un barco americano. Su experiencia en la marina mercante, le provocó un fuerte sentimiento pacifista, que con los años, fue aumentando. Él no distinguía diferencias entre ideologías, ya que para él, las personas están por encima de ellas.

Una vez de vuelta a Nueva York, y casándose con la hija de un empresario, empezó a coquetear con las drogas, pero también a conocer a gente muy importante en su formación filosófica. Entre ellos, destacan William S. Burroughs, que se convirtió en su gran amigo y “maestro literario”, y a Julien, quién le llevó a la cárcel por encubrirle en un crimen. Con éste último, hablaban siempre de enrolarse a un barco para viajar juntos a Europa, pero por distintas circunstancias, nunca se materializó dicha idea.

La post-guerra, y el despertar del conformismo de masas

Jack cada vez se tomaba más en serio lo de ser escritor, y pese a su indudable talento, hasta el momento, sus escritos no tenían nada de especial. Después de salir de la cárcel y divorciarse, empezó una época oscura, en la que se pasaba horas, incluso días, encerrado en su apartamento, escribiendo, realizando rituales como quemarse con la llama de las velas y escribir con su propia sangre. Nada más se relacionaba para hablar de libros, de metafísica, de psicología con Allen Ginsberg y con Burroughs. La 2ª Guerra Mundial acababa, pero parecía que a Jack y sus compañeros no les importaba. Como el mismo afirmó, mientras sus compatriotas defendían América de los nazis, ellos, simplemente debatían sobre existencialismo, modernidad y la decadencia burguesa, mientras tomaban todo tipo de drogas y orgías. Todas estas contradicciones son las que harán a Jack diferente y especial, por su peculiar sensibilidad con el mundo y con las demás personas.

Por suerte para Jack, Cayó enfermo, y el tiempo que estuvo en el hospital, le dio para realizar una valoración de toda esa basura mental:

“… comprendía que la vida es una creación brutal, hermosa y cruel, porque cuando ves un brote primaveral, cubierto de rocío, ¿cómo puedes creer en su hermosura si sabes que aquella humedad sólo está allí a fin de animar al capullo a florecer para que pueda caer marchito, muerto y seco, en otoño? Todos los que toman LSD hoy (1967) ven la belleza cruel de esa creación brutal con cerrar los ojos… Y digo que las guerras y las catástrofes sociales surgen a causa de la naturaleza cruel de la brutal creación y no de la sociedad, que, después de todo, tiene buenas intenciones, pues de la contrario, no podría ser llamada sociedad, ¿verdad?…”

Para Jack, este período convaleciente en el hospital fue una redención de todo lo ocurrido: se había alejado de su familia, y su padre enfermo de cáncer, estaba cada día peor. Pese a que los poemas no han sido parte de sus obras más reconocidas, existe uno de ellos que habla de esta época, de la vida y la muerte, de lo bueno y lo malo, en definitiva, de las paradojas de la vida.

Qué terriblemente triste me siento al pensar de mi madre
dormida en su cama
que algún día morirá
aunque ella se diga: «la muerte no debe preocuparnos,
después de esta vida empezamos otra»
Qué terriblemente triste me siento de todos modos-
Que no tenga vino que me haga olvidar mi diente cariado es
bastante malo
pero que todo mi cuerpo esté pudriéndose y el cuerpo de mi
madre se pudre
hacia la muerte, es tan enloquecedoramente triste.
Salí al amanecer puro: pero, por qué debería alegrarme
ante un amanecer
que levanta otro rumor de guerra,
y por qué debería estar triste: ¿no es por lo menos el
aire puro y fresco?
Contemplé las flores: una de ellas ha caído:
otra acaba de abrirse: ni una ni otra estaba
triste o alegre.
Súbitamente comprendí que todas las cosas sólo
van y vienen
incluido cualquier sentimiento de tristeza: también se irá:
triste hoy alegre mañana: sobrio hoy borracho mañana
¿por qué inquietarse tanto?
Todos en el mundo tienen defectos lo mismo que yo.
¿Por qué deprimirse? Es sólo un sentimiento que
viene y va.
Todo viene y va. ¡Qué extraordinario!
¡Guerras dañinas existirán siempre!
Formas agradables se van también.
Ya que todo viene y va: ¿por qué estar triste?
¿o alegre?
Enfermo hoy sano mañana. Pero tan triste sigo
siendo el mismo.
Todo viniendo y yendo en todas partes,
los mismos lugares viniendo y yendo.
De cualquier modo todos terminaremos en el cielo,
juntos en esa dorada gloria eterna que he visto.
¡Oh! qué condenadamente triste es que no pueda
escribir bien sobre ello.
Esto es un intento a la fácil ligereza
de la poesía Gingsbergiana.
Debería de hacerlo a mi manera.
Pero eso también se irá, las preocupaciones
acerca del estilo.
Mi amada que no quiere amarme
mi vida que no puede amarme
las seduzco a ambas.
Ella con mis besos rotundos
en la sonrisa de mi amada
la aprobación del cosmos.
La vida es mi arte
protección frente a la muerte
así sin autorización vivo.
¡Qué desgraciada teodicea!
Uno no sabe, uno desea
lo que es la suma.
Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez.



La iluminación del ángel americano que le condujo al cielo

En los años siguientes, Jack conoció a Neal Cassady, momento que marcará un antes y un después tanto en su manera de vivir, como en su proceso de escritura. Neal fue la ráfaga de aire fresco que necesitaba para recorrer América; era el santo a quién podía idealizar. Con el paso de los años este sentimiento irá cayendo como las hojas de un bosque en otoño, poco a poco. On the road, la obra más reconocida de Kerouac, es un manifiesto involuntario de la generación que creció durante la 2ª Guerra Mundial, esa generación underground, a la que no sólo Jack perteneció, pero si fue quién mejor supo plasmar su estilo de vida, y sus principios. Esta nueva etapa de Jack le lleva por todo Estados Unidos de este a oeste, y viceversa, conociendo a nuevos héroes anónimos, y volviendo al nomadismo como forma de vida. On the Road, a diferencia de sus escritos anteriores -como The town and the city, que le llevó varios años terminarlo- lo redactó en tres intensas semanas, y con un estilo que el mismo denominó prosa espontánea, pero que sencillamente era narrar una historia autobiográfica añadiendo ideas y aventuras sobre la marcha. Este estilo de narración, desde mi punto de vista, fue un diamante en bruto que Hollywood tardó demasiado en saber explotar en sus películas.

Su alejamiento posterior respecto a Neal, y conocer a Gary Snyder, introdujeron a Kerouac en una profunda introspección personal y religiosa. Su carácter reflexivo, introvertido, sensible y místico –cuando iba sobrio– le ayudó a formarse una propia interpretación de la religión católica, y del budismo, intentando comparar, o incluso igualarlas.

El principio de la decadencia emocional

Después de la publicación de sus obras más importantes, como On the Road o Dharma Bums, Kerouac entra en una espiral de autodestrucción, en la cual sus problemas personales –su obsesión por ser reconocido, pero a la vez tener problemas para expresarse en público- le llevan a depender del alcohol para sus actividades públicas. La relación con su madre, la obsesión por su pasado bretón, y algunas críticas negativas hacia sus obras, le llevaron a desconfiar de todo el mundo que se le acercaba, dudando de su honestidad o de su interés personal por conocerle.

En esta última etapa de su vida, Kerouac colaborará con diferentes revistas y periódicos, escribiendo ocasionalmente. Además, tendrá ofertas para escribir algún guion, y algunas otras propuestas que jamás se realizaran por su honestidad y amor propio. Pero la verdad que su dimensión humana le llevó a intentar publicar escritos y obras de algunos de sus amigos.

Jack murió un 21 de octubre de 1969, acompañado por su última mujer, Stella, a causa de una hemorragia por ruptura de varices esofágicas, debido a su relación íntima con el alcohol.

Robert García Millán. Barcelona.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 15 Febrero 2012.